Corazón dañado

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Odd

-¿Odd qué te pasa, se te ha cerrado el estómago? -Me preguntó Ulrich. Estaba entusiasmado por el cumpleaños de Yumi, pero también andaba algo preocupado. Hace dos semana, había quedado con Samantha, pero la cita, si se puede llamar así, no salió como yo hubiera imaginado. Habíamos quedado en la puerta de la academia, yo la esperaba apoyado contra la verja, con una pierna en el suelo y la otra sobre la verja. Estaba sumido en mis pensamientos, planeando que poder hacer con aquella chica a la que realmente apreciaba, pero me hirió mintiéndome. Su vuelta fue dura, pero logré volver a tener esa pequeña amistad que logramos construir. Estaba seguro que Samantha no iba a aparecer, pues llevaba media hora esperando solo, en la puerta. Hasta Jim que controlaba las salidas de los alumnos se había reído de mí. iba caminando con la cabeza gacha, cuando vi que se acercaba alguien, levanté la cabeza y vi que era ella. La cara me cambió por completo, pero entonces no sabía que lo peor se avecinaba.

Samantha: ¡Odd no quiero volver a saber de ti!

Odd: Pero Sam... Debería de ser yo quien no quisiera verte, y aquí estoy.

Samantha: Me disculpe en su momento, y pareció que tus amigos eran más importantes que yo.

Odd: Realmente, creo que te equivocas, pero allá tú.

Exactamente, fue lo que pasó, Samantha me dejó muy claro que no quería volver a verme, y eso realmente me fastidió pero, no iba a mostrar debilidad, y menos ante una chica que estaba ya perdida.

-No, solo que estoy en otra parte. -Contesté a Ulrich. Yo era una persona, que no le gustaba hablar de sus sentimientos, que se los guardaba para él. Aunque, si hubo alguna vez que hablé con Ulrich, pero él está también jodido en estos temas.

-Vamos, Odd... No querrás que Rosa tiré tu plato. -Apreciaba el comentario que Aelita me dedico, ya que hizo que se me abriera algo el apetito. Pues si había otra cosa que me fastidiaba era que la comida se desperdicia se. Agarré los cubiertos y comencé a cenar. Sabía que Aelita se olía algo de lo que me pasaba. Las mujeres para eso tienen un sexto sentido, bueno y para muchas otras cosas.

-Ese es nuestro Odd. -Jeremy sonrió, ante la sonrisa falsa y conseguida que le dediqué.

La cena se me hizo eterna, pero logramos acabar de cenar. Como todos los días, posteriormente de la cena, regresamos a la habitación. Ulrich, se paró un momento en el pasillo, a acordar unas cosas para la fiesta de Yumi, con Aelita. Y yo desganado, me metí en nuestra habitación, cerrando la puerta. Me cambié de ropa y me tumbé boca arriba en mi cama. Kiwi se me subió encima.

-Kiwi... ¡Porque es tan malo el amor!. Las mujeres son tan difíciles, que necesitaría un manual para poder descifrar lo que piensan en cada situación. No se que he hecho, esta vez no hice nada para cagarla, pero siempre para ellas hay un pero. No hay nada que un hombre haga bien. ¡Son tan exigentes! -La puerta se cerró, y Ulrich se empezó a reír.

-¿Qué haces hablando con un perro?

-Es igual que una almohada, pero más eficaz, contestan pero a su manera.

-Mira Odd, no se que narices te pasa, pero puedes hablar conmigo. Yo lo hago cuando la preocupación me invade.

-Ya, y también escribes en un diario. -Mi respuesta, lo dejó perplejo. Qué se pensaba, que no me daría cuenta de que esconde un cuaderno de hojas blancas, en el que escribe todo lo que le pasa. Iba listo.

-Bueno, tu hablas con Kiwi, yo hablo con el papel. Lo digo enserio Odd, y creo que estas así por lo que paso con Samantha hace dos semanas.

-Ulrich, cada día estoy más seguro de que una de las veces que la cifosoa se apoderó de ti, inyectó algo en tu cerebro. No tengo ganas de hablar. -Eché a Kiwi de mi estómago y me dí la vuelta, para no ver a Ulrich, y evitar una conversación con él.

Código Lyoko: The New LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora