Troposfera

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Aelita


El politono de mi móvil se metió en mis oídos. Con los ojos cerrados lo agarré de la mesilla a mis pies, tanteé con los dedos las teclas y cuando encontré la tecla para descolgar la pulsé, luego me llevé el aparato a la oreja.

-¿Si? -Respondí con voz soñolienta.

-¡Aelita, despierta! -La voz de Odd se coló por mi conducto auditivo hasta perforar mi tímpano. Abrí los ojos de golpe.

Observé la ventana. Aun era de noche, la luna iluminaba el oscuro cielo con algunas nubes.

-Pero si es de noche. -Respondí a Odd.

-No sabes qué día es, ¿verdad? -Preguntó.

-Pues acabo de despertarme no me funciona el cerebro tan rápido.

-Eh, tranquila. Es lunes de madrugada, nos vamos a Suiza, ¿recuerdas? -Dijo con la voz dulzona y alegre.

Me levanté de la cama y de la emoción y el nerviosismo el móvil cayó al colchón. Ignorando que la llamada seguía entrante, me quité el camisón y agarré un sujetador del cajón de la ropa pequeña. Me lo ajusté al pecho y saqué la ropa con la que viajaría.

Rebusqué por la maleta un pantalón clarito corto de tiro alto y no muy ajustado y el jersey verde botella corto de manga larga porque había escuchado que en los aviones suele hacer frío, y de todos modos, el jersey no era demasiado abrigado.

Me vestí y después recogí alguna cosa que había dejado la tarde de antes sin guardar, como el neceser, pañuelos, el libro de mamá y el portátil. Lo guardé todo en una mochila negra con hebilla en el centro.

-¡Aelita! -La voz de Odd me frenó.

No pensaba que siguiera en el teléfono, pero era Odd. Agarré del colchón el móvil y volví a colocármelo en la oreja.

-Dime. -Contesté.

-¿Qué narices haces?

-Odd estaba vistiéndome y guardando las cosas que quedaban por guardar. ¿Estáis en la entrada? -Pregunté con falta de aire por haber ido a contrarreloj por la habitación.

-No, estamos en la habitación de Jeremy esperándote. -Respondió. Mientras, cerré la solapa de la maleta y me senté en ella para cerrarla perfectamente.

-Vale, ya bajo. -Respondí.

-Nos vemos ahora, Despistada. -Dijo y colgó la llamada.

Solté el móvil, dejándolo en la cama y me levanté de la maleta. Con ayuda de mis dos manos la coloqué sobre las ruedas y la arrastré por la habitación hasta dejarla en la entrada. Después, eché un vistazo a mi cuarto, por si se me olvidaba algo, y entonces me di cuenta que no había guardado al señor Pück, ni había cogido el móvil.

Lo cogí todo y me colgué la mochila a la espalda que pesaba por el ordenador. Luego con los ojos llorosos abandoné el cuarto, arrastrando la maleta con una mano y en la otra sujetaba al señor Pück.

Con cuidado de no hacer demasiado ruido para no despertar a ninguna de las alumnas que todavía quedaban en Kadic, descendí las escaleras hasta llegar a la planta de los chicos, donde volví a rodar la maleta.

La puerta de Jeremy estaba cerrada, pero sabía que los chico estaban allí porque Odd me informó, así que, simplemente bajé el picaporte y tiré de la puerta hacia mí para abrirla. Los chicos levantaron sus caras para verme.

-Por fin, Princesa. Espero que hayas dormido bien. -Saludó Odd.

-Hasta que tú me has despertado, sí. -Le respondí con humor.

Código Lyoko: The New LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora