Haciendo un hueco

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Finlandia, 1972:

A medida que los años pasaban, me iba acostumbrando a la vida de una finlandesa y a ser una más de la familia Scheaffer. Aina seguía con su arisco carácter a flor de piel, pero aun así seguía siendo una mujer valiente, pues su áspero carácter era debido a la pérdida de su marido, no consiguió aceptar la muerte de Kristoffer, y muchas veces la oía criticar sin ton ni son todos los comentarios que escuchaba en la radio o en la calle de alguna ciudadana enamorada. Esa falta de amor la perjudicaba a ella y también nos fastidiaba a nosotros.

Waldo se enteró de que le copié el trabajo del cartapacio a los pocos días haberlo hecho, pero no se enfadó, ni me riñó. En cambio, mi hermanastro me pidió que le ayudara en sus trabajos de la universidad. Me enseñó sus libros, me explicó fórmulas, me enseñó operaciones matemáticas, a soldar cables, etcétera.

Waldo y yo habíamos establecido una relación más de amigos que de hermanos. Hasta hubo veces que me arrancó alguna carcajada. Lo mejor de todo es que aquel hombre misterioso que salió a mi encuentro cuando llegué a Helsinki, que comparte habitación conmigo y que es, a los ojos de la gente, mi hermano, también tenía un gran cerebro.

Aporté esa vitalidad que le faltaba, y él me aportó una figura paterna—de alguna forma—. Era nuestro pequeño secreto porque Aina no sabía absolutamente nada de lo que Waldo y yo tramábamos tras la puerta de nuestra espaciosa habitación.

Seguí estudiando, sacando el último año de la escuela primaria y pasando a la secundaria, dónde quedaron fascinados con mi interés por todas las materias. Leí casi toda la colección filosófica que los Scheaffer tenían y empecé a leer algún manual de la universidad de Waldo, en el que aparecían teorías como: la teoría del efecto fotoeléctrico o la teoría de campo unificada, de Albert Einstein. Ese hombre me causó tanta intriga, tanto entusiasmo que le pedí a Waldo que me consiguiera todos los libros relacionados con la estructura atómica y todo lo que tuviese que ver con la física-cuántica. Una vertiente de la química que mezcla procesos físicos con químicos.

Me llamó tanto la atención, que hasta había noches que no dormía por resumir y corroborar las teorías del científico alemán. Waldo quedó fascinado por mi implicación, terquedad y ambición, de aprender algo tan fuera de lo común. Recuerdo sus palabras, "pensaba que estudiarías medicina". El innovador científico de los Scheaffer pensó que cómo tuve tanta habilidad en los cuidados mientras Kristoffer estaba enfermo, tiraría por ahí. Pero estaba muy equivocado. La medicina era un "plus" a mi vida, pero no era lo que me llamaba la atención.

La diferencia de doce años entre Waldo y yo no supuso ningún obstáculo, porque nuestras cabezas funcionaban como si tuvieran la misma edad. Había encontrado mi hueco en esta desmantelada familia, había encontrado un hombre que me valoraba y que se preocupaba por mi.

Una tarde, Waldo me llevó a la fábrica dónde estaba el negocio familiar. Dijo que allí podríamos encontrar todas las piezas necesarias para crear el ordenador, ya que en la fábrica Scheaffer se hacían aleaciones con los metales y podríamos obtener cualquier pieza, y así también entraba en el negocio familiar, de alguna manera.

Estando allí conocí a la mano derecha de Waldo en esta enmienda, Lowell Tyron. Era un hombre de la misma edad que Waldo, de pelo cobrizo y ojos azules. Su cara era redondita y su nariz rechoncha pero no muy pronunciada. Era un hombre atractivo.

Waldo le encargó el pedido de todo lo necesario, y le pidió que fuera todo en secreto. Que sería un trabajo aparte, exclusivo de los Scheaffer, y que no debía enterarse nadie más. Ni siquiera Aina, que había veces que se pasaba por la fábrica para comprobar su funcionamiento, pero muy de vez en cuando. Lowell, aceptó con creces la demanda del heredero de la empresa, y se despidió de Waldo, con un amistoso abrazo.

En el camino de regreso, pregunté por qué Waldo y Tyron se llevaban tan bien. Mi hermanastro me informó, que Lowell Tyron también iba a la universidad, y que era amigo de él, desde que entró a la facultad. Además me contó que los libros de física-cuántica que me había conseguido se los había dado el hombre pelirrojo.

La relación que tenía con Waldo era solamente a espaldas de la gente. En casa mientras cenábamos, comíamos o merodeábamos por el salón no me dirigía la palabra ni yo a él. Pero en la habitación si manteníamos conversaciones, aunque todas ellas eran relacionadas con aquel aparatejo que los dos teníamos en mente.

Una noche, Waldo tuvo la brillante idea, de retirar la mesilla de noche que separaba las dos camas y juntarlas, para así, dar más espacio entre mi cama y el armario y dejar en ese espacio algún que otro invento pequeño para ceder más sitio al nuevo y gran proyecto. No negué su idea de juntar las camas, pero para evitar que mientras durmiéramos el uno se pasara a la cama del otro, pusimos un almohadón grande en la unión de las camas a modo de barrera. Al principio me sentía extraña con las camas juntas, pues a pesar de que Waldo y yo fuéramos "hermanos" no sabía exactamente cuáles eran sus intenciones, y tener a un chico al lado mía me intimidaba. Pero no pasó nada. La almohada se ponía por la noche en la unión y por la mañana amanecía en la misma postura en la que se colocó horas después. 

Querido lector, esto es otra parte del diario de Anthea que lee Aelita. Espero que os haya aclarado la duda de ver un capítulo entero así, ya que es la primera vez que o hago. Por fin aparece Lowell en la historia. Espero que os haya gustado, que me digáis cualquier error y sobre todo que os haya causado intriga por saber más de la vida de Anthea.

Sé que estos capítulos no son los más divertidos de todos, y que a muchos os aburran, pero es necesario escribirlos para entender por qué Anthea "secuestrada". Tranquilos el próximo capítulo ya será normal.

Pd: comenten en los comentarios qué les parece el diario de Anthea. Por cierto las comillas del texto como: "hermano"o "plus" son porque; la primera no son hermanos de sangre, y la segunda es porque es un anglicismo. 

Att: la escritora.

Código Lyoko: The New LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora