Odd
En la cafetería, como si fuese el puerta de una discoteca, se encontraba Jim con su específico chándal de pantalones grises y chaqueta roja a juego con el pantalón. Apoyado en el barracón de la cafetería asentía mientras veía por entre los párpados quién pasaba.
Aelita y Jeremy pasaron los primeros.
-¿Della Robia, qué tal su hermana? -Preguntó en cuanto me vió.
Cambió su postura, colocándose completamente recto esperando una respuesta mía.
-Eh... Bien, Jim. Louise tuvo un pequeño problema, al llegar a Francia. Nada importante es su físico que la causa más de un problema en el aeropuerto. Tu ya me entiendes. -Contesté, sin saber muy bien qué estaba diciendo.
Supuse que Ulrich utilizó a una de mis hermanas como excusa, y tuve que improvisar. Como la única que suele meterse en problemas es Louise, la nombré para dar credibilidad a mi tono de voz que no era de por sí muy fascinante.
Louise, es como la oveja negra de la familia. Es la única de mis hermanas que lleva piercings y tatuajes, pero lo sorprendente de mi hermana es que pasa de todo. Es como si viviera en una nube de la que nunca despierta.
-Lo qué tú digas Della Robia, pero claro si tus hermanas son iguales que tú... Ya entiendo por qué Louise, tu hermana, tuvo problemas en el aeropuerto.
-Bueno, Jim te presentaría a mi hermana Louise, pero me muero de hambre.
-No creo que un tipo de mi edad sea lo que tu hermana busca...
-Pobrecita la señora Hertz, Jim. No querrás hacer que se enfade.
-Suzanne y yo solo somos compañeros de trabajo.
-Está bien, Jim. -Dí por acabada nuestra conversación.
Entré al barracón, cogí una bandeja y me puse a esperar en la cola.
El pelo rosa de Aelita sobresalía unas tres personas por delante mio. Era imposible adelantar en esta infernal cadena humana peor que un atasco en la carretera de tres horas.
A medida que iba avanzando lentamente, iba llenando poco a poco la bandeja con los cubiertos, el pan, el postre y las cosas pequeñas que no fueran el condimento principal.
Andrew gruñía, bajo mi camiseta y no podía hacer nada para saciar el hambre que me atizaba el cuerpo.
-¡Vamos hombre, mover vuestro pesado culo! -Grité de la desesperación.
El chico de delante mía me miró. Su mirada era inquisitiva, de esas que dicen: "¿qué te pasa, por qué gritas?" Elevé mi ceja izquierda sosteniendo así su mirada. El chico de primer curso, Pierre François retiró su vista de mí, observando con detalle las pelotillas de la camiseta del chiquillo que estaba delante suyo.
(...)
Por fin la fila avanzó un largo trecho dejándome a cuatro para recibir mi cena. El olor se intensificó y entonces un fuerte temblor me sacudió el estómago. Andrew fue cómplice de lo bien que olía la vichyssoise.
Ese olor penetrante por mis fosas nasales se conducía hasta mi barriga, haciendo rugir a mi amigo. Claro que alguien que no aprecie el arte de la comida, no puede ser capaz de captar estos olores.
La fila avanzaba mientras a mí, y a mi amigo Andrew, se nos iba haciendo la boca agua.
-Hola, Odd.
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Código Lyoko: The New Life
FanfictionAelita y los guerreros lyoko se sumergen en una misión que les condicionará por completo sus vidas. En esta nueva encomienda en la que se embarcan pasarán muchas cosas: amor, desamor, aventura, etc. Si quieres saber que pasa, sigue leyendo. Es una...