Ulrich
Sentí que algo me rozaba la mano que colgaba de mi cama, mientras yo dormía profundamente boca abajo. Me giré para evitar que quién me estuviera molestando me dejará seguir durmiendo. Una presión en mi espalda me despertó.
-¡Odd! ¡Dile a tú maldito perro que se baje de encima mía! -Grité cuando por el rabillo del ojo observé el hocico de Kiwi. El perro se había subido a mi espalda.
-Mmmm... ¿Qu-é son e-sos gritos? -Dijo medio atontado.
-¡Quieres abrir los ojos! -Grité.
Odd bostezó y sacó de debajo de la almohada su cabeza. Parecía un avestruz "escondiéndose del peligro". Con los ojos cerrados aún, se incorporó en su cama. Entretanto, Kiwi me hacía un masaje tailandés con sus patitas. «Me estaba dejando la espalda hecha un cristo».
-¡Abre los ojos! -Insistí.
Con su pelo descontrolado, sus ojos cerrados, y la boca entreabierta, parecía un zombi. Parpadeó un par de veces y entreabrió los ojos.
-¡Kiwi, baja de ahí. Te vas a matar! -Se preocupó por el perro antes que por mi espalda. Su cara había cambiado, mostrando preocupación, y todo el sueño que podía haber tenido en su momento, desapareció por completo.
Viendo que el perro le ignoraba, se levantó de la cama y se acercó a mí. Cogió a Kiwi por la parte baja de la panza y lo bajo al suelo.
-Guau, Guau. -Ladró el chucho jugando con los pies de Odd.
-¿Por qué no te moviste? Kiwi se hubiera bajado, y yo podría haber seguido durmiendo.
-Porque tu perro no dejaba de moverse. Me estaba clavando sus flacuchas patas, provocando que se me contracture la espalda. -Afirmé incorporándome en la cama.
»Me pagarás el fisioterapeuta. -Le espeté.
-¿Yo?, pero si estaba durmiendo...
-¿Y qué? Kiwi es tu perro. -Advertí.
Y así empezaba el día con el pie izquierdo. Un día que ya de por sí iba a ser complicado. Tener que ver a mi padre me ponía el vello de punta y las ganas de salir de la cama se hacían cada vez más pesadas. Quería que la tierra me tragase, que mi padre no fuera tan orgulloso y que dejara que por una vez en su vida, mi madre se llevara la gratitud.
-Lo que tú digas. Anda, bajemos a desayunar y a ver a la nueva pareja Einstein.
-¿Qué? -Respondí casi sin poder asimilar la información que Odd había soltado por su boca.
Había escuchado a la perfección lo que dijo pero me pilló tan de sorpresa que fue inevitable el sobresalto que me lleve.
-Como has oído. El pequeño genio informático le ha abierto su corazón a Aelita.
-Será cabrón... Que callado se lo tenía. Bueno entonces habrá que darles la enhorabuena.
-Yo pensé lo mismo, pero ya no hay vuelta atrás...
Me levanté de la cama, camino al armario. Lo abrí y me quedé quieto pensando en qué ponerme para la visita a mi padre. Si iba con lo de siempre, seguro que sus primeras palabras al verme serían: «Esas son formas de presentarse en mi empresa». Aunque parezca mentira le conocía demasiado bien, y sabía leer que le pasaba por esa cabeza de alcornoque.
-¿Por qué tanta indecisión en elegir ropa? -Preguntó Odd. Me volví y para verle.
Todavía seguía en la cama, pero con la cabeza en los pies y los pies en la cabeza. En las manos sujetaba la consola y de ella sonaba la musiquita del juego, al que estuviera jugando.
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Código Lyoko: The New Life
Fiksi PenggemarAelita y los guerreros lyoko se sumergen en una misión que les condicionará por completo sus vidas. En esta nueva encomienda en la que se embarcan pasarán muchas cosas: amor, desamor, aventura, etc. Si quieres saber que pasa, sigue leyendo. Es una...