Holomapa

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Odd


Ulrich, Yumi, Jeremy y Aelita subieron las escaleras, y yo para no quedarme solo en la recepción del lugar escalofriante, subí después de la pelirrosa. Las paredes estaban decoradas con cuadros y con antigüedades que seguían la temática del hostal. Los escalones seguían siendo de madera y algunos crujían cuando impregnabas todo el peso para seguir subiendo, así el lugar era cada vez más siniestro y las ganas de estar solo en una habitación iban desapareciendo poco a poco.

Llegamos a la segunda planta y allí se encontraba un pasillo entero con habitaciones que iban del veinte al treinta en un lado y del treinta al cuarenta en el otro. Miré el llavero y luego busqué en las chapas doradas de las puertas, el número correspondiente con el llavero.

Cuando dí con la puerta correcta introduje la llave en la cerradura y la giré, dándome entrada. A la vez que yo, Jeremy abrió su habitación, y a su lado, Ulrich hizo exactamente lo mismo.

-¡Odd! ¡Ulrich! -Jeremy nos llamó antes de que pudiéramos entrar a nuestra nueva habitación.

»Cuando dejéis las cosas venir a mi habitación. -Dijo, antes de cerrar la puerta de su habitación.

Ulrich y yo nos miramos, su expresión era dudosa, y la mía debía de ser parecida. Encogí los hombros y él repitió el mismo gesto antes de desaparecer en el interior de su habitación, cerrando la puerta detrás suya.

Antes de entrar en mi habitación miré hacía lo dos lados y la sensación que me llevé fue algo insólita, ni un solo ruido, ni una sola persona y ni un solo indicio de que el hotel tuviera huéspedes a parte de los cincos. No le dí muchas vueltas más y entré en mi habitación.

Di la luz, prendiendo el interruptor que había a mano derecha, pero resultó ser el del baño. Luego, busqué en la pared el que daba a la habitación, y lo toqué haciendo que la habitación se llenara de luz. Era una habitación algo distinta a la decoración de la recepción y de la escalera, así como del pasillo. Sin salirse de los temas rústicos, la habitación era bastante moderna. Las paredes eran lisas y en color claro sin llegar a ser blancas. Los suelos de tarima oscura, daban a una mesa de escritorio negra, arrimada a la pared, con su lámpara de mesa al lado derecho, una regleta de enchufes en la pared y la silla en el mismo color que la mesa. Enfrente se encontraba un amplio ventanal de doble puerta con cortinas negras y visillos blancos que llegaban hasta los rodapies, delante una alta y amplia cama de matrimonio con el cubrecama blanco, con una manta negra a los pies, y a cada lado, dos mesillas de madera más clara con sus lámparas, y de cabecero un largo rectángulo de madera del mismo color que las mesillas. El techo era de color azul, y haciendo un falso techo traveseras negras cruzaban la habitación desde el escritorio a la cama.

Me parecía una pasada de habitación y lo mejor de todo es que en aquella cama iba a poder dormir yo solo, sin preocuparme de pasar frío porque no me lleguen las sábanas o por qué me vaya a caer por estar al borde con tan solo girarme. Eso era imposible durmiendo en esa cama tan grande.

Solté la maleta en el lado que daba al armario empotrado cubierto entero por un espejo. Y lo primero que hice fue tumbarme en aquella maravilla de cama, perfectamente hecha. El colchón me atrapó nada más mi espalda se apoyó en él y el calor corporal se traspasó al cubrecama dejándome una sensación de frío en todo el cuerpo. Disfrutando de aquel asombroso colchón, me acordé que Jeremy nos esperaba en su habitación. Fastidiado por no poder disfrutar de mi cama me incorporé y me levanté.

Salí de la habitación cerrando la puerta tras de mí y guardando en el bolsillo de mi pantalón la llave. Luego, toqué en la habitación del lado derecho con los nudillos. Aelita me abrió la puerta, invitándome a pasar.

Código Lyoko: The New LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora