Capítulo 15

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Mientras espero mis maletas, no puedo evitar maravillarme por la grandeza del lugar. Es simplemente increíble.

El camino que nos llevó de la entrada principal a la casa es un enorme arco decorado con las flores más hermosas que alguna vez haya visto, y ahí, donde termina el asfalto comienza el azulejo haciendo que la luz del sol se refleje en las baldosas.

—Bueno, bueno, ya estaba esperando a ver a qué hora aparecían —Morgan aparece tras la enorme puerta de la casa y en verdad estoy sorprendida de verlo—. ¿Me extrañaste?

—¿Qué haces aquí? —niego, mirándolo pausadamente.

—Bueno, Henry creyó que sería conveniente tener a alguien que conozcas cerca —comenta tomando mis maletas y cuando veo sus dedos alrededor del asa de mi bolso, me acerco hasta él.

—De haber deseado que alguien estuviera aquí, no serías tú —niego, arrebatándole mi bolso—. Y gracias, pero yo puedo llevar mis cosas.

—Oh, vamos, no seas pesada —niega e intenta tomar nuevamente mi bolso pero me alejo.

En ese momento, me muevo hacia el lado opuesto y veo como la sonrisa juguetona de Morgan comienza a apagarse.

—¿De dónde sacaste eso? —susurra, y veo que su mirada está sobre el ramo de flores que se encuentra en mi mano.

—Oh, no lo sé. Stan me las dio cuando fue por mi al aeropuerto. Creo que Henry...

—No deberías de tenerlas —niega, y cuando da un paso en mi dirección con la intención de quitármelas, me alejo.

—¿Qué...? —susurro y veo como los ojos de Morgan cambian cuando me ven realmente y retrocede.

—Lo siento —niega, dando otro paso atrás—. No sé que me pasó... esas flores me traen recuerdos. Algunos que simplemente quisiera olvidar. ¿Quieres que te enseñe tu habitación? Por supuesto que vas a querer, qué tonto soy. Vamos, sígueme.

Trato de ignorar su actitud, pero es muy extraño. ¿Por qué le importa tanto unas flores? ¿Qué tienen de especial?

—Vamos, date prisa —me apremia y al pasar por la puerta abierta, vuelvo a ver el mismo sello de la entrada, solo que esta vez el león tiene entre sus fauces una aro. Supongo que para golpear la puerta así como en los viejos tiempos.

Y es extraño, porque esta casa se ve nueva, muy actual.

El recibidor es amplio y está cubierto de varios cuadros. Todos hermosos lleno de paisajes y bosques.
Logro ver una chimenea en nuestro camino, y cuando las escaleras tan amplías como el tamaño de un piano nos reciben, me detengo.

—¿Viviré aquí? —le pregunto a la espalda de Morgan y mi voz me asusta cuando retumba por la sala—. ¿Por qué?

—Le gusta tenernos cerca —se encoge de hombros—. Y además, todo lo que necesitas para comenzar está aquí.

—¿Qué es exactamente lo que quiere que busque? —le pregunto siguiéndolo, pero Morgan no me responde.

—La habitación del fondo siguiendo por todo es pasillo es la que usa Henry, la mía está justo ahí, y la tuya es esta —veo que señala a la habitación que está del otro lado de las escaleras como la suya y la mía está a unos pasos.

—¿Solo estamos nosotros?

—No, el personal está por toda la propiedad, y de preferencia, no salgas sola —niega sacando de su bolsillo una llave colgando de un listón verde—. Podrías perderte, y no es algo bonito.

La puerta suena un chasquido cuando es destrabada y al adentrarme, su enormidad me hace sentir muy pequeña.

—Las comidas se anuncian por una campana, y en los desayunos alguien va a venir por ti. Y respondiendo a tu pregunta anterior... No lo sé, Henry no me dio instrucciones de eso, así que supongo que él vendrá después a hablarlo contigo —dice depositando mis maletas cerca de la puerta—. ¿Algo más?

—No —niego y tras asentir levemente, da media vuelta y se va.

Me tomo mi tiempo para examinar la habitación y cuando llego a mi ventana, veo más terreno, un jardín bien cuidado y ahí, a lo lejos, lo que parece ser un vivero.

Eso me recuerda que no he puesto en agua mis flores. 
Me separo de la ventana y al mirar la cómoda, veo que hay un jarrón.

Deposito las flores dentro y al agarrarlo y ver hacia arriba, me sorprendo al ver un enorme hueco pálido sobre el tapiz.

Al parecer había algo en verdad grande en esa parte que decidieron quitar.

«¿Un retrato? Pero, ¿de quién?»

Me dirijo al baño y cuando el agua toca mi mano, suspiro. En verdad necesito un buen baño.
Esta habitación no es tan grande y en verdad lo agradezco, así es más fácil me hace sentirme menos perdida.

Cuando dejo el florero sobre la cómoda, sonrió.
Decido sacar mis cosas y acomodarlas. Cuando llego hasta el armario y lo abro, me sorprendo al encontrar algunas prendas de mujer al fondo.

¿Acaso...?

El sonido de algo al estrellarse contra la ventana y quebrarla me asusta, y al rodear la cama y mirar, encuentro una pelota.

—¡¿Qué hiciste, Peter?! —chilla una pequeña voz de niño y al asomarme, me sorprendo al encontrar a dos niños rubios, y una niña bajo mi ventana.

Uno con las mejillas encendidas por la furia y el otro llorando.

La niña voltea en mi dirección, y cuando me ve, sus ojos se abren ampliamente y espero que sea debido a la sorpresa y no por miedo.

—¿Jack? —susurra y veo como tira de la ropa del niño más grande.

—¿Qué quieres, Lily? —le pregunta molesto, volteándola a ver y cuando la niña mira en mi dirección y él sigue su mirada y me ve, su rostro se drena de todo color—. Vamos. ¡Vámonos!

Los dos niños salen corriendo pero veo como la niña se detiene, mirándome.

—¡Lily! —escucho que la llama el niño y esta sale corriendo.

Recojo la pelota del suelo y metiéndola en una de mis maletas vacías, la escondo junto con las demás.
No pienso hacer que estos niños paguen por una ventana, así que, aquí nada ha sucedido.

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora