El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️

Capítulo 64

Mis pulmones parecen volver a funcionar y cuando tomo una larga bocanada de aire y siento como si hubieran pasado miles de años desde la última vez que lo hice.

Trato de ajustar mi vista a mi entorno y al moverme, siento lo que parece ser cuero bajo mi la palma de mi mano y al mirar en esa dirección, veo que se trata de un sofá de piel rojo.

No recuerdo tener un sofá de piel. Mucho menos de piel rojo.

Miro a mi alrededor un poco confundida y mis ojos se abren con sorpresa al ver que me encuentro en habitación totalmente blanca con único contraste los sofás rojos y negros que le acompañan en una casa que claramente no es la mía.

Oh, por Dios. ¿Dónde demonios estoy?

Trato de aplacar el pánico que comienza a subir como lava desde mi estómago hasta mi garganta mientras fuerzo mi memoria por tratar de recordar, pero a menos de que me haya ido de juerga con Kim y probablemente haya ido también Morgan y algunos otros chicos del museo, está debe de ser la casa de alguno de ellos.

¡Y vaya casa!

Es enorme, lujosa y cálida a pesar de la enormidad, probablemente se trate de la casa de Morgan. Él parece tener el trabajo en el museo solamente como un pasatiempo y no porque realmente necesite del dinero para poder vivir y pagar las facturas como algunos de nosotros.

Bajo mis pies al suelo mientras miro sin pudor a mi alrededor totalmente maravillada por el estilo de la casa. Todos deben seguir durmiendo si realmente fue una noche loca. Diablos, yo debería seguir durmiendo porque no creo estar bien.
La cabeza no me ha dejado de dar vueltas y las nauseas están más que presentes amenazando con salir en cualquier momento de mi cuerpo borracho, pero lo que más me sorprende de todo, es el dolor que estoy sintiendo en mi pecho. Es como si me hubieran apuñalado y es extraño porque no creo siquiera saber como se siente eso.

¿Qué demonios sucedió?

—¿Hola? ¿Kim? ¿Morgan? —pregunto con la voz pastosa, pero el silencio es lo único que me responde.

Intento recordar algo de las últimas horas nuevamente, pero mi mente sigue sin cooperar. Todo se siente demasiado... algodonoso ahí dentro.

Me muevo con cuidado entre los sillones que acompañan en la decoración tratando de no mover ni manchar nada y al salir de lo que imagino es una sala de estar muy grande para serlo, me encuentro con una enorme habitación con una lámpara de araña en lo alto.

Y sin detenerme, me permito ver a mi alrededor y no puedo evitar ahogar una exclamación al ver todas las decoración muy al estilo barroco y sobre todo el techo que se encuentra decorado como si fuera la Capilla Sixtina. Sin duda alguna estas personas tienen un pequeño problema con la palabra "normal". Porque, ¡dioses! Todo es mucho más grande de lo que debería de ser. Grande y muy espacioso para sólo ser una pequeña casa familiar. En su lugar, todo esto parece la decoración de un castillo.

Pero es muy impresionante y hermoso, eso debo admitirlo.

Y aunque es casi el triple de mi casa, por alguna extraña razón me siento como si estuviera en ella. El sentimiento es extraño ya que no recuerdo nunca haber venido por aquí y mucho menos haberla apreciado a como lo estoy haciendo ahora, pero ahí está, palpitando junto con mi corazón esa sensación que parece gritar familiaridad.

La estancia se abre en varios arcos que llevan a pasillos ofreciéndome muchas posibilidades, entre ellas, varias puertas que estoy muy segura llevarán a otras habitaciones y con suerte, a mis amigos.

No sé cuánto tiempo llevo inconsciente, pero si no llamé a mamá anoche antes de ponerme como una cuba, en estos momentos debe estar muy preocupada. Así que en cuanto consiga una explicación de dónde estamos y qué fue lo que sucedió por parte de alguno de ellos, necesitaré encontrar un teléfono.