Capítulo 37

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Las aguas se ven tranquilas mientras avanzamos por ellas y a veces logro ver otras barcas a lo lejos, pero de ahí, no veo a nadie más.

—¿Cuánto tiempo tienes? —me pregunta rompiendo el silencio que se instaló entre nosotros desde que salimos y tardo un poco en entender a qué se está refiriendo.

—¿Cómo?

—Cuánto tiempo llevas aquí. En Edén.

—Apenas unos días, creo. ¿A dónde vamos?

—¿Cómo moriste? —me pregunta en su lugar y al escucharlo mi columna se tensa haciendo que me pare derecha.

—Yo no estoy..., no estoy muerta.

—¿En serio? —me pregunta mirándome sobre su hombro para después tensar su brazo e impulsarnos—. Supongo que después de tanto tiempo ya no estoy en mis mejores condiciones.

—Henry te llamó Mason, pero eres Caronte, ¿no?

—Este es Caronte —dice y le da un golpe con el pie desnudo a la barca—. Una vez me llamaron por ese nombre, pero cuando uno se convierte en el barquero de las almas, solo es conocido como Caronte. El barquero de Caronte.

—Es fascinante, ¿por qué hay otras barcas? Creí que eras el único —comento tratando de mantener una conversación pero como única respuesta obtengo el silencio.

Miro la figura del chico, de Caronte, y debo admitir que todo en él es misterioso.
No se ve mucho mayor que yo, pero dice ya tener varios siglos.
Y recuerdo que dijo: "Cuando uno se convierte en barquero...".
Es como si ese puesto te lo ganaras. Eso sin tener en cuenta a los otros que vi en el muelle.

Suspirando, recargo mi barbilla en el borde y bajo mi mano para rozar el agua qué hay bajo nosotros, pero el golpe de la vara contra mi piel hace que la aleje.

—Hey, ¿qué fue...? —digo, mirándolo con el ceño fruncido pero la expresión que me da es suficiente para no continuar.

—Será mejor que mantengas tu cuerpo dentro y no toques nada de agua mientras navegamos —dice y vuelve a su posición anterior listo para continuar ignorándome—. Si no estás muerta y llegas a tocar algo de eso..., estaremos en serios problemas. Y no sé tú, pero a mi me gustaría no tener problemas con Henry. Debes de ser alguien importante si te mantiene a su lado siendo una mortal.

—Lo estoy ayudando a descubrir algo que él necesita. A alguien —le explico mientras masajeo mi mano—. Prometo no tocar nada fuera de este lugar, pero no vuelvas a golpearme.

No obtengo respuesta por su parte y enfurruñada miro a otra parte que no sea a él.

Pasamos varios paisajes. Algunos hermosos y otros terribles.
No sé en qué parte estamos pero para Mason no parece ser un problema ya que nos movemos con fluidez.

—¿Dónde estamos? —le pregunto y esta vez no me ignora.

Vaya sorpresa.

—El río Aqueronte.

Veo varias almas correr entre los pastizales que se logran apreciar y cuando veo una pareja joven correr de un lado para otro, correteándose, me levanto. Siento como vamos perdiendo velocidad hasta que nos detenemos.

Miro en dirección de Mason y veo que también mira a la pareja.

Veo cómo por un instante su expresión deja de ser frío y un sentimiento aparece en él pero es ocultado antes de que pueda descifrar cuál es.

–Será mejor que sigamos —dice y comienza a remar otra vez pero mientras nos alejamos no puedo evitar seguir mirándolos.

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora