—¿A qué te refieres con qué tú y Perséfone son hermanas? —susurro con la voz apretada y al pensar más y más en la idea, simplemente no puedo creerlo.
Tamy y Perséfone...
—Pues a que soy hermana de Perséfone —me responde Tamara de manera tranquila mirándome detenidamente y estoy tratando de no desmayarme.
Tamara y Perséfone...
Al mirar una segunda vez a la chica, puedo distinguir ciertos parecidos... ¿no?
El cabello, los ojos, el rostro, el cuerpo... Y Henry volvió a enamorarse de lo que podría ser una copia de su antigua esposa.
Cuando él se encontró con Tamy en el mundo mortal, él volvió a enamorarse de ella. ¡Iban a casarse! Iban a...
«Oh, dioses sagrados.»
Mi respiración comienza a fallar y en un intento por recuperar un poco de control sobre ella, coloco una mano sobre mi pecho, pero el aire no parece estar cooperando.
—¡Te hubieses casado con el esposo de tu hermana quien hubiese sido tu tío!—le grito a Tamara y esto ha sido una mala idea ya que el oxígeno está disminuyendo lentamente—. Tu... ¡Oh, dioses sagrados y flamígeros! Creo que voy a...
—¿Qué? —escucho que dice Tamara pero mi vista a comenzado a ponerse borrosa y todo comienza a distanciarse...—. ¿Layla? ¡Dios mío!
El cielo pasa a ser mi único compañero mientras me desplomo, pero la dureza del suelo, mi muy querido amigo el suelo, no llega con rapidez.
—Demonios —escucho jadear a Tamara en la lejanía y el cielo pasa a estar despejado a tener un rostro bonito, femenino y muy preocupado eclipsándolo—. ¿Layla? ¿Puedes oírme? Oh, Dios mío. De haber sabido que podría desmayarte, ni siquiera hubiese pensado en decírtelo. ¿Layla?
—Perséfone y tú... —susurro y al pensar nuevamente en que Henry se enamoró de Tamara porque le recordaba a Perséfone, mis ojos se ponen llorosos.
—¿Estás...? Oh, dioses. ¡No somos hermanas! Perséfone y yo no somos hermanas. Lo juro y lo lamento mucho —siento las manos de Tamara recorrer mi rostro con delicadeza y al parpadear, logro distinguir entre mi visión borrosa que su rostro ha pasado de la preocupación a la vergüenza —. Lo siento tanto. No quería causarte esto, pero me puse muy nerviosa cuando me preguntaste sobre la puerta y no quería que creyeras... Lo siento mucho.
Mi cerebro tarda en registrar las disculpas que me está ofreciendo Tamara y cuando rebobino, cada una de sus palabras cae lentamente.
«Perséfone y yo no somos hermanas. Lo juro y lo lamento mucho.»
—¿Qué...? —logro murmurar y un poco del aire que creí haber perdido entre la caída y la noticia, regresa de manera lenta y dolorosa a mi cuerpo.
—Era una broma. Una broma de muy mal gusto, lo siento. No soy un semidiós. Sí, existen en el mundo mortal, ellos son... el secreto de muchos dioses así como las perdición de otros, pero no soy uno. Soy tan mortal como tú. Oh, Dios. Hay muchas cosas que existen en el mundo mortal, ellos tienen muchos secretos, pero no soy parte de ellos —me explica y al escucharlo, no puedo cerrar mis ojos y quedarme así en completo silencio.
Una broma.
Tamara me ha hecho una...
—¿Layla? —le escucho llamarme nuevamente y esta vez distingo preocupación en su tono.
Estoy tentada a quedarme completamente inmóvil y en silencio, pero las piedras que no había notado antes están comenzando a darme problemas en la espalda.
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El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️
Fantasy"Y su joven corazón no puede ayudar; en sus venas la sangre se detiene y se congela y el ánimo perdido abraza la fe. Cae sintiendo el beso de la muerte. Fuerte como el león, frágil como el cordero. Uno de los secretos más oscuros de los dioses." ⚜...