Henry
—¿Alguien ha tenido noticias sobre Radamantis? —le pregunto a Jasso, uno de mis guardianes pero este niega.
—No, los guardianes no han sabido de él desde hace ya varias semanas cuando le has mandado a buscar a Sheda —dice y me paso las manos por el cabello, revolviéndolo.
Miro el reloj qué hay cerca y veo que ya está a punto de anochecer según el horario interno de Layla.
En verdad espero que Caronte le haya hecho pasar un buen rato a Layla, últimamente la he visto algo decaída.
Desde que la dejé en el muelle con Mason e hice un llamado a mis guardianes, no me he movido de aquí.
Le pedí a una de las criadas que fuera a recogerla al muelle y la llevara a mi galería a explorar un poco, y en verdad espero que ella haya aceptado a modo de disculpa el que le haya dejado en el muelle a pesar de que le prometí que pasaríamos el día juntos, y en verdad espero que no se encontrara tan cansada después de navegar.
A veces puede ser una cabeza dura, pero es mi cabeza dura.
«–Es divertido, ¿sabes? ¿Cuánto más podrás mantener esta falsa... bondad hacia una persona? ¿Cuándo será el día en que caigas? –acuden a mi memoria las palabras de Eros y aprieto la mandíbula–. Una chica muy atractiva, con un gran corazón... En verdad es una pena.»
No, ella no caerá.
No me importa las palabras de las Moiras... No me interesa lo que Lachesis vio en su hilo.
Ni lo que Atropos aseguró cuando Cloto la vio nacer y vio un solo destino para ella: perdición.Pero aún así...
«–Y su joven corazón no puede ayudar; en sus venas la sangre se detiene y se congela y el ánimo perdido abraza la fe. Cae sintiendo el beso de la muerte —había dicho Lachesis, la distribuidora de muertes; pasando el hilo a su hermana.
–Fuerte como el león, suave como el cordero –susurró Atropos, la inmutable y justa.
Y cuando Cloto, la ruleta del destino me miró, solo dijo:
–Uno de los secretos más oscuros de los dioses.»
El más oscuro de los secretos.
Esa es su salvación.
Mi oscuro secreto.—¿Señor? —me pregunta Jasso y trato de despejar mi mente pero es demasiado por hoy.
—Eso es todo, gracias —digo y este tras hacerme una reverencia, desaparece en humo.
Me paso las manos nuevamente por el cabello y trato de pensar un modo que no involucre una vida de por medio, pero es imposible.
Donde sea que le busque, hay muerte.
Necesito ver a Layla.
No verla en todo el día me está...—Hades —veo a Caronte aparecer y una sonrisa se forma en mis labios al ver a mi barquero.
—Mi fiel amigo, ¿cómo estás?
—Hay algo que me gustaría hablar contigo. Es sobre la mortal, Layla.
—¿Qué sucede con ella? ¿Todo fue...?
—Hoy fuimos atacados señor. Lady Perséfone y el traidor de Julián fueron los responsables. De haber sabido el tipo de alma que era cuando recién llegó, no hubiera permitido que saliera de su encierro.
—¿Qué fue lo que sucedió?
—Prometí no decirle nada, pero en verdad estoy preocupado por ella. No sabía a quién más acudir pero debe de saberlo.
—Vamos, dime, prometo no revelar de dónde lo he obtenido —le insto a seguir y mientras tomo asiento, me preparo para escucharlo.
Y cuando Mason lo dice, no doy cabida a lo que mis oídos escuchan.
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El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️
Fantasy"Y su joven corazón no puede ayudar; en sus venas la sangre se detiene y se congela y el ánimo perdido abraza la fe. Cae sintiendo el beso de la muerte. Fuerte como el león, frágil como el cordero. Uno de los secretos más oscuros de los dioses." ⚜...