Capítulo 11

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Masajeo mi espalda baja mientras depósito las bolsas de papel de las compras en el suelo.
A pesar de que dormí como un bebé, amanecí con un terrible dolor de espalda baja.
Y solo empeoró cuando le eché un vistazo a la cocina y no encontré nada que comer. Todo estaba vacío.

Busco mis llaves en mi bolso y cuando las introduzco en la cerradura y abro, me quedo quieta al escuchar la risa de mi madre.

La sorpresa se apodera de mi ya que son muy pocas veces en las que la he oído reír desde que enfermó, y escucharlo ahora...

—¿Mamá? —pregunto y tras dejar las cosas en la cocina y dirigirme al comedor, me quedo quieta al ver la escena.

Ahí sentado en mi sillón, se encuentra Morgan acompañado del reclutador. Y ambos hablan animadamente con mi madre.

Flore aparece por el pasillo de una de las habitaciones y al verme, una pequeña sonrisa curva ligeramente la comisura de su boca.

¿Qué fue lo que hizo?

—¡Layla! Qué bueno que llegaste —dice mi madre aún con la voz teñida de diversión—. Él es...

—Señor, creí que había sido muy clara cuando hablamos —mi mirada se posa con molestia en el reclutador, pero este no parece inmutarse con mi expresión—. Creí que habíamos dejado en claro que usted me dejaría y que si era incapaz de hacerlo, llamaría a la policía. Esta raya en el acoso, y...

—¡Layla! —mis ojos se abren con sorpresa al escuchar el tono molesto de mi madre y cuando la miro, mi corazón se estruja al ver su expresión cansada—. ¡Por Dios! Este hombre no tiene la culpa. Fui yo quien los invitó. No seas grosera.

—¿Tú? —susurro consternada y al comprenderlo, busco a Flore.

Estoy por hablar con la mujer sobre esta intromisión a mi vida privada cuando mi madre me vuelve a detener.

—Y no, ella tampoco me lo dijo —niega—. Te escuché hablar en la mañana por teléfono con esa chica...

—Kim —frunzo mi ceño al escuchar hablar a Morgan y en verdad no entiendo qué hace él aquí.

—Estaba por hablar e investigar qué te tenía así, pero recibí una llamada de este hombre —continúa mi madre y el al menos veo que el aludido se muestra un tanto apenado—. Así que los invité.

—Bien, eso puedo entenderlo, pero, ¿qué hace él aquí? —pregunto señalando en la dirección de Morgan.

—Bueno, como ya había hablando con usted anteriormente sobre nuestro programa, en esta ocasión quería traerle una muestra de lo que ofrecemos es cierto. El joven aquí presente es un ejemplo de ello —dice el reclutador tomando en esta ocasión la oportunidad de hablar.

—¿Así que trajeron a Morgan como demostración? ¿Cómo si fuese un circo?

—¡Layla! —exclama mi madre y hago una mueca al escucharla, pero estoy un poquito molesta en estos momentos.

—Layla, estoy seguro de que ellos tienen la mejor oferta que puedas llegar a recibir alguna vez en tus vida. Cuando acepté trabajar con ellos, mi vida en verdad cambió y creo que deberías escucharlos —en esta ocasión es Morgan quien toma la palabra y en verdad estoy comenzado a impacientarme—. Creí que cuando les di tus datos, aceptarías la propuesta inmediatamente. No sé por qué...

¡¡¡Ahh, así que fuiste tú, pequeña...!!!

—En verdad agradezco su insistencia, pero mi respuesta será la misma: Gracias pero no lo aceptaré —digo, inflexible mirando al hombre.

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora