En cuanto cruzo las puertas, estás se cierran de manera rápida y estrepitosa a mis espaldas, y al detenerme a ver un poco, mi cuerpo parece volverse muy consciente de sí mismo porque siento como el cansado comienza a apoderarse de mis extremidades sin llegar a volverme inútil.
Tras ver qué nada va a escaparse por esas puertas, ni que Tamara va a volver, comienzo a caminar de nuevo y recorro lo más rápido que puedo la distancia que me separa de Caronte y de Mason.
El barquero en cuando me ve, veo cómo su rostro se ilumina ligeramente mientras me acerco con todos los nervios y sentimientos siendo un caos.—¡Hey! —me saluda y con piernas temblorosas entro en Caronte y me dejo desplomo sobre el suelo de este mientras miro al cielo, o lo que espero sea el cielo—. ¿Estás bien? ¿Estás herida?
—Solo necesito un momento —jadeo desde el suelo y cuando alzo la mano donde debería estar el corte que me hizo Tamara, sólo encuentro piel inmaculada con la sombra de la tinta de los tatuajes.
Alzo mi mano contraria y al escuchar el tintineo, miro mi muñeca donde se encuentran enganchadas las tres cadenas de los gatitos infernales.
La luz le da al material de la placa y algo en la forma que tienen llama mi atención. Con mi otra mano muevo cada pieza mirándola detenidamente y esto debe tener alguna forma o mínimo el nombre de los gatitos, ¿no?
Solo tiene que ser... unido.Me quito las pequeñas cadenitas de la muñeca mientras me siento, y cuando estas están fuera, deposito cada una de las pequeñas piezas sobre la madera.
Bien, tengo lo que parecen ser dos rostros deformes y la silueta de un reloj de arena extraño.
«Únelos.»
Como si de un rompecabezas se tratase, comienzo a buscar las combinaciones que puedan haber, y digo, esto no debería tomarme mucho tiempo, pero mi mano no ha dejado de temblar desde que he atravesado las puertas y la cabeza sigue dándome vueltas.
—¿Layla? —me pregunta Mason a mis espadas pero no le presto atención porque en ese mismo instante una de las piezas a encajado con otra y lo que estoy mirando...
—Debe ser un maldito chiste —murmuro mientras completo la figura con la última pieza y cuando mis ojos miran la figura en miniatura, no puedo evitar aguantar la respiración.
—¿Eso es una copa? —me pregunta Mason y la verdad no tengo palabras para expresar lo que estoy viendo.
La copa estuvo todo este tiempo amarrada a mi muñeca en pequeños pedazos y Tamara de algún modo... de algún modo lo supo o al menos intuía que la copa se encontraría en fragmentos.
—Conocí a un alma, su nombre era Tamara, ¿la... la conoces? —le pregunto a Mason mirándolo y nada en su rostro revela que el sepa algo de ella.
Incluso su voz se escucha carente de emoción cuando dice:
—No. Jamás he escuchado de ella.
Estoy tentada a platicarle un poco de lo que ha pasada allá, pero no tengo tiempo. Debo encontrar un modo de convertir esta... esta cosa en una copa normal y lo suficientemente grande para albergar agua.
Debo hacer magia, demonios.—¿Dónde se encuentra el Estigia? —le pregunto y sé que no debe estar lejos a donde nos encontramos, no debe llevarnos más tiempo del necesario el llegar a ese lugar.
ESTÁS LEYENDO
El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️
Fantasia"Y su joven corazón no puede ayudar; en sus venas la sangre se detiene y se congela y el ánimo perdido abraza la fe. Cae sintiendo el beso de la muerte. Fuerte como el león, frágil como el cordero. Uno de los secretos más oscuros de los dioses." ⚜...