Capítulo 25

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Asomo mi cabeza por la puerta pero no veo nada más que una suave luz a lo lejos.

No hay ni rastro de Henry.

Trato de cubrir lo mejor que puedo lo que el pareo no puede ocultar y armándome de valor y llenando mis pulmones, decido salir.
Mis sandalias suenan sobre la suave hierba y cuando llego hasta el lugar, descubro sorprendida, lo que parece ser una clase de alberca. Con Henry dentro.
La mayoría de su torso está oculto bajo el agua y solo sus hombros y brazos están visibles.

—¿Vino? —me ofrece y distingo dos copas a su lado.

Una a la mitad y la otra vacía.

—Por favor —accedo y trato de que los colores no se me suban al rostro cuando me quedo mirándolo como una completa tonta.

Bueno, Layla, creo que es momento de hacer algo más que solo mirarlo.

Intento quitarme el pareo, pero cuando mis dedos se posan en el borde e intentan tirar de él, no puedo hacerlo. Me quedo congelada.

De joven era muy tímida con mi cuerpo, y creí que lo había superado desde que mamá insistió en que me metiera a clases de natación y comencé a sentirme más segura. Más confiada. Y la verdad no entiendo que me está pasando en este momento.

Bueno, quitando el hecho de que prácticamente nunca he tenido un novio formal más que uno que otro beso casual en esos días de borrachera demasiado escasos de universidad cuando mi compañera me arrastraba fuera de mi habitación, soy total y completamente nueva en este terreno.

Nunca he sido lo suficientemente "atractiva" para llamar la atención del sexo opuesto el tiempo suficiente para siquiera llegar a intercambiar números. Y él es... él.

«Pero ya te has besado antes con él.» susurra una voz suave en mi mente y al darme cuenta de mis pensamientos, maldigo.

¿Cómo es que llegué aquí? ¿Por qué...? ¿Por qué me está pasando esto?

—¿Layla? —me llama Henry y al girarme trato de sonreír pero al parecer fracaso completamente porque me veo fruncir el ceño con lo que espero sea preocupación—. ¿Estás bien?

—Bueno, yo... creo que debería de regresar a la casa —carraspeo aceptando la copa entre mis dedos temblorosos—. La verdad estoy muy cansada con todo esto de la expedición de locura que tuve y no quiero hacerte perder...

—Oh, vamos Layla. Quédate, por favor —me pide y cuando recarga sus brazos sobre el borde y se impulsa hacia fuera, veo como la luz brilla sobre su abdomen.

Y vaya abdomen. ¡Cielos!

—Ven, entra, el agua está exquisita y sé que te ayudará a relajarte —me sonríe ofreciéndome su mano y claro, cómo no, la acepto mientras con la otra me quita mi copa recién adquirida—. Muchos dicen que estas aguas combinadas con la luz de la luna, son magníficas.

¡Qué me salven los Ángeles! Creo que debí de darle un muy buen trago a mi copa antes de entregarla así sin más.

—¿Ah, sí? —pregunto y cuando mi pie toca el agua y es tragado por la oscuridad, mi corazón se dispara—. Dioses, no veo por dónde...

—Vamos, yo te cubro. No dejaré que nada te pase, lo prometo —me asegura y tomo una respiración profunda antes de zambullirme en el agua.

Mi cabeza es tragada por el agua y por un momento quedo a ciegas. Muevo mis piernas con fuerza y cuando siento una mano elegante envolverse alrededor de mi cintura para tirar de mi hacia la superficie y mi nariz logra salir seguida de mi boca al exterior, logro respirar nuevamente.

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora