Capítulo 56

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Sin duda alguna cuando escuchaba la palabra "inframundo" esto no es lo que yo describiría.

Pero Mason dijo que para llegar al inframundo debía... debía cruzar la frontera.
Y quien hubiese pensado que en realidad la frontera fuese una puerta.

Una puerta enorme y de piedra oscura.
«Ónix.» parece gritar con fuerzas.
Una puerta enorme para una cueva gigante.
Creí que no sería algo tan..., escandaloso, pero aquí hasta el más despistado llega.

Al acercarme más, veo que no es lisa como imaginé, no. A lo largo de esta hay lanzas.
Lanzas con la mitad de la cara de un león y un cordero uniéndose para formar uno mismo.

La verja se ve pesada, y ahora que estoy lo suficientemente cerca, puedo sentir la corriente que parece envolver al lugar.
Y sé que es el llamado del inframundo. El llamado que hace a las almas de todo el mundo.

El sonido de algo al ser arrastrado y lo que parecen ser varios pies al moverse por el suelo llaman mi atención.
Curiosa, trato de buscar de dónde proviene el sonido y cómo si estuviera de algún modo ciega hasta ese momento y como si de un velo se tratase, mis ojos logran verlos por fin: hay miles de almas a mi alrededor.
Tanto afuera como adentro.

Jóvenes y viejas, algunas demasiado jóvenes para tan siquiera estar aquí, pero conozco el mundo y sé que puede llegar a ser cruel con los más vulnerables, no todos tiene el respeto a la vida que debería ser permitido poseer.

Todos van vestidos del mismo modo y no parecen ver nada más que no sean las enormes puertas.
Una chica se ha acercado a mi lo suficientemente para que pueda tocarla, y cuando mi piel choca con la suya, suelto un jadeo.

Se siente fría, casi a punto de la congelación.

—¿Dónde...? —pregunta y por un instante creo que se está dirigiendo a mi, pero cuando nuestros rostros quedan frente a frente, me pasa de largo.

Y ahora lo entiendo: para ellos, yo no existo, nadie existe aquí.
Ellos no pueden verme ni hablarme, y si no pueden hacerlo, ¿a quién demonios puedo pedirle indicaciones?
Los muertos parecían ser mi única salvación aquí, algo así como una..., una guía para muertos por parte de los muertos.
Pero al parecer, me he quedado sin mis Barbie guía.

Genial.

Camino con ellos tratando de evitar tocarlos, pero a medida que nos vamos acercando a las puertas, el camino se va reduciendo y los cuerpos, o mejor dicho, las almas comienzan a juntarse en fila india listas para ingresar.

Y aquí va mi primera experiencia dolorosa y eso que aún no he entrado.
A este paso voy a terminar más muerta de lo que entré, y hasta eso si es que logro atravesar todo este amasijo de almas.

El paisaje es algo extraño. Es como si Elmo hubiese vomitado aquí.
Es un paisaje común y corriente, sólo que aquí todo es tierra roja y nubes grises, pero no el tono gris que promete un día lluvioso para acurrucarse, sino un gris..., enfermo y pálido. Algo así como la premonición de una desgracia.

El terreno se extiende hasta donde la vista no alcanza, y sé que las enormes montañas que se alzan a lo lejos, es mi destino.
No sé..., no sé cómo estoy tan segura de ello pero ahí debe de estar el palacio de Henry.
El verdadero palacio.
El lugar donde nos estamos quedamos en el Páramo es un simple lugar de descanso, él me dijo que solo va a ese lugar cuando hay problemas, y dado que estoy muerta cuando no debería de estarlo por culpa de una diosa..., bueno, eso sin duda alguna debe ser un problema, ¿no?
Esta es su verdadera casa, su verdadero dominio.
Y aquí se encuentra todo lo que necesito para salvarle, y ahora que lo pienso, esto no es bueno.
Que el palacio esté allá y yo esté acá..., eso sólo quiere decir que en realidad no he cruzado al inframundo, aún estoy en la frontera o camino a ella y según por lo que dijo Mason, aquí es donde más debería de tener cuidado, pero no lo entiendo, ¿de qué?

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora