Capítulo 21

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Su mirada es como una carga pesada sobre mi, y cuando los perros se detienen, trago saliva.

Son enormes. Y se ven deseosos de darme una enorme mordida.

Tomo al gatito entre mis dedos rescatándolo del suelo y en verdad me alegro que el dóberman en verdad aprecie la vida de la bola de pelos.
Porque de ser lo contrario, yo estaría en estos momentos sin algún dedo. Inclusive sin la mano completa.

—¿Quién eres? —digo en su dirección y algo en su rostro me grita familiaridad, pero es imposible que le conozca de algún lado.

Y a pesar de eso, es como si lo hubiera visto en alguna imagen o recuadro. Me suena de algo, pero mi mente no parece recordar.

—¿No sabes quién soy? —me pregunta a su vez y no sé si su expresión de incredulidad es genuina o simplemente me está tomando del pelo.

—Julián, que agradable sorpresa —la voz de Morgan llega desde los alrededores y veo como se encrespan los dos perros de mi acompañante, soltando un gruñido—. Y qué molesto de tu parte el aparecer.

—Pero si no es más que otro de los perros guardianes de Henry. Vaya, vaya, y yo creí que ya estabas desterrado y bajo tierra. Muerto. Claro, en el mejor sentido posible —sonríe ampliamente con una sonrisa completamente depredadora—. Sabes a lo qué me refiero. Con esta extraña condición que sufrimos...

—¿Qué haces aquí? —le interrumpe con la voz tensa y toma un paso más cerca de mi, cubriéndome levemente.

—Nada en especial, un pequeño paseo por mis tierras. O lo que pronto serán mis tierras —sonríe ampliamente de manera despreocupada. Casi indolente—. Si ustedes no lo logran y todo esto cae...

—Será mejor que te vayas —le sugiere Morgan y el gruñido del dóberman no me pasa desapercibido.

Una advertencia. Suave, pero peligrosa.

—¿Eso que huelo es miedo? —susurra aspirando fuertemente y me pongo tensa al ver sus dientes, todos parejos y blancos.

Demasiado blancos para ser reales.

—Vete, Julián —vuelve a repetir Morgan y el dóberman avanza otro poco—. Cuando sepa Henry que estás aquí, no creo que quieras descubrir exactamente lo qué te va a suceder.

—Ay, ustedes siempre tan amenazadores pero nada de acción —le pincha y un repentino frío cae sobre nosotros—. ¿Qué es... esto?

La niebla se vuelve más espesa y la oscuridad parece tragarlo todo.
Mi corazón se dispara por el miedo y al bajar la vista a mis pies y ni siquiera distinguir algo bajo ellos, la sangre está rugiendo en mis venas.

El gatito suelta un suave maullido en mi mano y al mirarlo, sus ojos azules son suaves, tranquilos.
Busco a tientas el cuerpo de Morgan y cuando siento piel cálida bajo mi mano, me aferro.

La oscuridad nos envuelve con fuerza y de ella salen gruñidos, dolor y gritos de lamentos.
Mi piel se eriza al escucharlo y mi respiración se vuelve trabajosa.
Nunca me ha gustado particularmente la oscuridad y el saber que no puedo salir de ella...

Una brisa fresca sopla suavemente llevándose la oscuridad y la niebla, y cuando queda despejado, ellos han desaparecido.

—¿C-cómo...? —tartamudeo y aprieto mi agarre—. ¿Qué fue...?

—Vamos —se limita decir y siento su mano sobre la mía.

Con cuidado separa mis dedos de su brazo y ahí dónde lo tenía agarrado, veo marcas de uñas.
¡Cielos, yo...!

—Lo-lo lamento —susurro y trago saliva con fuerza—. No quería...

—Estoy bien —niega envolviendo su mano en la mía—. Venga, regresemos a la casa.

—¿Me dirás que fue todo eso o...?

—Esos no son tus problemas. Y en cuanto a Julián... es una persona muy chunga. Le debieron de soltar del manicomio en el que lo tenían.

Veo que el dóberman ha desaparecido, pero el gatito sigue enroscado en mi mano con los ojos cerrados.
Y de su suave cuerpo sale... un ronroneo.
Está durmiendo.

—¿De quién es? —pregunto y veo aparecer en la expresión seria de Morgan una sonrisa ladeada al ver a la bola de pelos—. ¿Y el dóberman?

—Cheytthan vive aquí junto con Storm —me explica señalando al gatito—. Y son de Henry. ¿Podemos olvidarnos de esto? ¿Por favor?

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué fue todo...?

—'Ypno —el griego suena suave en su lengua y antes de poder descifrarla, de mi cuerpo se adueña una enorme pesadez.

Mis piernas amenazan con ceder y cuando me inclino peligrosamente hacia el suelo, siento unos brazos rodearme.

—¿Qué...? —susurro mirando los ojos de Morgan, pero solo logro divisar entre la bruma sus labios con una palabra en ellos.

«Duerme

El secreto de los dioses [M. I #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora