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4:00h...

Kendra se levantó de la nada. No recuerda haber soñado absolutamente nada. Estaba en su cama junto a Ernesto que también dormía. Se dio cuenta que seguía puesto el vestido negro pequeño y su maquillaje ahora estaba esparcido por su rostro como si una bebé se lo hubiera puesto. Al intentar levantarse de golpe, le entró una punzada tremenda en la cabeza. Era su resaca, se levantó poco a poco. Ya no se escuchaba música, ni bulla, al parecer la fiesta ya había terminado. Todo eso le trajo nostalgia, cuando era una chica de diecinueve años que llegaba inconsciente de las fiestas para despertarse sin saber qué día era. 

Necesitaba beber mucha agua, ya que tenía mucho alcohol en la sangre, o más parecía tener sangre en alcohol. Caminó con calma hacia la cocina, sabía que nadie estaría ahí. Pasó por la habitación de sus padres que estaba media abierta y los vio tirados como muertos en su cama con la ropa de la fiesta. Por un momento pensó que en serio estaban muertos hasta que vio que su padre se dio la vuelta para abrazar a su esposa. 

Después de beber, fue hacia la sala y se acostó en el sofá gigante de la mansión. Ese sofá le traía muchos recuerdos: ahí jugó, saltó, la golpearon, cogió y peleó numerosas veces. En ese momento, escuchó los pasos de alguien. Volteó vio a su otro hombre en las escaleras que parecía un ser espiritual bajando del cielo. Cuando Sergio la vio, ya no pudo moverse más. Kendra volvió a sentir necesidad de irse en su encima. Reconoció cuánto lo había extrañado y cuánto lo amaba. 

El chico aún conservaba su miedo de adolescente: el rechazo. Debido a los muchos años que habían pasado y a su inseguridad, pensó que tal vez Kendra ya no sentía lo mismo. Obviamente, se equivocaba, pero Sergio es de las personas que prefieren pensar en negativo para no decepcionarse consigo mismo. Por eso que él no vive, solo sobrevive. 

-Buenas noches. -Dijo este mirando al suelo.

-Hola. -Respondió con dulzura. -Has cambiado.

-Claro...han pasado doce años. 

Sergio se dio media vuelta para volverse, pero esta lo llamó para que no lo hiciera. Corrió como niña desesperada hasta alcanzarlo y prenderse de él para besarlo profundamente. 

En ese momento, el hombre, aunque sabía que debía, no pudo ni quiso dejar pasar aquel instante. La extrañó tanto, que no podía enojarse por haberle mentido, su felicidad por volver a estar juntos era más grande que su decepción. Temía mucho que sus sentimientos hayan cambiado y ya no lo ame como él lo hace. Es que Kendra es la única mujer que ha amado, y no duda que así será para siempre. 

-No te vuelvas a ir así.

-Lo prometo mil veces, cariño. Vamos a los viñedos y hagamos el amor ahí como antes...

La pareja estuvo decidida a irse a los viñedos, pero cuando abrieron la puerta apareció Dayra, que aún tenía puesto el vestido de Kendra. Qué hacía su padre con la supuesta muerta...tomados de la mano. Inmediatamente, estos se soltaron.

Kendra vio a una mini Liliana con mirada maldita. Se sorprendió de ver tanta similitud física. De pronto se sintió en los 90s de nuevo, cuando Liliana tenía ese mismo rostro. 

-Qué haces. -Le preguntó su hija.

-No, tú qué haces despierta a esta hora, deberías ir a dormir. 

Dayra comenzó a mirar a su tía. La desgraciada es guapa, pensó, con razón todas las mujeres de esta casa, excepto Camila y Emiliana, hablaban de ella. 

-¿No me la vas a presentar?

Sergio, a pesar de que era su padre, no podía negar que a veces sentía inferioridad con su propia hija. 

-Kendra, ella es Dayra, mi hija. -Dijo sin ganas. 

Kendra saludó con una sonrisa incómoda. 

A la niña no le agradó su tía. Tal vez era porque siempre le hablaron porquerías de ella, o tal vez porque era muy bonita y ya le había cogido envidia; o tal vez porque la vio tan cerca de su padre que pensó que estos escondía algo prohibido. La niña es tan agrandada, que puede imaginarse en las cosas más bárbaras. 

Sergio tenía que hacer algo para que la menor no sospeche nada y corra con el chisme. 

-Bueno...Dayra y yo ya nos vamos, buenas noches, Kendra. 

Este se llevó a su hija y tuvo que despedirse de su amante con un seco "buenas noches".

Pinche chamaca, dijo internamente, ni te conozco pero ya me caes re mal. 

La mujer volvió a su habitación y vio a su novio despierto colocándose ropa de deporte. Su corazón casi se le sale cuando vio esos abdominales bien marcados y fuertes. Qué hombre, pensó.

-¿A dónde vas?

-A correr, son las seis.

En ese momento se dio cuenta que ya el sol ya estaba saliendo. Tan rápido ya se había pasado el día. El tiempo se corre cada vez más rápido. 

-¿Desde cuándo sales a correr?

-Me desestresa. Además me gusta ver el amanecer en los viñedos. Por qué no vamos juntos.

Kendra pensó que debería descansar, debido a que no duerme desde que regresó a la ciudad. Pero se había metido tantas anfetaminas que su efecto aún no se le quitaba, aún tenía energías para seguir despierta unas ocho horas más.

-Está bien. -Respondió. -Voy a buscar ropa deportiva en mi recámara de antes y salimos. 


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Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora