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Viernes

9:00h...

Estaba muy hermosa para un día terrible, pensó Kendra. No podía creer que sus bebés se iban a casar. Ni si quiera creía que estaban juntos. Aún recuerda cuando los dos eran unos niños adorables y bondadosos. Le hubiera gustado mucho que se hayan conocido cuando eran niños...Y que ese amor prohibido nunca haya existido. Ahora estaba en el hotel, mientras Loreto, quien había llegado la noche anterior; la terminaba de maquillar. 

-¿Has desayunado?

-No. -respondió esta. -No me apetece nada. 

De pronto escuchó un grito de emoción que venía de otra habitación de la suite. Los primos lo siguieron y entraron. Estaban Luciana con Andrea junto a la novia.  Se quedó inmóvil al verla así. Su hermanita a la que bañó y le cambió los pañales, estaba con un vestido blanco de princesa lista para casarse.

Camila se levantó y corrió hacia ella para abrazarla.

-¿Me veo bien, cierto?

Las lágrimas que Kendra intentaba resistir, fueron suficientes para responderle. La novia salió con sus sobrinas para tomarse fotografías en la sala. Cuando se quedaron solos los primos, Kendra, ya no pudo contener las lágrimas.

-🎵Schoolbag in hand...

-Ay cállate, cabrón.

Loreto vaciló y fue a consolar a su prima, mientras le arreglaba el maquillaje.

-No podemos arruinarlo. -Dijo esta.

-No lo haremos. Esto se quedará así para siempre.

-Pero algo tenemos que hacer después ¿Qué sucede si queda embarazada? Jamás lo resistiría, Loreto ¿Un nieto y un sobrino a la vez?

-Kendra, escúchame. -Cogió de su rostro. -Nunca haremos nada, sí? Este matrimonio prohibido sucederá y nadie, ni si quiera el Estado, se enterará...Los niños están enamorados. Si le decimos a Camila la verdad, acabará con su vida.

-¿Cómo rayos estás seguro?

-Camila es mi hija también, y la conozco. Es una niña sensible aunque quiera negarlo. 

9:35h...

Mark se había quedado solo en el penthouse para no ver a la novia. Mientras se arreglaba el traje ya puesto, dejó de hacerlo cuando abrió su cajón y se encontró con dos fotografías: Una donde salía él mismo de pequeño con su mamá y otra donde salía Camila de pequeña con su hermana. A los dos se les veía felices y ella también de estar con ellos. Entendió entonces que la que más sufría aquí, era Kendra que se encontraba contra la espada y la pared. 

Él conocía a sus sentimientos, y sabía que lo que sentía por Camila era amor verdadero. Por lo que no podía arrepentirse, ya que nunca antes se había enamorado de verdad. Pero por otro lado, se sentía culpable de haberse ocasionado el peor problema de su vida y de las personas que más ama. Sabía que en minutos se convertiría en el esposo de su tía, que ambos podrían ir a la cárcel si el Estado de Nueva York se entera; y que todos los que saben de ello, nunca más los verían de la misma manera. 

De pronto escuchó el sonido de su ascensor. Alguien había entrado sin que le hayan avisado por el tele comunicador. Seguro era Kendra, o Loreto, o Camila, o Arturo. Avanzó hacia su sala y se sorprendió no solo porque no era ninguno de los cuatro que se había imaginado. Sino porque ella estaba allí mirándolo como si lo conociera desde hace tiempo. Pues él ya la conocía y ya la había visto, pero jamás a solas. Tenía puesto un vestido corto, apretado y escotado de color verde con estampados plateados, que obviamente solo usaría si tiene algún evento, como su boda. 

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora