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Justo cuando Javier ya había aprendido lo que en realidad significa ser padre. Y justo cuando ya había aprendido a amar y valorar a su hija, la pierde. Aquella llamada le provocó un dolor inmenso en el pecho, que felizmente no llegó a peores condiciones. 

Enterraron a las hermanas juntas y al costado de Emiliana. Los esposos habían escuchado todo el buzón de voz que Liliana les había dejado, por lo que ya sabían que tenían otro nieto. Hasta ahora no sabía cómo reaccionar ante ello. Solo podían preguntarse cómo fue posible que Kendra haya escondido eso tanto tiempo y que Arturo la haya ayudado. 

Kendra nunca le dijo a Ernesto que es madre de Mark. Así que le explicó lo que había pasado sin mencionarlo. Y a pesar de que le contó que Luciana le disparó a Liliana, este no hizo nada al respecto. Al contrario, abrazó a su mujer y agradeció porque seguía con vida.

Kendra y sus hijas habían llegado a la mansión el mismo día del suceso. Sin embargo, nadie habló con nadie. El trauma y el asombro de todos ahí, les impidió hacerlo. 

Después de dos semanas de llegar a la mansión, Luciana no ha podido dormir tranquila. No comía ni prestaba atención en las clases. Tenía sexo con Nicolás de una manera aburrida y había conocido al cigarrillo. Ernesto sabía que desde ese día, su hija parecía una zombie. Una noche entró a su habitación para hablar con ella, pero la encontró en el armario desarrollando su técnica anti "ataques mentales". La encontró atada sus tobillos y su boca para que nadie la vea enloquecer con una crisis. El hombre se traumó y esa noche también se enteró del trastorno que padecía. 

Desde ahí, Ernesto quiso llevar a Luciana a un psicólogo, mas esta no estaba dispuesta a contarle sobre el asesinato a cualquier desconocido. La niña le contó que tenía un psicólogo de confianza en Inglaterra. Pero en realidad, era el mismo psiquiatra que le diagnosticó esa enfermedad cuando solo tenía diez años. Era la única persona a la que le hablaría sobre el asesinato. Ernesto creyó que era un psicólogo simple y lo contrató para que trabaje en Estados Unidos y solo para Luciana.

Dayra, quien es la más afectada, ya no es la alumna aplicada. Julia y Javier obedecieron a su pedido y el año que viene, dejará de ir a la escuela y hará homeschooling. Pues se había convertido en una niña anti social. La niña aún no sabe que Luciana mató a su mamá, pero la envidia y el odio habían aumentado. Por la simple razón de que tiene a su novio y tiene a sus padres. Poco a poco, la pobre huérfana comenzó a psicosearse, y sus abuelos lo notaron. La pareja inteligente en los negocios, pero ignorantes en la medicina, optaron por darle pastillas sin antes llevarla con un profesional. Y como toda persona que consume ese tipo de medicamentos, la niña resultó ser dependiente de ello. Cada día que pasaba, ella misma le aumentaba la cantidad del consumo, hasta dejar de provocarle el efecto sanatorio, y solo convertirse en una droga. 

Han pasado cinco meses ya después de aquella tragedia. Había llegado la mejor temporada para todos, excepto para los Altamira que aman el frío, es decir, el verano. Kendra no lo superaba. Tomaba sus pastillas tranquilizantes más a menudo, sobre todo porque desde ese terrible día, Mark ni siquiera la ha llamado. A veces, Kendra dejaba a Luciana en la mansión de Nicolás tres noches seguidas con la condición de que hable con Arturo y le pregunte cómo está Mark. Ya que Loreto tampoco supo más de su sobrino y no podía contarle ninguna noticia a Kendra. En sus redes sociales encontraba fotos con sus amigos, en discotecas y en otros países. Se le veía super feliz pero ella sabía que aún seguía sufriendo.

Por su parte, Arturo iba a Nueva York más seguido a consolar y pasar el rato con su nieto. Ahora que ya no está del lado de Kendra. A pesar de la riña que existe entre él y los Altamira, trataba de convencer a su nieto que se reconcilie con Kendra. 

Mark no es de esos chicos que por amor se mata y entra en drogas, felizmente. Su última novia fue Camila. Y a pesar de que las universitarias de su edad se lanzaban a él, este les hacía caso una noche y al día siguiente ni siquiera las miraba. De lunes a viernes se esforzaba en sus estudios y si no tenía fiestas los fines de semana, utilizaba esos días para llorar y lamentar la muerte de su amada. Ya que Camila no está con él, ahora trata de sentirse feliz con su generación. Ahora va a esas fiestas universitarias donde si no metes la pelotita en el vaso tienes que beber: el famoso "beer pong". Ahora sale con sus amigos y viaja con ellos, juega videojuegos y va a los partidos de basketball y futbol americano. Y, graba a las porristas. Había regresado a ser un chico de dieciocho años, diecinueve ya. Digno de divertirse y vivir la buena vida. Sin embargo, nunca dejó el edificio y hace un mes, se estrenó el "Camwolf". Jamás lo dejaría, eso siempre le recordaría a ella.

21:40h...

Ernesto había decidido cenar solo a esa hora, para no sentir más tensión. Mientras se subía escuchó las voces de sus suegros que venían de la oficina que estaba cerrada. Desde que era un niño, le entró curiosidad saber qué se hablaban estos dos, pues siempre los vio como una pareja misteriosa. Era consciente de que si estos se enteraban que los estaba espiando, estaría jodido. Pero aún así, obedeció a sus deseos de chismosear. 

Se acercó a la puerta y empezó a escuchar claramente. 

-¿Cuándo vas a hablarle? -Preguntó Julia.

-Yo no le voy a decir nada.

-¿Cómo que no?

-¿Y qué quieres que le diga, eh? Si eso ya pasó hace años. Ese chamaco ya creció. 

-Actúas como si lo que ha sucedido no tuviera relevancia...Kendra tuvo un hijo a los catorce años y no lo sabíamos, mi amor. No puedes permitir que ese niño se nos acerque. 

Y en ese momento, la furia de Ernesto lo obligó a explotar todo lo que sentía en su habitación.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora