💜66

5 0 0
                                    

Loreto imaginaba que Kendra vendría con sus alucinaciones como siempre. Es por ello que se preparó un café cargado y una copa de vino tinto. Mientras esperaba tranquilamente, quiso mirar su teléfono; pero el ascensor se abrió. Vio a su prima que parecía una puti chica tumbr junto a su hija que estaba a punto de romperse. La tranquilidad se extinguió.

-Órale... -Exclamó con la boca abierta. -¿Qué demonios les pasó a ustedes dos?

Entraron sangrientas, despeinadas y temblando. Como si fueran zombies que recién salían de sus tumbas. Loreto prendió la luz de la sala y ayudó a acostar a la niña ahí. Cada vez que su piel chocaba con algún objeto, esta gritaba del dolor. 

-¡Mierda! Parece que se metió un tanque de nieves. 

-Sí, está muy drogada. 

Loreto ejecutó su poca pero básica y eficiente sabiduría en primeros auxilios que la experiencia le había enseñado. Con agua y sal, limpió las miles de heridas abiertas; con hielo calmó el dolor de sus extremidades, y luego la cubrió de apósitos. Finalmente, su técnica favorita de primeros auxilios: Maquillaje. 

Le dieron una pastilla para que se duerma, y ya no sufra del dolor. 

Después de una hora y treinta minutos de emergencia, los primos se sentaron en el bar del departamento...a beber con moderación.

-Ahora habla ¿Qué le hiciste?

-Yo no le hice nada. Al contrario, la ayudé.

-¿Fue en una fiesta?

-Sí, presentía que algo malo iba a pasar. La encontré borracha, inhalando cocaína y besando a otros tipos. Pero, todo se jodió cuando vio a la pendeja de Dayra besando a Nicolás.

Loreto casi se ahoga con el vino al escuchar lo último. 

-Y hubo bronca entre ellas...

-No solo entre ellas dos. Fue Luciana contra el grupo de Dayra. Es por eso que hice todo eso. 

-¿A qué te refieres con todo eso?

Kendra demoró en responder, pues era consciente de su acción macabra.

-Hice un tiroteo en la fiesta. 

El primo reaccionó mudo. Muy extraño en él.

-Un tiroteo. -repitió. -Un shooting.

-Sí.

-Como lo de Columbine en el noventa y nueve.

-Ajá. 

-Como cuando un resentido social de quince años entra a su escuela y mata a todos.

-¡Qué sí!

Loreto no se lo podía creer, y tanto fue su asombro que soltó una pequeña carcajada.

-Qué vergüenza. -Es lo único que pudo decir. 

-El baño donde atacaban a Luciana estaba cerrado. Tuve que entrar destruyendo la cerradura a balazos, y fue ahí cuando todos lo escucharon. Yo entré a rescatar a mi hija y las chamacas esas me vieron la cara y entonces...Tuve que hacerlo. 

-¿Y Dayra?

-No...A esa la saqué del baño antes. 

-Entonces...Solo esas niñas te habían visto.

-Sí, nadie más lo hizo, estoy segura. Cuando Luciana y yo salimos, ya todos habían escapado. 

-Ok. Eso quiere decir que no hay nada de qué preocuparnos...me refiero ante la Ley. 

-No, sí hay algo...Y tú tienes que ayudarme. 

La mente de Loreto le hizo una lista de posibilidades que sean la causa de ese "algo".

-Tienes que hablar con Dayra. Luciana dijo la verdad.

-¿Qué verdad?

-Que ella mató a Liliana y que Félix está muerto.

Ahora sí que Loreto estaba preocupado.

-¡Qué niña para más tonta! Igual que tú. -Susurró.

-¿Ah?

-Nada. -Volvió a beber. -Hablaré con Dayra, tranquila. Le diré que no diga nada y te prometo que la voy a convencer.

Kendra cubrió su rostro con sus manos para jadear de lo harta que se sentía. De pronto comenzó a llorar.

-Debí quedarme en Washington. Luciana hubiera vivido sin mí en la mansión, y ni yo ni ella ni nadie estuviera jodido.

-Querida...

-Todo lo malo que sucede es por mi culpa ¡Nunca debí regresar!

-¡Kendra! -Gritó él. -Tú regresaste para vengarte de tus padres y de Liliana.

-¿Cómo puedo vengarme si cada día aparecen más problemas que debo resolver primero?

-¿Acaso no te das cuenta de que Liliana ya está muerta?

Necesitaba que alguien se lo diga para que recién reflexione.

-Tú le ganaste, Kendra. Pasaste por humillaciones, heridas y hasta casi la muerte...pero te vengaste de Liliana.

-Pero perdí a Camila y Emiliana.

-Las veganzas nunca son impecables como se cree. Quien logra su meta, ha tenido que sacrificar a muchas cosas o personas.

Loreto tenía razón, y eso no le gustaba. Ya no quería sacrificar a nadie más. Solo quería tener una vida normal.

-Me rindo. -Dijo esta. -Qué Julia y Javier hagan lo que quieran. Ya no me importa.

-Whatever...

A Loreto no le interesó lo que haya dicho por más grave que parezca. Conocía Kendra mejor que ella misma. Sabía que nunca podría escapar ni de su odio y obsesión hacia sus padres, ni de su trastorno mental. Sabía que estaba condenada a vivir la vida de forma anormal e inestable. Según él, pase lo que pase, Kendra nunca conocerá la libertad.

Pero nunca es malo soñar.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora