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Ya era hora de comportarse como un adulto, de tener algo de amor propio y esforzarse por recuperar a su familia.

Reconoció que las drogas y alcoholismo eran obstáculos para esas metas, y entonces decidió pasar dos semanas sin ellas, como un comienzo. Lo logró. Se sintió muy feliz al final, pero el proceso, obviamente; que fue perturbador. Siempre sucede cuando un drogadicto trata de salir sin ayuda profesional.

Durante las dos semanas no salió de la mansión, a las justas de su habitación. También estuvo dos semanas sin prender el teléfono, para no recibir llamadas de Loreto; que ya sabía que era él quien le había incitado a que consuma todo este tiempo. Por lo tanto, durante esas dos semanas, no supo nada de ellos ni de su familia. Casi muere en una depresión. Ha sido la depresión más grande que ha tenido en su triste vida. Lloraba todos los días. No salía de su habitación, ya que no quería ver a nadie. Tampoco comía y si no lloraba, se echaba a dormir. En dos semanas perdió como diez kilos. Casi todos los días sentía la necesidad de consumirse algo, era como si un demonio le gritara a que lo haga. Hasta ahora no cree cómo lo logró sin caer.

Hoy era domingo por la noche. Hoy se cumplían dos semanas. Era un gran logro que se sentía superior. Aquellas dos semanas habían sido infernales. Hoy seguía en pijamas después de haberse duchado cinco veces como lo estaba haciendo últimamente. Porque según ella, la distraía de pensar en consumir. En eso, alguien tocó su puerta. Por un momento, sintió miedo de abrir, ya que tal vez era Loreto con drogas en la mano, o tal vez una alucinación. Cuando permitió el acceso, era su padre.

20:50h...

-¿Cómo estás? Sé que hoy se hacen dos semanas de abstinencia.

No pudo negar que se sintió muy bien que su padre le pregunte cómo estaba. Nadie en esa familia lo había hecho antes. Era una pregunta tan común, pero daba mucho bienestar.

-En realidad, fue trágico.

-Eso es parte del proceso. Pero tranquila, que el tiempo pasa volando. Verás que muy pronto todo ese malestar que sientes se irá. Buenas noches...

-Oye. -lo detuvo. -¿Tú crees que pueda conducir hasta Atherton? Son casi treinta minutos.

-Kendra...

-Ernesto y las niñas están ahí, y...Ya no soporto estar un minuto más sin ellos.

-Bien, pero permíteme primero revisar tu auto, sí?

Kendra asintió. Se vistió y se maquilló después de mucho tiempo. Se sentía una niña que recién probaba el maquillaje. Javier entró al auto de Kendra, y tal como se lo esperaba; había droga escondida que Kendra dejó algún día por ahí.

-Conduce con mucho cuidado, por favor.

Javier sintió un impulso de abrazar a su hija, y esta igual. Pero por miedo a ser rechazados y contradecir sus creencias, se dieron media vuelta.

21:30h...

Se sabía la ruta, así que no podría perderse. Llegó rápido, ya que la distancia en auto no es muy larga. Finalmente, vio la casa de los Montenegro que aún se conservaba muy bien, a pesar de que nadie vivía ahí desde hace tiempo.

Cuando estacionó su auto, prendió su celular después de dos semanas. Los mensajes de Loreto y de Mark y los correos de trabajo hicieron que el teléfono no pare de sonar. Pero vio que ni Ernesto ni Luciana la habían llamado.

¿Cómo entrar? Fue lo primero que se preguntó. Ya no habían sirvientas ni guardianes, solo Ernesto y sus hijas. No quería que él sepa que está ahí, porque sabía que no la dejaría entrar.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora