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20:00h...

Era una terrible hora para ir al cementerio y ellas lo sabían. Pero aún así preferían ir y sentir miedo. El miedo las ha acompañado tanto tiempo, que aunque no lo soporten, algo en ellas quiere que se quede en sus entes.

Cuando Liliana estacionó su auto, vio que el de su hermana también estaba ahí.

Kendra recién terminaba de acomodar las flores en la tumba de Sergio. Era la primera vez que iba a un cementerio a dejarle a flores a alguien. No sabía por dónde empezar la conversación con un muerto.

Liliana, que ya sabía dónde estaría Kendra, fue tras ella con cuidado. La encontró exactamente donde se imaginó. No se sentía sorprendida.

-Perdón por no haber venido antes. -Dijo Kendra a la tumba. -pero han pasado tantas cosas que no quiero ni salir de la mansión...Nunca te dije que tuve un hijo a los catorce años. Tenía miedo por mí y por él; y preferí esconderlo. Se llama Mark y ya tiene dieciocho años...no sé cómo hubieras reaccionado si sabrías esto de mí.

Mientras Kendra le contaba todo al difunto Sergio, a Liliana le entró rabia de que tenga el descaro de ir a ver a ese hombre que nunca fue suyo. Quiso irse en su encima y golpearla infinitas veces. Pero prefirió escuchar todo.

Ya con las lágrimas en el rostro, Kendra continuó hablando.

-Mark se ha enamorado. Se ha enamorado de verdad y tú sabes que cuando alguien se enamora ya no puede resistirse...se ha enamorado de Camila, y ella está enganchada con él.

Liliana ya lo sabía, pero oírlo desde la boca de Kendra era diferente. No habían mentiras que tal vez arreglen la desastrosa situación. Kendra había confesado su verdad igual a la que Arturo le contó.

-Yo los amo mucho a los dos, pero no puedo aceptar eso y no sé qué hacer.

Kendra lloraba cada vez más.

-Estoy sola en esto. Aunque Loreto sabe, no es el indicado para hacerle consuelo a alguien. Y ya no soporto este dolor. No puedo decirle a Ernesto nada...y tampoco te tengo a ti. Me haces mucha falta, Sergio, te necesito aquí!

Liliana comenzó a hacerse un debate interno ¿Salgo o no salgo? Era muy tentador la primera propuesta, pero muy inteligente la segunda. Reconoció que estos últimos días, se había comportado como una mujer muy madura y correcta, y hasta ella misma sabe que no es así. Ya era hora de echarle salsa picante a sus tacos.

Dejó las flores a un lado, y salió del escondite.

De pronto Kendra dejó de llorar y pensar en Sergio cuando vio a Liliana aparecerse y avanzar lentamente hacia ella. Con la mirada relajada pero a la vez con odio. Se quedó inmóvil.

-¿Qué haces hablándole al espíritu de mi marido sobre tu hijo, Kendra?

-¿Escuchaste todo? -Preguntó asustada.

Empezó a sentir un nudo en la garganta, ¡pues Liliana había escuchado todo! Sus pensamientos futuros desaparecieron por completo como si ya no existiera un futuro para ella. Liliana comenzó a reírse.

-Igual, ya lo sabía.

-Y quién te lo dijo...¡¿Quién te lo dijo, perra?!

-No creas que eres una experta escondiendo personas.

-¿Fue Loreto? ¿Arturo? ¿¡Quién?!

-Oye tú sí que tienes un equipo de guerra, eh.

Los nervios de Kendra se electrocutaban como si hubiera bebido mucho alcohol. Se sentía violada. Siempre siente eso cuando alguien se entera de un secreto que no quiere que se sepa. Sus lágrimas se aceleraron, y su personalidad agresiva empezaba a activarse.

-Querida, deberías estar pendiente de los niños que ya habrán tenido muchos revolcones y en cualquier momento, la enana terminará en cinta. ¿Te imaginas ser abuela y tía al mismo tiempo? Híjole, Kendra.

-¡Ya cállate!

Kendra fue tras su hermana y le aventó una bofetada, y justamente el anillo de matrimonio de Kendra golpeó el rostro de Liliana. Su sangre empezó a chorrearse. A la chica no le importó, y continuó. Jaló de su chaqueta y le habló mirándola a los ojos.

-Pobre de ti que le digas a alguien sobre Mark ¡Si te metes con mi hijo, te mato!

Pero Liliana la apartó de un empujón y ahora ella le estampó una bofetada. Inmediatamente la empujó hacia el césped y empezó a darle patadas en el estómago. Entre tantos gritos, Kendra recordó cuando ella le hizo lo mismo a Luciana. Ahora sabe lo que se siente.

-Más bien. -Jaló de su cabello para atraerla hacia sí. -Pobre de ti si le cuentas a alguien sobre esto.

Por último, Liliana golpeó la cabeza de Kendra contra el césped. Se acercó a la tumba de Sergio.

-Es una pena que no puedas ayudar a tu amor, querido. Ojalá que te sigas quemando en el infierno.

Con la mejilla sangrienta, pero ganadora y exitosa, dejó a su hermana inundándose en el dolor tanto físico como mental. Ya estaba lista. Ya era ahora. Ahora nada ni nadie la detendría.

-Es hora de comenzar con la tragedia.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora