💜43

10 0 0
                                    

Una semana después...

Camila finalmente comenzaba a sentirse bien en su propia vida. Al fin su esfuerzo y dedicación a los estudios estaban dando buenos resultados y ya se sentía más valorada por el mundo. Desde que empezó a trabajar para Arturo, no puede negar lo bien que le ha ido. No solo por saber hacer bien su trabajo, sino también, por la buena energía que ahora transmitía, lo que lograba que todo y todos actúen a su favor. Aún así, tenía un deseo más para pedirle al mundo: Quería sentir el amor. Ese amor que no es el propio, ni amistoso, ni familiar. Es ese amor romántico que todo ser humano anhela sentir. Tal vez ahora que es más libre y que su entorno ya no sería su familia, podría encontrar la oportunidad.

Era de noche ya, pero era Nueva York: ciudad donde la acción de dormir no existe. La chica se encontraba en la última planta de su edificio que ya estaba construido, el 25. Mientras miraba la bella ciudad brillar por la noche a través de la planta que aún no tenía ventanas, se sentía orgullosa de sí misma. Sentía orgullo de estar ahí parada gracias a su propio trabajo que ella sola, a su corta edad, creó.

Su teléfono comenzó a timbrar. Era su jefe y socio Arturo.

Manhattan, 23:15h...

-Hola, Arturo ¿Viste la foto?

-Sí, el edificio ha quedado divino.

-¿Lo crees?

-Claro que sí. La construcción ya está hecha, que es lo importante. Ya conseguí al grupo de trabajadores para que se encargue de pintar todo, mañana por la mañana empezarán.

-Muchas gracias, Arturo.

-Qué va, niña. Yo soy socio y mi trabajo es aportar ¿Cuánto tiempo te quedarás?

-Una semana. Trabajaré para ti online.

-Bien, ahora necesitas dormir. Toma un té y métete a la cama.

-De acuerdo. Buenas noches, Arturo. -Colgó.

Camila encendió la linterna de su celular y entró al ascensor para salirse. Estaba lejos de su hotel, sabía que lo mejor era tomar un taxi, pero...estaba en Nueva York.

Empezó a pensar en lo que tendría que hacer mañana: Terminar de corregir su tesis de la carrera, trabajar para Arturo, ir al edificio a supervisar el trabajo de los albañiles, comprar el traje que usaría para la presentación de su tesis. Estaba estresándose. Mientras caminaba, sacó su espejo. Vio una ojera que apenas se notaba y ya se estaba desesperando. Como siempre, comenzó a sobre pensar. 27 años, aún soy joven, se dijo. ¿Estoy siendo una work-aholic? ¿debería disfrutar la vida en fiestas y con amigos? ¿Ya debería estar en casa cuidando a mi primer bebé? ¿Y si no voy a la presentación de la tesis y me quedo solo como economista?

Sobre pensar es una acción tan humana como peligrosa que podría causar hasta la muerte mediante accidentes o cuadros de crisis mentales. La chica, obviamente, había perdido la atención en su presente. En el momento en que esta cruza la pista, no miró el semáforo y pasó como si nada. La gente le gritó, pero Camila tenía la cabeza en otra parte.

Cuando reaccionó al fin, vio que estaba en medio de la pista y el semáforo en verde. Entró en pánico. Volteó y vio un auto negro en sus narices. Sintió un golpe en el estómago y luego todo se apagó. No sintió nada más.

1:35h...

Estaba en un sofá y con una manta encima cuando despertó de golpe. Miró en donde se encontraba. Era un departamento de lujo. Todo estaba tan limpio y ordenado y a su izquierda se podía ver toda la ciudad de Nueva York a través de la ventana que no tenía cortinas. Se dio cuenta que no era un departamento cualquiera, era un lujoso Penthouse.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora