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3:15h...

Los efectos del sexo y de las tachas funcionaron muy bien, pero no lograron ser más fuertes que sus preocupaciones y sentimientos reales. No podía dormir y ni siquiera estar quieta en la cama, sentía que su sistema nervioso se electrocutaba y le pedía salirse.

La niña se colocó la ropa y en silencio salió de la mansión. Se dirigió a los viñedos de los Gómez, donde solo eran ella y la naturaleza. Cada paso que daba en la tierra, la brisa fría que entraba a su cuerpo y el olor natural a uva eran como medicinas para Luciana. Es increíble como la naturaleza puede ser capaz de relajar al ser aunque no hable ni se exprese fácilmente. 

Aquella sensación de relajación y calma provocó que las preguntas que se hacía en su cabeza se conviertan en afirmaciones. De lo que se preguntaba "¿Por qué mi mamá quiere a Mark, y no a mí"  pasó a ser, "mi mamá quiere a Mark, y no a mí". Creía que eran afirmaciones dolorosas pero irremediables, y que su única alternativa para superarlas, era aceptarlas. 

-Hola, Luciana.

La niña volteó siguiendo esa voz. Era su hermano que estaba detrás de ella. No le contestó, pero este se sentó a su costado. Mark percibía que el desprecio de su hermana, pero le interesaba eliminar eso. No solo porque era su hermana, sino porque sabía que era alguien...tan especial y mágica como su madre, que tenía más poder interno que externo. Solo que aún no se daban cuenta, al menos no del todo. 

-Créeme que entiendo tu intranquilidad. -Dijo este. -Yo la tengo desde siempre. 

-¿Tú me odias? -Preguntó su hermana. -¿Por ser hija de tu mamá con otro hombre?

-Claro que no. Tampoco odio a Ernesto, solo que...es un poco incómodo verlo. Yo siempre supe de ti y de Andrea, la misma Kendra me contaba todo. 

-¿Kendra te habló de mí alguna vez? 

-Todo el tiempo. Incluso me contó la historia loca de tu muerte/no muerte. Decía que eres una niña muy igual a ella no solo físicamente, sino en todo lo que la describe a ella. 

Luciana se quedó boquiabierta. No sabía si sorprenderse de la emoción o de la confusión. Cómo su madre, la que tanto daño le ha hecho, le mencionó en otro sitio. ¿Eso era bueno o malo? Mark sabía también del conflicto que hay entre su madre y su hermana, aunque no lo veía como un conflicto. 

-Mi mamá no es mala persona. 

La niña comenzó a reírse.

-Lo dice el tipo al que lo consiente desde que es un bebé. Kendra debería estar en la cárcel, tú no sabes cómo es ella conmigo.

-Lo sé, de veras que lo sé y no justifico sus acciones, pero sí sus sentimientos...Kendra no te tiene odio, Luciana. Ella odia a sus padres...a ti te tiene envidia. 

-¿Envidia? -repitió. -¿Cómo una mujer de treinta y un años, guapa, sexy, millonaria, casada y con hijos va a envidiar a una adolescente de trece que no tiene nada independientemente?

-No digas que no tienes nada.

-Es que no tengo nada de lo que tiene ella.

-Tú tienes el amor de sus padres que a Kendra nunca le dieron. A pesar de que ella era su propia hija. Así como tú te preguntas por qué mi mamá no te demuestra amor, lo mismo se preguntaba ella sobre Julia y Javier. 

Luciana insistía en sus posición. Aún no era consciente. 

-¿Cómo te sentiste la primera vez que Kendra te rechazó? 

La pregunta fue chocante, incómoda y hasta perturbadora. Luciana recordó perfectamente aquel momento, cuando vio a su madre por primera vez y empezó a gritar de la rabia y le dijo que ella no era su hija. Recordó también el profundo dolor que sintió y que había tratado de ignorar con su presente. Su hermano vio como los ojos de la niña quería botar litros de lágrimas No necesitó oír la respuesta.

-Así nos hemos sentido los tres. Los tres hemos tenido todo material, dinero y lujos; pero nos faltó lo más importante. Para ella era el amor de sus padres, para ti el amor de una madre y para mí el amor de un padre. 

Algo en ella le decía que era cierto, pero otro algo la obligaba a que siga firme y no cambie de opinión. 

-En el fondo, sé que te quiere. Eres su primera hija. Contigo vivió el embarazo por primera vez, como si en verdad fueras la primera de todos sus hijos. 

-Ella es una bipolar. 

-La bipolaridad cambia emociones, no sentimientos...

-Ya deja de defenderla. -interrumpió. -Tú siempre hablarás bien de Kendra, porque a ti siempre te trató bien y te dio todo lo que pedías. Si te hubiera hecho lo que me hizo a mí, me entenderías. 

Luciana comenzó a llorar, tenía ganas de hacerlo de hace minutos. Su hermano decidió no insistir más. Sabía que la decisión de cambiar los sentimientos no lo podía hacer él, sino la misma Luciana quien es dueña de su cuerpo, mente y espíritu. Él solo podía ayudarla, lo cual ya hizo, y ella será la responsable de tomar esa ayuda o dejarla. 

Vio que se encogió de rodillas para llorar más. No dudó en abrazarla, y obviamente, la niña aceptó. Lo necesitaba. Era la primera vez que los hermanos compartían un abrazo. El abrazo de su hermano fue tan poderoso que sintió el consuelo que carecía, pero su cuerpo estaba ahora en una situación muy débil debido a algo tan inesperado como su vida y la de su madre. 

Cuando Mark, tocó los brazos de Luciana, empezó a preocuparse. De la nada se pusieron helados. El chico detuvo el abrazo y vio que su hermana estaba pálida y a punto de caerse. La niña, por su parte, dejó de sentir y ver, como si se hubiera ido a dormir. 

-Luciana, qué te pasa. 

Mark la llamó. Le dio pequeños empujones pero Luciana, no dio ninguna respuesta.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora