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Era la hora donde solo las almas sin paz salían a deambular por las calles y carreteras. Sergio y Liliana estaban haciendo el "amor" después de mucho tiempo. A pesar de que Sergio, nunca amó a su novia, durante la ausencia de Kendra, aprendió a disfrutar del sexo con Liliana. Pero desde que su amante llegó, aquel placer que estaba surgiendo se extinguió; y mientras este la penetraba, solo podía desear estar con Kendra.

De pronto, su celular empezó a timbrar. Liliana le dijo que no conteste pero cuando vio el nombre de Kendra en el móvil, la apartó de inmediato y contestó la llamada.

3:00h

-¿Hola? -Dijo al teléfono.

-¿Te estas follando a Liliana?

-Cómo sabe.

Sergio comenzó a fingir la llamada con otra persona, Liliana no podía saber que estaba hablando con su hermana.

-Escucho sus asquerosos gemidos.

-Sí...pasa algo?

-Quiero verte.

-¿Seguro que ahora? ¿No podemos ver eso mañana?

-No, te espero en media hora en los viñedos; en el almacén de los barriles...si no vienes, te vas al diablo.

Kendra cortó la llamada.

-¿Quién era? -Preguntó Liliana.

-Pasó un pequeño problema en la empresa y...debe arreglarse ahora.

Sergio estaba decidido en ir a verla, porque lo necesitaba y lo deseaba. Es por eso que cuando cortó la llamada, comenzó a colocarse la ropa.

-Díselo a mi papá cuando amanezca.

-Es preferible que no, ya que al no ser tan grave, lo voy a arreglar ahora para que no se repita y así Javier ni se entere.

-¿Quiere decir que te vas?

-Sí, ni bien termino vuelvo.

Sergio se colocó ropa formal para que Liliana se crea la mentira de que irá la empresa, también, agarró su celular y unos archivos para disimular. Se despidieron con un beso.

Salió en silencio, prendió la camioneta para disimular que se estaba yendo. Entonces se dirigió a los viñedos. Estaba tan oscuro, que cualquiera podría perderse, pero todos en la mansión conocen muy bien el lugar. De los cuatros almacenes que habían, Sergio supo que Kendra se encontraba en el segundo, porque siempre se metía ahí, a esconderse o a hacer cosas desde que era una niña.

Entró al almacén que estaba lleno de barriles de vinos y de botellas de los mismos. Aquel olor de la bebida eran tan delicioso que hasta lo excitaba. Recordaba cuando él y Kendra eran unos adolescentes y tenían sexo bebiendo litros de vino.

Pudo prender la luz, pero no lo hizo, la oscuridad para él era atractiva. Mientras avanzaba, al fondo del almacén, había una silla mecedora moviéndose e iluminada por la gigante Luna que se dejaba ver por aquella ventana pequeña del almacén. Al seguir avanzando, se dio cuenta de que había alguien sentada en ella. Se trataba de Kendra, que cuando se levantó de la silla y dio la vuelta para verlo, se detuvo.

Su amante lo esperaba vestida con un corsé negro que resaltaba su pequeña cintura que mantiene igual desde que era una adolescente. Y en su mano derecha, sostenía una copa llena de vino fortificado mezclado con vino rosado, esa era el mejunje favorito de su amante . Era la primera vez que lo recibía así, de repente el pantalón de su traje comenzó a apretarle por la parte de adelante.

-Pensé que estarías sensible porque voy a tener otro bebé con tu hermano, pero no, te estabas follando a esa zorra y parecías disfrutarlo.

A Sergio no le gustaba que Kendra se pusiera celosa, porque sus reacciones no solían ser pasivas. Pero le excitaba mucho y siempre que ella se ponía así, sentía una guerra entre el bien y el mal en su interior.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora