💜77 (parte 2)

11 0 0
                                    

22:00h...

Loreto había conducido sin pensar tanto, que ahora se encontraba ya fuera de Fremont. Ninguno de los dos primos sabían dónde estaban debido a la oscuridad y a la desesperación que sentían. Durante todo el trayecto Kendra no paraba de llorar y gritar auxilio, pero este seguía ignorándola. 

-¿Por qué me hiciste esto, Loreto? -Dijo llorando. -Yo siempre fui buena contigo. 

-Ya cállate. -Respondió mirando al frente. 

-¡Eres el culpable de todas mis desgracias!

-¡Qué te calles, estúpida! 

En ese momento Kendra trató de tomar el timón del auto. No sabía aún de lo peligroso que era eso, solo quería deshacerse de él e ir tras sus hijos. Mientras Loreto intentaba defenderse, el auto comenzó a irse de un lado a otro. Ninguno ya no tenían las mismas fuerzas de pelear, se notaba que lo único que querían era escapar de todo lo que les rodeaba. Sentían asco de seguir viviendo. Pero por suerte, involuntariamente, Loreto sacó las llaves del auto y este se detuvo en medio de la carretera. Los dos se quedaron en silencio y quietos igual que la ciudad oscura. Aquel silencio provocó que Kendra continúe con su llanto. 

-Yo confié en ti. -Dijo en voz baja. -Eras mi mejor amigo...

El primo seguía callado. 

-¿¡Por qué pasaste tanto tiempo conmigo si en verdad me odiabas?!

-¡Porque yo merecía tu vida!

Al fin abrió su boca, aunque gritando. Por primera vez, Loreto se estaba confesando a alguien. 

-Todos esos lujos y materiales que tú tenías y no que no supiste aprovechar por estúpida, los merecía yo...-comenzó a llorar. -¡Yo era un buen niño, yo merecía vivir bien!

-Pero viviste bien, mis padres te trajeron con nosotras...

-¡¿Cómo podía vivir bien si todo el tiempo pensaba en el alcohólico de  mi padre, eh?! Todos los días tenía que esconder las cartas y llamadas que me hacía para que no me lleve a vivir con él y su pobreza. ¿Y sabes qué? No es lo mismo vivir con tus tíos que con tus propios padres, Kendra. Siempre fui el sobrino metido de la familia, y sé muy bien que la pendeja de Julia me llevó con ella porque mi papá la amenazó...

-Pero ella te quería, Loreto. Todos te queríamos...

-¡Al principio no fue así! Recuerdo claramente el desprecio de esa bruja...si no hubiera sido por mi plan de hacerme el noble, seguiría odiándome. 

El primo reposó su rostro en el timón para llorar. Aquella confesión había conmovido a Kendra. Pues todo lo que hacía era para calmar a su niño interior que hasta ahora no descansaba en paz. ¿Para qué continuar con el reclamo? se preguntó. Lo que hizo, hecho está, y ya nadie podrá repararlo. Kendra acarició su cabeza para demostrar su lástima. Sabía que estaba acariciando al niño que pretendía ser feliz y risueño, cuando era en realidad, estaba invadido por el dolor y la soledad. 

-Ojalá me lo hubieras dicho antes...te hubiera ayudado.

Nunca planeó confesar su verdad ante su principal víctima. Se sentía derrotado, como cuando en una guerra te rindes ante tu rival porque te ha vencido. Era frustrante ese sentimiento inmaduro de celos hacia su prima. Lo hacía que tenga las ideas más psicópatas. 

Dominado por los celos, tomó del cabello de Kendra y mientras gritaba del dolor, la sacó del auto. Comenzó a agredirle mediante bofetadas sin piedad. Por un lado sabía que estaba mal lo que hacía, que en cualquier momento la mataría. Pero por otro lado, los sentimientos de vergüenza y celos lo motivaban a continuar. Lo hacían pensar que la muerte de Kendra no sería la solución, pero sería una carga menos en su vida. 

Siguió lastimándola hasta que una luz los sorprendió a ambos. Miraron hacia ella. Vieron tres patrullas y varios policías frente a ellos. Todos los estaban apuntando con armas y le gritaban a Loreto que se detenga. 

Al ver a la policía, los dos primos empezaron a  imaginarse posibilidades infinitas que implicaba la vida en la cárcel o la muerte. Aquel acto de sobre pensar y el agotamiento que ya sentían, los obligó a quedarse quietos. Loreto, por su parte, levantó las manos voluntariamente sin pensarlo antes. Kendra también estuvo a punto de hacer lo mismo. Pero vio la puerta abierta del auto, las llaves ahí colgadas y nadie que interrumpa el camino de frente de la carretera. 

Era consciente de que ya estaba cansada, pero...¿y si lo vuelvo a intentar? se preguntó. 

Se levantó lentamente, lo cual dio confianza a la policía. No obstante, de inmediato, Kendra se subió al auto de Loreto y siguió de frente. La policía se desesperó, unos la siguieron y solo dos se quedaron con Loreto para que no escape. Mientras este, solo fue capaz de reírse, como todo psicópata cuando es descubierto. 

-Pierden su tiempo. -dijo dirigiéndose a los oficiales. -Kendra nunca pisará la cárcel. 

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora