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14:00h...

Hoy había sido uno de los días en los que Liliana se escapaba del trabajo antes de la hora establecida. Bajo la justificación de que había trabajado mucho y se sentía muy estresada. Aquel estrés sí lo tenía, pero no por el trabajo; sino por pensar en el futuro de ella y de su familia.

Cuando entró a la mansión, encontró a su hija sentada en el comedor. Mirando su teléfono y con su almuerzo en su delante que hasta ahora ni había mirado. 

-¿Hoy no tienes práctica con las porristas?

-Me salí. -dijo seria. 

A Liliana le sorprendió mucho la noticia. Sabe lo mucho que a Dayra le gusta esa actividad. La practica desde muy pequeña y nunca ha parado ¿por qué lo dejaría?

-Pero eres la capitana y eres la mejor ¿por qué lo hiciste?

De pronto vio que su hija alejó el plato de comida. Su energía era muy baja. Ella no es así, pensó. Se sentó en su delante para entender qué pasaba. 

-Ya no quiero ir a la escuela. 

Su hija estaba totalmente distinta como si hubiera pasado por un trauma muy grande. Ya no era la niña intensa y bulliciosa que obligaba a que todos le prestaran atención. Estaba depresiva y seria, parecía Luciana. En eso comenzó a llorar. 

-¿Y por qué?

-Porque soy una vergüenza ahora. Todo el mundo allá sabe que Nicolás me dejó por esa pendeja y ahora soy la ex abandonada y huérfana. 

Liliana sintió lástima por ella. Aunque el problema era algo que para los adultos era absurdo, sabía que para los adolescentes como Dayra era muy fuerte y hasta doloroso. La niña sí quería a Nicolás. Su corazón estaba roto. Se sentó a su costado para consolarla.

-Todo estaba tan bien antes de que Luciana aparezca. Esa niña está maldita.

Tan maldita como su madre, pensó. Pero no podía dejar que se rinda cuando ya estaban a punto de ganar. Su hija es de su equipo y la necesitaba fuerte y firme.

-Dayra, seguirás yendo a la escuela.

-¡No, no quiero!

-Cariño. -cogió de sus mejillas. -No te dejes derrotar por un chamaco imbécil. Tú vales mucho más que todas las niñas de la escuela. Eres la popular, rica, flaca y eres la capitana de las porristas. Eres la american girl dreamed student, sabes? Tienes la reputación que toda adolescente desearía tener en su escuela.

-Pero...

-¿Sabes cuántas frikis desearían ser como tú? Hasta Luciana desearía ser como tú. La niña solo es bonita y tiene al niño, pero no es tú. Así que mañana volverás a la escuela y volverás con las porristas.

-Pero ya me salí, tendré que esperar a la convocatoria que es el próximo año.

-Ay ni te preocupes. Esta noche llamaré a la entrenadora y la obligaré a que te reincorpore como la misma capitana de siempre.

La niña aún se sentía insegura, pero algo en ella le decía que su mamá tenía razón ¿por qué sentirse perdida cuando algún chico nos deja? ¿Acaso dependemos de ellos?

En ese momento tan maternal, Luciana bajó de la segunda planta hacia la sala, y Kendra recién llegaba de la empresa. Las cuatro se vieron solas y juntas por primera vez. Extraño para unas y frustrante para otras.

Liliana obligó a Dayra a que no las mire para que no se quiebre ante ellas y fue ahí cuando Kendra y Luciana se dieron cuenta que eran el punto principal de su tema. Ambas se fueron a sus respectivas habitaciones sin decir nada. Incómodas.

-Las odio a las dos. -Dijo Dayra. -A una por joderme y a la otra por darle la vida.

-Créeme que hay más razones para odiar a Kendra. Pero tranquila, cariño, falta poquito para acabar con ellas.

Kendra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora