Omegas vs Alfas [Omegaverse]

11. Infantil

Pov Samuel

Estoy contando los minutos que faltan para que acaben las clases, no es típico de mi ese tipo de actitudes, pero, quiero ver que hará David para mi ángel; sé que se llevará una sorpresa. Espero que logren alegrarme el día, ya que, desde que desperté mi humor no ha sido el mejor. 

Piensa cosas lindas, Samuel, piensa cosas lindas.

🌿

El melodioso sonido de la campana se hizo presente y uno a uno abandonamos las instalaciones, junto a mi ángel nos dirigimos a la salida.

¿Dónde está David?
Hijo de la madre si se ha rendido.

Mis movimientos se hicieron lentos -para darle tiempo a David-

— ¿Sucede algo?

—Eh, no, sólo ... se me durmió el pie — ¡Soy un genio!

—¿Ya veo? Si gustas tomemos asiento, Sammy.

Con mi actuación barata, nos sentamos en las escaleras de la salida. Siento el ambiente pesado, tal vez sea sólo mi imaginación pero---

— Sabes Sam, creo que las personas merecen ser escuchadas y una segunda oportunidad. —-dice de la nada en un tono relajado, pasa su mano y deja parte de sus cabellos rojos detrás de su oreja izquierda.

Impactado.

— No te entiendo, Juan. ¿A qué vienen esas sabías palabras?

Sus grandes y redondos ojos se posaron en mi.

  Ya sé a que viene todo esto.

— Veo que hablaste con ricitos de oro, escudándose en mi amigo. ¡Infantil! —No puedo creer que esté utilizando a mi perfecto ángel.

—No escuchar a alguien que pide ser escuchado y negar que te gusta, no es que sea muy maduro.

Quéééééééééé

¿Qué le pasa a Juan?

—- Juan. A qué se debe tu traición.

— No es traición, Samuel, sólo quiere hablar contigo.

— ¿Gano algo por hablar con él? 

Su ceño se frunce y hace una mueca, muy infantil puedo decir— Sólo quiere explicarte las cosas, él sólo -----

—- No juguemos a ser Cúpido, Juan —-Me enoja, porque estamos haciendo lo mismo— Si tanto lo defiendes, vete con él.

Mierda, no debí decir eso.

Todo el peso de mi malhumor cayó sobre mi ángel, soy un idiota con i mayúscula.

—Juan, mírame.

Lo sabía, he herido a mi mejor amigo, de sus ojos salen pequeñas lágrimas, su nariz está tomando un tono más rojizo, odio verlo así.

— ¡Soy un idiota! Juan, no quise decir eso, es... sólo estoy de malas, no medí mis palabras, discúlpame.

Enrollé brazos y piernas en su cuerpecito y apreté.
No me importa si no podía respirar, bueno, si me importa. Al sentir que se removía solté el agarre.

—- Co-Cómo podría irme con él, tú eres mi mejor amigo —ahora pude apreciar sus ojos más cerca, estaban hinchados y la culpa tenía nombre: Samuel— Sólo me pidió que lo escucharas porque en verdad le gustas.

— Eso lo hablaremos luego, ahora mismo solo quiero que dejes de llorar y que sepas que te quiero. Te quiero, ¿lo entiendes, Juan?

Acuno sus mejillas con mis manos y le veo fijamente. Este me sonríe y asiente, es tan tierno.

😳

Mientras caminábamos, las personas nos miraban extraño, decían cosas como "anormales, gay" porque estábamos tomados de las manos. ¿Por qué un omega no puede tomar de la mano a otro omega?

Hablamos sobre las clases, sobre música, y por último Juan decidió irse por el tema de los alfa.

El mejor de los temas, cof cof aburrido, cof cof.

— No quiero pensar en eso, Juan. Ellos están en el último puesto de la lista "cosas que me importan"

— Es un alivio que al menos estén en esa lista.

Su comentario me hizo reír y pensar en ese insípido alfa rubio. Me quedé quieto al entrar en razón y darme cuenta que este ya ocupa lugar en mi mente.

No, no, eso sí que no.

— Ustedes me hacen sentir como si estuviera en unas relajantes vacaciones.

— ¿Qué? ¿Quiénes?

— Ustedes dos, Louis y t---

—Ni lo digas, no sé que te hace sentir así pero no me involucres.

— Su olor tropical y tu delicioso olor a frutos rojos, es relajante.

— Oh rayos, no hablemos de esto.

— ¡Te has puesto rojo!

— ¡Es por el calor!

✨️

Al regresar a casa, tomé una ducha e ingerí de forma "delicada" mi merienda -la cual estaba deliciosa- al parecer no había nadie en casa, eso sí que es extraño.

El idiota de David nos ha plantado, perdí mi tiempo al contarle sobre mi ángel, me las pagará.

El sonido del timbre me hizo levantar la cabeza de mi plato, con comida en mi boca aún, me levanté e iba masticando, antes de abrir la puerta termine de mandar lo que había masticado.

— ¿Por qué carajo están ustedes aquí?

Mi malhumor volvió.