25. Señor y señora Mckenner

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Ambos amigos no vieron motivo por el cual seguir en la institución, un día más, un día menos, ya qué importa si sólo se van un rato.

El mundo seguiría girando aún si se saltan o no las clases.

Tomaron sus pocas cosas del aula, partieron a casa de los Mckenner y allí se sintieron libres para llorar, gritar y preocupar a la madre de Samuel. Ella sin saber el por qué de su estado les dejó fluir y les hizo un poco de chocolate -pues Juan y Sam aman este- con un poco de pan de dulce.

Recostó al bonito Juan sobre su regazo y acarició su cabeza, esos cabellos rojos estaban algo largos, un corte de cabello no le sentaría nada mal, sólo las puntas y ya estaría perfecto. En cambio su hijo, se recostó sobre su hombro, la mujer se conformó con sentir su respiración y con su mano libre dar suaves palmaditas en su muslo derecho.

Así se quedaron ambos afligidos omegas, dormidos.

Espero que no sea nada grave, pensó la señora Mckenner. Puesto que si les habían hecho daño a sus dos retoños, no se abstendría de golpear y limpiar el suelo a quien fuera el culpable.
Su sentido de madre y alfa protectora era muy grande.

La puerta se abrió dejando ver a su muy apuesto esposo, hoy se veía tan adorable y bien presentado como el primer día. Se levantó muy lentamente para no despertar a ninguno de los pequeños y así brindar algo de beber al señor Mckenner. Antes de entrar a la cocina con su esposo se giró para enmarcar en su mente el adorable cuadro que brindan los mejores amigos, uno cerca del otro, como cuando dormían juntos y  en cualquier lado en su infancia.

La esposa puso al tanto de lo poco que sabía a su amado, ambos presentaban un creciente instinto justo ahora de pensar quien fue la causa de aquel estado, Samuel en algunas ocasiones es fácil para perder la paciencia, sin embargo, hoy no parecía algo "usual", ambos padres sabían que su bebé estaba lastimado y con Juan en el mismo estado era para sí o sí intervenir. Luego de plantear varios posibles escenarios e idear muchas maneras de venganza se dedicaron a coquetear un poco, ella iría a trabajar en una hora así que todo ese asunto se lo dejaba en manos al señor Mckenner.




















🍃

Pov Samuel

Mis ojos pesan como nunca, pero ya no tengo sueño, qué más remedio, tendré que levantarme o enfermaré. Me giro y caigo del sofá sin gracia, me burlo de mi mismo y veo a mi padre entrando a casa.

— ¿Se acaba de ir?

—  Mamá dice que te ama. Sí, justo ahora acaba de partir.

Me levanto del suelo aún con pereza, está fresquito, por un segundo debato en mi cabeza la idea de dormir otro poquito en el suelo, pronto desecho esa idea, papá me brindaba una sonrisa, él es tan cálido, mis padres son tan refrescantes. Juan se removió un poco y lentamente abrió sus ojos. Sé que David lo lastimó en cierta medida, es extraño porque pensé que esos dos ni se hablaban, pero la cosa es que lo poco que avanzaron se fue por la borda.

Como yo. Con él. Ni lo recuerdes, Sam.

Sus ojos también se miraban pesados, se levantó del sofá con el mismo nivel de pereza que yo y los tres nos dirigimos a la cocina.

— ¿Jugo, té, gaseosa, ... cerveza? pregunta papá, sonreímos y el asintió, sabe lo que queremos.

— Somos unos niños, dándole cerveza a unos niños. Que horror, señor Mckennerme burlo.

Omegas vs Alfas [Omegaverse] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora