Ven, que te contaré un secreto

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-¿Estas bien?- Escuchó una vez y se asusto.

-S-sí...- vio a Bürki y se relajó- Sí, solo que caminaré hoy...- sonrió tratando de no lucir molesto.

-¿Quieres que te lleve?- El suizo saco sus llaves para quitarle la alarma- Ven, no muerdo...

-Esta bien...- camino detrás de él nervioso.

Ambos subieron, Bürki lo noto nervioso, en verdad esperaba ayudarlos superar su situación porque sabía que eso no lo iba ayudar a evolucionar como jugador.

-¿Así que aún no consigues auto?- Preguntó Bürki para comenzar una conversación.

-Sí, es solo que mi novia lo usa. Ella aún no compra el suyo- dijo Julian tímidamente.

-¿Cuál es su nombre? No lo mencionaste- sonrió.

-Sarah Richmond, americana.

-Vaya- dijo sorprendido ¿ella lo sabe?

-No- volteó a ver por la ventana. Cómo podría contarle tan siquiera algo de eso, el solo hecho de pensarlo le daban unas náuseas.

Tras el trayecto del viaje, no volvieron a charlar.

Julian se cuestionaba la importancia que tendría en su relación si le mencionaba el incidente. ¿Ella cómo lo tomaría?

-¿Qué tal si adelantamos la cita de la tarde para ahora?- Dijo Bürki al estacionarse afuera del edificio donde vivía el alemán. Al mismo tiempo recibió un mensaje.

"Lo siento pero tengo que ir a una junta después de mi última clase, :'( llegaré tarde". Era Sarah.

-Sí, ¿qué podría salir mal?

Cuando llegaron a la casa de Bürki, su vecina de la ocasión anterior, estaba afuera y saludó eufóricamente al suizo. Él  solo sonreía.

-Oh, en verdad agradezco que arreglaras eso en mi departamento- dijo la chica acercándose a él.

-Si, no hay problema.

-Recuerdame después darte un agradecimiento y no, - dijo antes de que Bürki pudiera negarse- esta vez no podrás rechazar.

-De acuerdo- dijo entre risas, Julian solo sonreía un poco incómodo.

Por fin pudieron seguir su camino, no era sorpresa que las mujeres encontraran atractivo a Roman pero ella se le ofrecía totalmente, eso era lo que le incomodaba a Julian.

-¿Gustas algo?- Preguntó Bürki al entrar al departamento.

-No... ¿Podemos de nuevo ir arriba?
-En verdad te gustó la vista, ¿no es así?- Julian asintió.

Aquella brisa fresca le hacía tanta falta a Julian. Lo hacía sentir como si volara, como si fuese libre. Roman pudo notar aquella pequeña sonrisa del alemán.

Tomaron asiento donde mismo, aquel paisaje lo empezaba a encantar.

-¿Y bien, quieres empezar?- Dijo suavemente el suizo.

-No sé cómo empezar...- agachó la cabeza.

-Cuando tenía ocho años, iba a dejar el fútbol.

-¿¡Por qué!?- Julian se alarmó al escucharlo.

-Porque a esa edad, mi entrenador no me metía a la cancha y a esa edad, él abusó de mí...- el joven alemán se quedó boca abierto. No supo que decir. Bürki no esperaba  respuesta- El pretexto fue que era la única forma de que yo pudiera jugar. Era un pequeño,  le creí. Estaba asustado y solo cerré los ojos y dejé que pasara.
No podía regresar a casa llorando, así que corrí al parque, quería distraerme. Mi padre  jamás me creería y mi hermano podría ser el siguiente- suspiró antes de proseguir- Podría contarte más pero esto, no trata de mi.

-Yo...- Julian titubeo, sabía perfectamente que el asunto era ayudarse- Recuerdo las caras, los olores, los toques, como si quemaran. Recuerdo todo eso como si lo viviera día tras día... A todos ellos los consideraba amigos... Sigo sin creer lo imbécil que fui...- se pasó sus manos por la cara.

-Esta bien, poco a poco puedes ir hablando. Solo tienes que saber que no es tu culpa. No eres un imbécil- le dio un golpecito en sus piernas, sobresaltando a Julian- No quiero hostigarte. Sé que al principio te presioné pero quiero que tú te sueltes de a poco. ¿De acuerdo?

-Gracias Roman- sonrió. Julian en verdad necesitaba esto. Quería superarlo, ser el de antes.

Aunque sea el primer paso, esa comprensión le había encantado.

-Sé que dijiste que no querías nada pero prepararé algo. Me ha dado hambre- Bürki se puso de pie- ¿Vienes o te quedas?

-Puedo esperar aquí- su compañero lo miro serio- Tranquilo, no me aventare.

-Eso lo sé- sonrió. Bajo hacía su casa.

Y es que a Julian le gustaba sentir esa sensación que aquella vista le otorgaba.

El trato de Roman.

Después de que el le confesara lo sucedido en su infancia, podía confiar en él. O eso es lo que su corazón le indicaba.

Dortmund era una ciudad más cálida y familiar que Munich.

-He vuelto- Bürki tenía un plato con pequeños sándwiches cortados en triángulos y un par de bebidas en la otra mano.

Esta vez ya no se sentaron en la orilla, fueron a sentarse en el centro del techo. El sol ya estaba bajando.

-Creo que deberías arreglar este lugar...- sugirió Julian, al tiempo que tomaba un emparedado.

-Eso  pretendo, pero con las bajas de electricidad, no me gustaría arreglarlo e irme.

-Seria triste...- Bürki abrió una soda y la otra se la dejó en frente a Julian.

-Pero igual pudiera poner unas flores... Por allá...- Julian ya no prestaba atención a lo que Roman le decía. Fue inevitable traer ese desagradable  recuerdo- ¿Julian? ¡Hey!, ¿estas bien?- Al ver que no le prestaba atención, trató de despertarlo.

-Tengo miedo Roman...- Agacho la cabeza mientras movía su refresco.

-No debes temer...- El suizo trato de tomar su mano, pero él la alejo, fue por puro susto- él no vendrá por ti.

-¿Y si lo hacen?- Lo miro de reojo, algo angustiado.

-Se las verán conmigo- le dio un ligero golpecito en la barbilla para animarlo un poco- Además de que ya no estas solo. Él no te hará daño.

-Ellos...- sonrió animado por las palabras del portero, a pesar de que ya estaba llorando.

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