Asecho

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Bürki estaba entusiasmado porque por fin subirían a la noria. Ya casi era su turno para subir y a pesar de que ya era tarde, seguían ahí.

-Ven Julian, -ya les tocaba subir. Bürki permitió que él subiera primero.

De apoco fueron subiendo, hasta llegar a la cima de donde pudieron ver toda la ciudad iluminada, era muy magnifica.

-¿Ese es nuestro hotel? -Pregunto Julian muy emocionado.

-Al parecer si.

-¡Por Dios! ¡Esto es increíble! -Julian estaba fascinado.

-Te lo dije...- Julian estaba de espaldas y Roman se moría por abrazarlo.

De repente, el cielo se ilumino con algunos fuegos artificiales de colores.

-Roman, esto es muy increíble. -Se lo decía como si el suizo lo hubiera planeado todo en esa decisión tan espontanea.

Entonces la noria comenzó a moverse y Julian se sentó y comenzó a hablar.

-Tengo que contarte algo. -Se sentó y de inmediato su sonrisa desapareció.

-¿Sucedió algo? – Bürki se situó junto a él.

-No. -Negó con la cabeza. -Es algo que recordé la noche pasada y que no... -Julian se quedó helado cuando dirigió la vista hacia la otra canasta, vio a alguien conocido.

-¿Julian? -La voz de Bürki lo trajo a la realidad y de forma completamente esporádica se agacho para que no lo vieran- ¿Qué haces?

-¡Agáchate! Nos verán...

-¿Quiénes? -Se agacho, haciéndole caso, mirándolo con mucha sospecha.

-Esta Marius en la otra canasta...- hablo en voz baja.

-Julian, eso es imposible, -Bürki lo miro de frente mientras seguían bajando. -Él está en Alemania, -estaban a punto de llegar- junto con Simon y tú...- Julian dejo de escuchar a Roman mientras en su lugar llegaba una canción...

-...We all live in a yellow submarine. Yellow submarine, yellow submarine. We all live in a yellow submarine. Yellow submarine, yellow submarine...-

-Están aquí...- la canasta ya estaba parada y les abrían la puerta. -Nos atraparon...- Julian miro angustiado a Roman y sin dar tiempo a reaccionar, el alemán sale corriendo y el suizo tras de él. Golpeando sin querer a las personas, mientras de fondo los Beatles cantaban.

Julian no paro de correr, su vista estaba nublada por las lágrimas que comenzaron a salir en cuanto salió de la rueda de la fortuna. Eran de puro miedo.

De repente todo era silencio, ya no escuchaba la música, ni la gente alrededor, hasta que sus pies se enredaron y tuvo que meter las manos para no estamparse contra el cemento, contra la realidad.

-¡Julian! -Escucho a Roman gritar mientras se acercaba corriendo.

El joven no se percató que iba a cruzar una calle transitada, a pesar de la hora y cuando Roman vio, en la otra esquina estaban dos hombres algo cariñosos, no les hubiese tomado importancia si no fuera que esos dos hombres eran Shinji Kagawa e İlkay Gündoğan, estos a su vez se quedaron helados al ver a Roman y Julian tirados en esa acera.

Por desgracia el alemán traía un short y con la caída había dejado al menor las rodillas y manos raspadas, la sangre comenzaba a brotar. No fue que hasta que se comenzó a quejar del dolor que Bürki se dio cuenta.

-Julian, sé que esto se ve mal pero, necesito que no menciones lo que paso en la rueda de la fortuna. -Bürki le hablaba discretamente, mientras veía de reojo como Kagawa y Gündoğan se acercaban. -Trata, trata de controlarte. Controla tus lágrimas. -Fue lo último que le dijo antes de que llegaran.

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