El atardecer de la sinceridad

293 31 6
                                    

-En verdad lo siento- dijo el suizo al entrar a su departamento.

-¿Qué paso?- volvía a preguntar Julian, puesto que Bürki no tardo demasiado en volver.

-Lo que pasa es que aún no han arreglado el trasformador de energía y no podemos hacer mucha carga y más en este departamento.

-Lo siento...- Julian se sentía culpable.

-No te preocupes...- Bürki volvió a la cocina por el tazón de palomitas- Ven, te mostrare algo.

Se dirigió al pasillo oscuro, era inevitable que el joven alemán sintiera nerviosismo.

-Entonces, ¿por qué viniste a este departamento?- cuestiono Julian, para hacer un poco más relajado el asunto- ¿Por el precio?

-En parte y también por esto...- abrió una puerta que tenía escaleras que parecían conducir hacia el techo.

Al llegar vio aquel panorama tan bello, se veía casi toda la ciudad y como es que de a poco caía el sol del atardecer.

-Es increíble- dijo Julian que traía las bebidas.

-Ven, este es el mejor lugar.

Se sentó sobre la cornisa del edificio y Julian, temeroso, también se sentó. Despacio.

El suizo se veía relajado y feliz. Le ofreció palomitas a Julian, mientras tomaba una soda y la destapaba.

-Por el problema de energía, no he comprado microondas y las palomitas las hice yo.

-Están ricas- sonrió levemente. Weigl de pronto le vino el recuerdo de la mañana de aquella pregunta que le lanzo- Roman. ¿Crees que puedo hacerte una pregunta?

-Adelante, dime que pasa.

-¿Por qué...?- le costaba un poco, estaba poniéndose nervioso- ¿Por qué sabes eso?

Bürki se rasco la barbilla antes de poder contestarle.

-Porque así como tú lo viviste, yo también lo sufrí...

Julian decidió no preguntar más, temía decir algo inadecuado.

-Oye- hablo Bürki- eso fue hace años.

-Lo lamento.

-Deja de preocuparte- puso su palma de la mano en la espalda del joven- Sabes, hay una diferencia entre tú y yo.

-¿Así? ¿Cuál es?- Lo miro algo consternado.

-Que puedes tener ayuda. Yo no la tuve, la fui superando con el tiempo y fue muy difícil. Pero tú mi querido amigo, no tienes que cargar con ello.

-Lo... lo pensare...- dijo cabizbajo.

- No lo pienses, solo suéltalo...

Quedaron en silencio, Julian mordió su labio, abrió la boca pero no podía pronunciar palabra alguna. Los ojos comenzaron a hacerse vidriosos y sin poder evitarlo, comenzó a llorar. Bürki lo abrazo.

-No lo entiendo...

-Por ahora, no lo trates de hacer, llora...

TSFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora