Mi humillación aumentaba con el paso de las horas.
Todos se reían y burlaban de mi pobre situación fregando el suelo, y yo no hice otra cosa que empeorarlo mojándome por completo mis ropas ¿Qué era lo que me pasaba? No paraba de hacer torpezas por todas partes, y eso no me estaba ayudando para nada. Si seguía así iba a terminar siendo parte del almuerzo de aquellos piratas, y el solo pensarlo me aterraba. Una vez que terminé con todo Doc se acercó a mí.
- Mal día ¿no? – dijo en tono de burla.
Me controlé para no responderle, ya que no quería más peleas, pero al parecer no era lo que él tenía en mente.
- Oye... - se quedó mirándome por unos segundos – Ven, acompáñame abajo.
Sin decir más comenzó a caminar, y yo me quedé pensando si seguirlo o no. El no pareció esperarme, y ante la duda me decidí por ir a ver que quería. Sin girarse para hablarme me contó que el barco constaba de tres pisos: la cubierta, las habitaciones, y la cocina, también unida a la habitación de armería. Yo ya conocía dos de ellos, pero esta vez se dirigió a donde estaban las camas para todos.
- Bien esta será tu cama – dijo señalando un telar que colgaba en forma de hamaca –Este espacio es lo único que te pertenece, aunque no creo que necesites mucho ya que no tienes nada más que esa espada... Como sea, toma, aquí tienes un poco de ropa limpia.
Me lanzó unos cuantos harapos, pero que siendo honesto, lucían mucho mejor que mi camisa.
- Pues... gracias Doc.
Realmente estaba agradecido, era la primera vez que recibía algo de ayuda o lo que sea que estaba haciendo conmigo.
- Si sabes... tú también hiciste tu parte, admito que estoy sorprendido – dijo rascándose su cabeza.
- ¿Mi parte... de qué hablas?
- Lo de Meg – soltó –No sé cómo, pero sigues con vida ¡Ella jamás hubiera dejado que participes en esto!
Con que "Meg", así que ese era el nombre de la misteriosa joven, aquel pirata de seguro era su mano derecha, y mi próxima fuente de información.
- Te refieres a que... ¿ella tiene algo planeado para mí?
- No lo sé, estaba seguro de que iba a asesinarte, y entonces apareciste con... con esa espada – dijo señalando a Lúnima – Talvez vio algo en ti, pero ni siquiera es que eres apuesto, o fuerte, o inteligente, o ágil....
- Creo que ya entendí.
- De todas formas, lo que sea que hayas hecho sigue haciéndolo, porque te mantendrá con vida.
- Gracias... creo.
Doc me dedicó una sonrisa, una que me resultó demasiado familiar. Había recibido una igual de Pavel años atrás, cuando yo solo tenía unos doce años. Recuerdo que pase todo un día haciendo práctica con espada de madera. Era la primera vez que mi padre se había decidido a entrenarme las veinticuatro horas y, a pesar de que mi físico ya no estaba funcionando al cien por ciento, no di ni una queja, y continué con la lucha hasta el anochecer. Una vez que regresamos a nuestro hogar me eché en mi cama muerto del cansancio. Estaba a punto de quedar dormido, cuando Pavel se acercó a mí y dijo de manera dulce "Fue un día duro, pero lo hiciste muy bien". Yo no hice otra cosa que agradecerle mil veces por haberme ayudado. A él le dio tanta gracia mi gesto que como única vez me contó un cuento para dormir. No era que los de Adela eran malos, pero esa fue la mejor historia que alguna vez me habían contado. Sé que mis ojos se llenaron de ilusión y asombro, y fue esa cara la que hizo que mi padre me sonriera. Esa expresión quedó grabada en mi memoria por alguna razón, tal vez por que apreciaba tanto los detalles que mi padre tenía conmigo. Aquí, parado frente a Doc, su pequeña mueca me hizo ver el rostro de Pavel reflejado en él, lo que levantó mi ánimo luego de tanta mala suerte.
Ojalá hubiera tenido un espejo para ver lo ridículo que me veía con esa ropa.
Claro que estaba idéntico al resto, la camisa colgaba un tanto por mis brazos, y había logrado enganchar a un costado mi espada. Ahora me encontraba en cubierta, mirando a los demás trabajar. Había tratado aprenderme los nombres de mis nuevos compañeros, ayudándome a diferenciarlos por algunos detalles como su cabello o su falta de este. Por suerte encontré a Doc junto al timón, y me animé a ir a hablarle, ya que, después de todo, él era el único que se había comunicado conmigo.
- ¿Ya volvieron los demás? – pregunté para empezar una conversación.
- Así es – respondió cortante.
- Y emm... ¿consiguieron lo que buscaban? – dije para no caer en silencio.
- Por supuesto... ¿otra pregunta?
- Bueno ya que insistes... ¿puedo saber qué es lo que buscaban?
El soltó una risa, pero no parecía satisfecho con mi comentario.
- Tienes muchas dudas chico, deberías guardártelas.
- Pues en mi defensa soy nuevo en esto.
Doc iba a decirme algo, cuando de repente apareció nuestra capitana y cortó con la charla.
- Doc acelera un poco el curso, a este paso nunca llegaremos a Blugrow – le ordenó.
- Si capitana.
- ¡Perfecto! Y tu Louis, veo que ya terminaste con tu trabajo – no parecía muy contenta con esto, y se notó en su forma de decirlo – ¿Está todo en orden?
- Estoy bien, gracias... Meg.
- ¡Wow! Al parecer alguien estuvo informándose – dijo lanzando una mirada de odio a ambos – Bueno puedo confiar en que Doc te ayudará con lo que necesites, al igual que lo hizo conmigo en su momento.
- Tu también me ayudaste – la interrumpió el.
- Como sea, lo importante aquí Louis es que sirvas para cumplir con tu parte, y no me refiero a la comida, sino a "matar" – su rostro se volvió un tanto sombrío, lo que me aterró un poco – Claro que aún es temprano para empezar, pero debes saber que Jude es una asesina profesional, y tendrás que ponerte a su nivel si no quieres...
No hizo falta que aclarara lo que sucedería. Había aceptado que este viaje era muy arriesgado, y me había preparado varios años aceptando un final como ese, solo que, ahora que lo estaba viviendo, las cosas tenían otro color.
- Tranquila haré todo lo posible para lograrlo.
A ella pareció darle gracia mi comentario, y no se quedó muda para responderme.
- Yo no diría las cosas con tanta seguridad.
Creí que mi día iba a terminar tranquilo.
Había quedado encontrarme con Doc mas tarde para mi primera "clase" de espada. Admitía que estaba un poco nervioso, ya que, como había comprobado, era pésimo frente a los demás. Aun así me convencí de que no debía distraerme, pues al final de todo sería Jude mi oponente, y no ellos.
Antes de subir me quedé sentado en mi nueva cama observando a Lúnima. Tenía unos detalles muy finos, en especial su enorme rubí rojizo, tan puro como su hoja de plata. Un aura de magia la rodeaba, lo que la hacía resaltar junto a otras espadas. Sentía como su poder sanaba mis heridas, dejándome sin ningún dolor más que el de la duda. No podía creer que esta era la única espada capaz de terminar con la Oscuridad. Me parecía imposible pensar que durante todos estos años esta arma se encontraba en un jardín sin ser encontrada por nadie más que yo. Como si hubiera sido reservada solo para mi uso. También tenía dudas de porque ninguno en todo el barco había optado por cargar con mi espada y deshacerse de mí de una vez por todas. Claro que no iba a darles la idea, pero no me sentía tan seguro sabiendo que existía esa posibilidad y ellos no la habían tomado. "Lo importante es que sirvas para cumplir con tu parte" había dicho Meg ¿Pero porque ella no quería hacerse responsable de la muerte de Jude? ¿Acaso existía otra leyenda acerca de Lúnima, una de la que yo no estaba al tanto?
Seguía concentrado en mis pensamientos cuando un fuerte golpe cortó con mi silencio. Parecía que venía de la cubierta, pero por la intensidad del ruido debía de ser algo de un tamaño humano o mayor. Los gritos de los demás no tardaron en llegar. Pedían a todos subir con urgencia, así que sin tardar más, tomé mi espada y corrí por las escaleras.
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TRAVESÍA
AbenteuerLouis es un príncipe con un difícil pasado. Desde que Jude, la Reina de la Oscuridad, atacó su reino, su vida no ha sido más que una miseria. Aquella noche no solo perdió a su familia y amigos, sino que también su corona. Por su seguridad fue apar...