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Desperté en el Travesía, rodeado de oscuridad.

Pero esta oscuridad era diferente... Jude se había ido, todo había terminado. A pesar de mi odio reciente hacia las elfas, decidí meditar mis ideas más adelante. Ahora estaba recostado en mi cama, en la habitación que solía compartir con mis compañeros, pero estaba solo. De todas formas no quise levantarme. No tenía noción de cuántos días habían pasado, y mucho menos considerando que veníamos de un lugar perdido en el tiempo. Ni siquiera podía asegurar si habíamos salido del palacio, pero por alguna razón no quería averiguarlo, no ahora. Solo quería olvidar lo sucedido, cada segundo. Me imaginé regresar a mi hogar, un mundo diferente a partir de ahora. Mis padres. Tenía tantas ganas de arrojarme a sus brazos. Una nueva vida me esperaba, todo estaba a punto de cambiar.

- Pensé que jamás despertarías – una voz sonó por detrás, y me obligué a apagar mis pensamientos.

Doc estaba allí, sentado en otra cama. Tenía un brazo vendado, más unas cuantas heridas pequeñas, pero seguía siendo el mismo viejo de rostro serio que por dentro tenía un corazón de oro.

- Dímelo a mí, creí que estarían todos muertos.

- ¿Muertos? Pfff ¡Por supuesto que no! – mi amigo soltó una corta risa ante mi comentario - ¿Cómo te sientes?

Solo ahí caí en cuenta de mi estado. Seguramente mis heridas deberían de dolerme lo suficiente como para no dejarme ni pestañear, pero para mi sorpresa no eran más que de fea apariencia, porque sentía que podía correr hasta agotarme por completo. De todas formas no podía negar que tenía varios cortes, la mayoría en mis brazos. Pero seguía entero, con algo de cordura se podría decir, y con una mente repleta de información por analizar. En ese instante tuve el impulso de buscar con desesperación mi espada, la única cosa que me hacía sentirme completamente seguro. Mis nervios se calmaron al reconocerla al pie de mi cama, brillante como la primera vez que la vi, siempre llamándome a usarla.

- Estoy bien... nada que no pueda arreglar – dije tratando de frenar mis recuerdos - ¿Qué hay de ti? Se ve que estuviste entretenido ¿Fue muy duro?

- Oh por favor ¿por una bestia como esa? Talvez esté viejo pero no van a derribarme así de fácil muchacho.

Era obvio que mentía. No cabía duda de que había sido una lucha desbastadora.

- ¿Cómo lograron derrotarlo?

- Bueno... creo que fue gracias a ti que lo hicimos – dijo rascándose la nuca –Cayó por si solo en medio de la batalla al igual que sus soldados, es obvio que tenían alguna clase de conexión con Ella.

Seguían con aquella costumbre de no llamarla por su nombre, pero aun así no pude evitar que su rostro volviera a mi cabeza. Jude... Zert... Shego... Meg. Quedé meditando por un tiempo y Doc cayó en cuenta de eso.

- Perdona... No quiero ni imaginar lo que debió ser eso... aunque me gustaría escuchar la historia algún día.

- Talvez si, algún día.

El silencio corrió entre nosotros por un largo rato, hasta que mi amigo lo interrumpió nuevamente.

- Louis, acerca de nosotros... - comenzó diciendo - Sé que es difícil, pero puedes confiar en que...

- Todo está bien Doc – lo callé – Creo que todos mentimos por alguna razón. Lo importante es que ahora estemos en el mismo equipo.

- Cuenta con eso – dijo poniéndose de pie y estrechándome la mano.

- Aunque me gustaría saber cuándo fue que cambiaron de opinión... ¿Por qué lo hicieron?

- Pues, las cosas cambiaron una vez que perdimos a Zert. Muchos cayeron en cuenta de que aún estando con Ella no podíamos vivir del todo seguros, y que una vez que te entregáramos no había forma de asegurarnos que cumpliría con su palabra. Supongo que fue difícil convencer a todos, pero como vez no me rindo con facilidad.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora