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Su voz me nubló por completo la mente.

Era una hermosa melodía, sin letra pero a la vez tan armoniosa y relajante que hizo que mis pensamientos me abandonaran. Se escuchaba cerca de mí y a la vez por todas partes. Yo me sentía tan perdido que se me hacía difícil concentrarme en algo. Por unos segundos logré desconectarme de aquel relajante trance, y busqué instintivamente a mi amiga. Ella estaba tratando de levantarse, ya no tan dificultada por el sonido que la rodeaba, sino que me sorprendió como fue capaz de manejarse con más facilidad. Yo quería ayudarla pero mi cuerpo no seguía mis órdenes, y como mucho pude gatear unos centímetros hacía ella. Entonces Meg reaccionó con violencia nuevamente, y lanzándose hacia mí me empujó una vez más contra la pared. Traté defenderme mientras ella sacaba su navaja del costado de su pierna, pero no pude evitar que lo clavara con todas sus fuerzas junto a mi cuello, ajustando con exactitud mi camisa con la madera del barco, e inmovilizándome por completo.

- ¡No te muevas de aquí! – me ordenó apuntándome con su dedo.

Recién había logrado entender que pretendía hacer ella, cuando salió corriendo escaleras arriba, dejándome completamente solo en el pasillo.

Creo que no hace falta aclarar por qué no seguí las órdenes de Meg. Me liberé de su navaja, y abandonando el arma que Vivek me había pedido, desenvainé a Lúnima y la utilicé como bastón para subir las escaleras. Una vez arriba contemplé por segundos la desesperante escena.

Mis amigos permanecían de pie en un extraño trance, del cual muy pocos lograban salir gracias a los gritos histéricos de Meg, quien luchaba por mantener el barco a flote. Ella había logrado que al menos Doc se encargara del timón, ya que Vivek parecía haberse dado un fuerte golpe y ahora estaba delirando en el piso de la cubierta. Otros como Elka y Borja alzaban sus espadas pero no parecían muy convencidos de porqué lo hacían, solo miraban en todas las direcciones, en busca de cualquier objetivo.

Entonces aparecieron cinco de ellas...

Como describirlas... es algo difícil en realidad. Verán tal vez mi precaria definición no sería capaz de demostrar la belleza que irradiaban cada una de ellas. El solo verlas junto a la baranda me dejó en paz, y podría asegurar que el resto de la tripulación compartía ese sentimiento.

- ¡Aléjense de aquí! – les gritó Meg furiosa.

A ella no parecían hacerle más efecto las sirenas. Pero a pesar de la advertencia ninguna vaciló en moverse, sino que ignoraron su presencia enfocando sus miradas en cada uno de mis compañeros.

- Solo queremos hablar... - dijo una de ellas – ¿O cantar si ustedes lo prefieren?

Su voz era tan bella como su música. Aquella que había hablado, de enormes ojos grises, no despegaba su mirada de Kalú, quien no hacía más que contemplarla como un niño a una golosina.

- Tal vez una melodía... - contestó Kalú completamente fuera de sí.

- ¡No! – interrumpió Meg con un grito - ¡Nada de música! ¡¡Ya lárguense de aquí si no quieren que las atraviese con mi espada!!

Esto no pareció agradar a las sirenas, pero no fueron cobardes, sino que todas a la vez cambiaron sus hipnotizántes miradas hacia mi amiga.

- Creo que te subestimas querida – le respondió otra sirena – Además no puedes quedarte con todos ellos ¿no sería justo no crees?

- ¡Es cierto! – saltó otra – Todos estos maravillosos caballeros, solo para una... insignificante jovencita.

Todas las demás parecieron estar de acuerdo con el comentario de su amiga, haciendo que también nosotros conviniéramos con ellas. Yo no estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero aun si lo estuviera no sería capaz de negarme.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora