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No tuve tanta suerte con mis pesadillas.

Allí estaba Jude con sus amigos, Vince y Mags. No parecía haber pasado mucho tiempo desde la última vez que soñé con ellos. Los tres lucían igual que antes, a excepción del joven, quien tenía un aspecto más serio y rudo con la espada que colgaba de su cintura, además de llevar grabado en un costado de su camisa el símbolo del Matheldan. Yo sabía lo que eso significaba, se había convertido en un soldado del reino, y al parecer uno de un alto rango. Pero las otras jóvenes no parecían estar interesadas en hablar acerca de eso, y solo parloteaban de miles de temas completamente distintos a la vez, típico de las mujeres.

- ¡Bueno cuéntame de ti! – dijo la pelirroja - ¿Qué hay de tu magia? ¿Nada nuevo en estos días?

- Pues... solo un poco, aún sigo tratando de perfeccionar lo que ya se – Jude no parecía muy concentrada con su respuesta, como si estuviera pensando en otra cosa a la vez.

- Oh tranquila – su amiga no pareció darse cuenta, y aun así trató de levantarle el ánimo – Estoy segura de que lo lograrás.

Me sorprendí cuando noté que el estado de la joven ya no parecía tan grave. Su piel seguía pálida como siempre, pero había algo nuevo en ella, algo que la hacía lucir más recargada de energía. No era solo eso, por primera vez vi algo diferente en su rostro, una extraña sensación de haberlo visto antes en otra persona.

- ¿Qué hay de ti, Vince? – Jude luchó por cambiar de tema rápidamente – Mags me contó que habías empezado a trabajar para el castillo ¡Eso debe ser emocionante!

- Así es, tiene sus ventajas – confesó simplemente el muchacho.

- ¡Por favor no seas reservado Vince! – lo retó la pelirroja – ¡Anda muéstrale tu nueva espada, es alucinante!

El joven sonrió orgulloso de su arma y la desenvainó frente a sus amigas, las cuales se quedaron muy asombradas con el espectáculo.

- ¿Es hermosa no? – dijo Vince – Miren, esta es la mejor parte...

Una vez más mis pesadillas me dieron la sensación de desmayarme. El muchacho con sus manos logró que su espada se dividiera en dos completamente idénticas, y eso solo podía significar una cosa... aquella era Junak, la cual actualmente pertenecía a mi querida capitana, Meg.

Traté relajarme. Mi amiga había dicho que se había ganado aquella arma en una antigua apuesta. Claro que podía significar que se la había robado, eso no era duda, pero talvez aquella relación me daba la posibilidad de que entender por qué Meg le tenía tanto odio a Matheldan, o al menos eso creía yo. La nueva noticia me había desconcentrado de la conversación que seguían los jóvenes. Por lo que lo primero que oí me dejó bastante confundido.

- Estuve practicando bastante con Nicholas – decía el joven –Él quiere aprovechar su tiempo libre antes de la boda, sabes...

- ¡Vince! – lo calló Mags.

Sus ojos se abrieron tanto de la preocupación, que parecían estar a punto de salirse. Jude parecía tan perdida como yo, por lo que no pudo evitar preguntar de qué demonios estaban hablando. La pareja compartió una mirada nerviosa, como si estuvieran debatiendo por qué escusa usar, pero no parecieron encontrar ninguna. Finalmente la muchacha la tomó de la mano con delicadeza, y se preparó para dar una horrible explicación.

- Jude... mira, realmente creo que deberías hablar con Nicholas acerca de esto – dijo con mucho cuidado y cariño –Pero debes saber que...

- Va a casarse ¿verdad? – la interrumpió Jude muy seria.

Sus amigos compartieron su mirada, y asintieron a la vez con sus cabezas, muy apenados. A Jude se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no logró decir nada. Ahora el silencio corría entre ellos, hasta yo no tenía idea de que pensar. Jude se secó con su mano su llanto, y sin despedirse de sus amigos, se fue corriendo rápidamente.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora