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Yo no quería dormir.

Me preocupaba que mis pesadillas me atormentaran nuevamente, o que esos extraños sueños me revelaran más acerca de Jude. Por suerte ya me sentía mejor, y había dejado de toser después de que Doc me había dado de tomar un extraño líquido de desagradable sabor. Aun así necesitaba tomar un poco de aire, por lo que me escabullí de mi cama, y subí a cubierta. El barco ya se había recuperado de sus destrozos, o al menos de los más importantes, y se encontraba a todo babor con destino al Reino de Blugrow. Me paseé por la baranda unos minutos, disfrutando del mar y del infinito cielo repleto de estrellas, que se reflejaban perfectamente sobre el agua. Siempre al oscurecer las nubes desaparecían de la misma forma en que regresaban al día siguiente, como recordándonos que no había forma de evitar aquella Oscuridad. No había luna esa noche, dejándole a las estrellas todo el trabajo de iluminarnos. El mar se veía tranquilo, y una fresca briza nos empujaba suavemente.

- ¿Louis estás bien? – su vos femenina rompió con el silencio.

Meg se encontraba con el timón, completamente sola, aunque podía apostar a que había alguien más despierto en el barco.

- Bueno... mis pies siguen funcionando y mis pulmones no han estallado aún, así que podría decir que me siento bien – dije haciéndola sonreír, lo que me cautivó por completo. Subí las escaleras hasta donde ella estaba pero, como no quería parecer tan invasivo, volví a entretenerme mirando el cielo nocturno - ¿Un largo día, no es así? Pensé que estarías descansando.

- Iba a decirte lo mismo – respondió evadiendo mí comentario –Sabes, gracias... por salvarme hoy.

- Tú también me salvaste de ese acantilado, te debía una.

- Eso supongo.

No pude evitar volver mi vista hacia ella. Su mirada se centraba en el horizonte, y sus ojos resaltaban en la oscuridad tanto como las estrellas que nos rodeaban. Me quedé observándola por unos segundos. Realmente era una chica atractiva, y con grandes habilidades. No podía negar que me sentía un poco atraído hacia ella, pero había algo que me detenía. Aún no la conocía por completo, y sentía que cuando lo hiciera descubriría algo que me haría lamentarme.

Recordé cuando esta tarde había dividido mágicamente su espada, y no pude resistir el preguntarle acerca de eso. A ella no pareció molestarle el responderme, es más, desenvainó su arma para hacerme una representación.

- Su nombre es Junak, la obtuve en una apuesta hace unos años – dijo admirando el brillo de sus dos hojas – Es mágica, al igual que la tuya. Como vez tiene la capacidad de dividirse en dos cada vez que yo lo quiera, además de darme una ventaja en mí habilidad de lucha de espada. Alucinante, ¿no es así?

- Bastante – admití, eso explicaba su gran destreza para ese deporte – Entonces... ¿Cuantos años llevas en el mar?

Al principio dudó en contestarme. Pero terminó haciéndolo de todas formas.

- A los diez años Doc me llevó con él. Fui otra más del barco hasta que cumplí los doce, que me designaron capitana.

- ¿Por qué lo hicieron? Me refiero a que... ¿eres su hija? ¿sobrina? ¿familiar?

-¿Yo pariente de esos monos? ¡Ja! No por favor – respondió con simpatía – Solo una amiga...

- Amiga... capitana... ¿algo más?

Meg soltó una pequeña carcajada.

- Lo sé, reconozco que es algo extraño. Muchos se asombran cuando me ven a mí al mando, pero eh aprendido a seguir adelante, aun cuando las cosas están difíciles – dijo con una mirada honesta - Espero que tú también puedas aprenderlo algún día.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora