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Honestamente no sé si estaba muerto.

El dolor de cabeza me obligó a abrir los ojos. Solo mi mente parecía explotar, el resto de mi cuerpo se encontraba maravillosamente sano. Me convencí de no permitir entrar a mis recuerdos, y dejar que las cosas solo sucedan. No podía revivir eso nuevamente, no ahora. De todas formas había esperado encontrarme con cualquier cosa horrible, pero admito que me sorprendí cuando reconocí que estaba en Matheldan. Debería aclararme. Ya estaba bastante acostumbrado, así que podía reconocer que no estaba allí realmente, se trataba de una visión nada más. Me encontraba en el Bosque de Ayora, del otro lado del cañón, en el Reino Amaya.

- ¡Les dije que lo haría!

Una voz, joven y femenina, provino de la profundidad de bosque. No era nadie que conociera, pero parecía que yo sí lo era para ella.

- ¡Dijeron que no lo lograría! ¡Miren ahora! ¿Quién tenía razón?

La misma voz hablaba sin recibir respuestas, pero se la notaba muy animada, como si no le importara recibir opiniones.

- ¡No me creyeron y miren quién tenía razón después de todo!

- ¡Lo sabemos Pria! – saltó otra voz femenina- ¡No tienes que recordárnoslo cada cinco segundos!

- ¡No lo sabían! Ustedes dijeron que no lo lograría ¡Yo tenía razón!

- A nadie le importa que tú lo hayas dicho – siguió discutiéndole - Lo importante es que lo hizo y punto.

- Solo lo dices porque estás celosa Siedna ¡Yo acerté y ustedes no!

- ¡¿Yo celosa?!

- ¡Silencio las dos! ¡Él ya puede oírnos!

El último comentario vino de una tercera joven. Luego de esto le sobrevivo un eterno silencio que me dio la sensación de estar siendo observado. Aunque ninguna de ellas estaba a mi vista, no necesitaba verlas para imaginar la apariencia de cada una. Seguramente sus edades serían un poco mayores a la mía, a excepción de la que parecía llamarse Pria, era obvio que ella era la más joven de todas.

- ¿Puede alguien explicarme que está pasando? – me animé a preguntar.

Cinco segundos y obtuve mi respuesta.

- Permítame presentarnos Rey Nicholas – habló la tercera voz con autoridad – Me llamo Roen. Aunque creo que usted ya nos conoce con otro nombre...

- ¿Estoy muerto? – no estaba seguro de porqué pero la intriga me llevó a sacarme la duda de inmediato.

- Pues no...

- ¿Y Meg?

- Lo lamento su alteza, pero no tenemos mucho tiempo. Pronto debe despertar, y queremos asegurarnos de que usted haya recibido nuestro mensaje.

Su respuesta no me convenció del todo, pero me aguanté las quejas y obedecí.

- ¿Son ustedes cierto? ¿Las elfas de Ayora?

- ¡Es un gusto conocerlo Rey Nicholas! – saltó Pria con exaltación - ¡Mi nombre es Pria!

- Creo que no hace falta aclarar tu nombre querida –la cayó una cuarta voz – Él ya sabe quiénes somos.

- Bueno solo quería asegurarme de que supiera mi nombre – se defendió – Después de todo es gracias a mí que sigue con vida.

Ese comentario se llevó una serie de quejas por todas partes. No se trataba de solo cuatro muchachas, sino que había unas cuantas más que no tardaron en tirar un comentario. Podría jurar que había unas nueve señoritas en total, nueve completamente furiosas. Me sentía acorralado entre una multitud de mujeres, de las cuales no podía ver a ninguna, y mucho menos entender sus peleas.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora