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No fui capaz de retroceder antes de la explosión.

Todo a mí alrededor comenzó a temblar. La bestia, al tener todos sus tentáculos sujetando al barco, nos sacudió con gran estruendo. Una luz incandescente comenzó a cegarme, y me obligó a mirar hacia otro lado. Ahí fue cuando logré distinguir a algunos de mis compañeros saliendo de las escaleras, tratando de sostenerse de cualquier cosa estable. Otro gran golpe agitó al Travesía, y una onda de energía me chocó con un fuerte impulso. Yo me habría sujetado de algo, pero no tuve tiempo para hacerme hacia atrás. Además me encontraba demasiado cerca del borde, donde justo habíamos perdido la baranda que bordeaba al barco. La luz comenzó a aumentar y un ensordecedor sonido dio lugar a la explosión. El Travesía se inclinó bruscamente, mis energías me abandonaron y el desnivel del suelo me arrojó al agua.

Mis huesos se congelaron con el primer impacto. El mar estaba frío y con mucho movimiento, lo que no me permitió flotar fácilmente. Tragué agua, mucha a decir verdad. Tenía al barco muy cerca de mí y las olas me empujaban contra este. Mis fuerzas ya no respondían, y mucho menos mi cabeza. Por afuera se sentían muchas voces, pero no lograba distinguir ninguna. Una última ola me golpeó contra una madera, con tanta violencia, que me dejó semiinconsciente.

Comencé a descender lentamente. Mi mente me insistía en nadar hacia la superficie, pero mi cuerpo no respondía a esto. La idea de no terminar así era lo que me impulsaba en seguir aguantando la respiración, lástima que no era mi mente la que controlaba esto, sino que mis pulmones los cuales estaban muy débiles. Pero en esos segundos en rostro de Zert invadió mis pensamientos. El acababa de hacer algo asombroso para salvarme, no solo a mí, sino que a toda la tripulación. No podía permitir que su vida valiera esto. Estaba demasiado cerca de lograr lo que tanto había buscado, y no iba a rendirme tan fácilmente. Concentré todas mis fuerzas, y lentamente fui moviendo mis manos y piernas.

Entonces algo se me acercó.

Lo consideré un tentáculo, porque me rodeó por el pecho y tiró de mí. Su acción me tomó tan por sorpresa que liberé demasiado aire, pero eso no me mantuvo quieto. Luché por liberarme pero mi enemigo se las arreglaba para no soltarme. Pensé en abrir mis ojos, a pesar que bajo el agua era difícil de ver por su gran oscuridad. Aun así lo hice, y más confundido quedé cuando noté que no era un tentáculo lo que me sostenía, sino el brazo de una persona. Este tiraba de mí con todas sus fuerzas. Al principio pensé que trataba de ahogarme, pero era lo contrario, estaba impulsándonos a ambos a la superficie. Lo malo era que mi respiración no estaba de mi lado y, antes de que pudiera pensar en algo, mis pulmones se vaciaron.

Lo último que recuerdo es a Meg empapada junto a mí, y a toda la tripulación observándonos.

Me costó darme cuenta que estaba soñando.

Estaba en una casa, una que no conocía. Allí había una pequeña niña que parecía tan concentrada en su dibujo que, de estar realmente ahí, no hubiera sido capaz de notarme. Su largo cabello rubio caía por sus hombros con gran desorden, mientas sus ojos observaban con precisión cada parte del papel. Movía el lápiz con naturalidad, y aun así parecía tomar con mucha dedicación cada trazo. A la vez que dibujaba entonaba una dulce canción que llenaba de ternura todo el ambiente. Yo seguía sin reconocerla, y eso me inquietaba bastante, mi mente no recordara haberla visto jamás, y mucho menos a ese lugar. Entonces alguien más apareció en la escena. Era una mujer, con los mismos rasgos que la niña. Ella observaba a la pequeña con una sonrisa en su rostro, muy complacida de su hermosa inocencia.

- Andando Ronnie – dijo a la pequeña - Tienes que arreglarte antes de que llegue tu padre.

Ronnie... no era la primera vez que oía ese nombre, y sabía que eso solo podía significar una cosa.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora