Las llamas ardían por todas partes.
No habíamos pensado que, como los arboles cubrían el cielo, todo el humo se concentraría abajo, oscureciendo nuestra vista y haciendo que mi toz se agravara mucho más. Meg se había trepado a un árbol para obtener una mejor perspectiva del barco, y me había dejado a mí abajo para vigilar por si el fuego llegaba a alcanzarnos. Aún no bajaba y me estaba preocupando. De repente sentí un pequeño ruido a solo unos metros de mí. Talvez una pisada. Me convencí a mí mismo de que no debía de ser nada, pero me asusté cuando las hojas de los arbustos empezaron a moverse.
- ¿Kalú eres tú? - dije alzando mi espada. Las plantas siguieron sacudiéndose, supe que no se trataba de mis compañeros y aun así que volví a preguntar - ¿Quién eres? Sal de ahí, no voy a hacerte daño.
Espere unos segundos y nada. Estaba a punto de considerarme loco, cuando tres de ellas aparecieron. No tenía idea de quienes eran exactamente, pero con solo verlas podía notar un aura de magia igual a la que cubría a la isla. Lucían como simples muchachas, con piel bien oscura y relucientes ojos grises. Sus orejas de elfo eran lo que más desentonaban, además de que no tenían cabello, ninguna de las tres. Su cuerpo estaba cubierto con una clase de túnica blanca, la cual estaba impresionantemente limpia y pura en comparación con mi ropa. Las tres eran idénticas en todo esto, pero cada una tenía en su rostro el dibujo de la palma de su mano en distinto color, rojo, amarillo y celeste. La de la mano roja parecía ser mayor que las otras dos, a pesar de que todas lucían en si jóvenes. Me observaban con odio, pero en silencio.
- Buenas...tardes ¿creo? – dije tratando de sonar lo más simpático posible, sabía que si me atacaban estaba perdido, y Meg seguía arriba, así que al menos debía ganar tiempo(al fin algo en lo que era bueno)– Mi nombre es Louis, y debo admitir que estoy algo perdido en esta isla ¿ustedes son de por aquí?
Las tres se miraron confundidas, finalmente la mayor comenzó a hablarme.
- ¡Tú y tus amigos son los culpables de esto! – soltó muy furiosa – ¡Los haremos pagar!
- ¿De qué hablas? nosotros no hemos hecho... ohh – me di cuenta de que se refería al fuego, haciendo que me sienta culpable por ello.
- Así es – contestó – Ustedes destruyeron nuestro hogar ¡ahora nosotras los destruiremos!
Sus amenazas no me sonaban para nada bien, pero me alentaban a seguir ganando tiempo.
- Si... hablando de eso ¿ustedes son, emm... que son exactamente?
- ¡Somos éttades! – dijo Roja alzando los brazos con orgullo - ¡Ninfas guardianas de la isla de Etta!
Con que ese era el nombre de este diabólico lugar. Quería decirles mis críticas acerca de la excesiva vegetación, pero estaba seguro de que no les agradaría para nada mi comentario. Consideré que el que sean ninfas justificaba su extraño aire mágico, pero eso no me dejó tranquilo. Uno no podía saber que esperar de ellas, su habilidad con el control de la naturaleza podía tener sus fines pasivos, o bien solo podían querer patearte el trasero por romper una ramita.
- Entiendo... "Etta", es un gran nombre – dije rascándome la barbilla, para evitar toser.
- ¡¿Tú lo crees?!
Aquel comentario provino de Celeste, quien lucía ilusionada por el alago. Otra cosa que caracterizaba a las ninfas era lo rápido que se enamoraban de todo, la manera con que jugaban con el amor, podía ser algo tan atractivo como perverso... o podía utilizarlo como ventaja.
- Oh por supuesto que si – esbocé la mejor sonrisa que pude.
El fuego ya se estaba acercando demasiado, y no quería seguir estando en desventaja frente a esas señoritas. Quería mirar hacia arriba, pero temía que las guardianas se enfurecieran si encontraban a Meg escondida.

ESTÁS LEYENDO
TRAVESÍA
PertualanganLouis es un príncipe con un difícil pasado. Desde que Jude, la Reina de la Oscuridad, atacó su reino, su vida no ha sido más que una miseria. Aquella noche no solo perdió a su familia y amigos, sino que también su corona. Por su seguridad fue apar...