No podría asegurar cuanto tiempo pasé mirando a la nada.
Me arrodillé para recuperar fuerzas, pero era algo imposible. Ni siquiera el tener a Lúnima me daba energías. Más impresionado quedé cuando miré mis manos, cubiertas de sangre, no solo mía. Esta vez no fui capaz de reprimir mis ganas de vomitar, las cuales llevaba desde hace bastante, y sentí como me debilitaba más al largarlo todo. El dolor me llamaba por todas partes, tantas que ya no era consientes de ellas. Mi mente no funcionaba, ni siquiera mis recuerdos estaba allí. Me sentía perdido. Ya nada me importaba. Lo único en que pensaba en ese momento era en Meg.
Ella seguía tendida en el suelo, aun inconsciente. Una vez a su lado lo primero que hice fue comprobar que respirara. A pesar de que lo hacía con mucha debilidad decidí considerarlo como algo a favor. También contemplé la cantidad de cortes que tenía. Seguramente yo estaba en las mismas condiciones, pero lo que seguramente me diferenciaba (además del vestido) era la enorme herida en su abdomen. No se veía para nada bien, tenía la piel oscura, como si la magia la hubiera marcado para siempre. Las peores ideas atacaron mi cabeza, pero ya no podía permitirme eso, no podía entrar en más desesperación. Luego de sacudirla un poco y ver que no tenía respuesta, junté mis fuerzas para llamarla.
- ¿Meg? – mi voz era débil, pero resonó ante el silencio de la habitación - ¿Meg?
Repetí su nombre seguramente unas diez veces, y nada. Su rostro seguía pálido, ni siquiera sus párpados estaban abiertos. Ya no tenía conmigo esos hermosos ojos celestes que me examinaban en cada movimiento, se habían ido. El llanto no me tardó en llegar, y las lágrimas me entrecortaron la respiración. La llamé una vez más, pero esta vez ni siquiera fui capaz de repetirlo. Pero ella seguía respirando, sus latidos era pocos pero aún estaban allí, por lo que ella también.
- ¿Elizabeth? ¡Por favor no me hagas esto!
El tiempo de espera se hizo eterno, pero finalmente conseguí mi respuesta. Ni siquiera se movió. Ella abrió apenas sus ojos, los cuales aun así brillaron para mí. Sus labios temblaron hasta que logró tomar un poco más de aire, siempre sin mover ni un centímetro su mirada hacia mí.
- ¿Estamos muertos? – fueron sus únicas palabras.
La pregunta fue la última cosa que había esperado responder, y no pude evitar reír de la emoción.
- Aun no.
- ¿Jude si?
Respiré profundamente para poder hablar.
- Sí
No hubo más palabras. Meg cerró sus ojos nuevamente, y volvió a su frágil respiración. Yo no pude evitar sonreír, no sé por qué exactamente, pero si sabía algo... estaba viva, y eso era suficiente.
Eche una última mirada a mí alrededor, y luego me desmayé.

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TRAVESÍA
AdventureLouis es un príncipe con un difícil pasado. Desde que Jude, la Reina de la Oscuridad, atacó su reino, su vida no ha sido más que una miseria. Aquella noche no solo perdió a su familia y amigos, sino que también su corona. Por su seguridad fue apar...