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Desperté exaltado, tenía sudor corriendo por mi cara.

Aquella joven no era otra más que Jude en su adolescencia, quién al parecer conocía a mi padre. Me costaba imaginarme eso. Quiero decir... ¡No todos los días te enteras que la asesina psicópata que quiere destruirte y apoderarse de todo era amiga de la infancia de tu padre! Aun no sabía cómo ni porqué su amistad no había funcionado, claro que después de todo mi padre se casó y falleció luchando contra un ejército oscuro controlado por la misma Jude. Además seguía sin saber quiénes eran esa pareja de jóvenes, que también había visto en mi encuentro con el grifo. Ellos no me resultaban para nada conocidos, pero estaba seguro de que debían significar algo.

De repente sonó una campana, seguramente para levantarse. Yo debía ir pronto abajo, para ayudar a Acris en la cocina. Antes pensé en contarle a alguien mi sueño ¿pero a quién? A nadie podría interesarle, o me tomarían por loco si hablaba de quien era Jude en su juventud, sin aclarar que estaría publicando que yo era el príncipe desaparecido. Tampoco conocía lo suficiente a Doc para confesárselo, y ni hablar de mi querida capitana. Entonces recordé lo que me esperaba. Supuestamente esta tarde iría de excursión con ella para recibir unas cuantas lecciones. Claro que no tenía miedo, pero admito que si estaba nervioso por eso.

¡Tierra a la vista mis compañeros!

Me asomé hasta la baranda para ver la pequeña isla frente a nosotros. Su forma era parecida a la de un círculo, y estaba elevada unos cuantos metros sobre el nivel de la mar, rodeada de acantilados, lo que nos permitiría acceder a ella con solo extender una plancha. Había otra característica particular en ella, pues no había espacio que no estuviera repleto de gigantescos árboles. Esto le daba un aura verde que cubría a todo el terreno, y que junto con el gris del cielo obtenía un extraño toque tenebroso. Era obvio que la isla estaba deshabilitada, y lamentablemente éramos los únicos en el mar aquel día.

- Espero que estés listo Louis.

Su voz detrás de mí me dio tan gran susto, que hasta alcé mi espada para defenderme. Meg se sorprendió tanto con mi reacción que retrocedió unos pasos.

- Disculpa no quise...- traté de decirle mientras guardaba rápidamente mi arma - yo... no fue mi intención hacer eso.

- Claro... - ella se quedó viéndome algo desconfiada por mi extraña actitud, pero aun así siguió hablando – Bueno como decía, en unos minutos vamos a atracar el barco hasta la costa. Les pedí a Zert y a Kalú que nos acompañaran, así que... ¿Todo en orden?

- Sí, sí, todo está perfecto – mentí.

Quería golpearme por haber hecho eso, no debía mostrarme nervioso, eso podía levantar sospechas. Un silencio incómodo quedó entre nosotros. Meg jugueteó unos segundos con su cabello, pero no decía ni hacia nada, como si esperara que fuera yo el que hablara primero. Se la veía de mejor humor esta vez. Su herida en la cabeza ya estaba mucho mejor, o al menos no sangraba como antes. Otra vez me sentí atraído por el color de sus ojos, me recordaban a un cielo celeste que no había visto hace años. Tragué una bocanada de aire y eché nuevamente un vistazo a la isla.

- ¿Tienes idea de donde estamos? – me decidí a preguntar.

Meg disfrutó el que le hablara y, dejando su cabello, dirigió su mirada al paisaje.

- Naturalmente estas islas poseen extraños orígenes, por no decir mágicos claro. Aparecen de la nada en distintas partes, es por eso que nunca han sido habitadas. Por lo general duran un día o dos en el mismo sitio, lo que las hace cada vez más peligrosas.

Sus palabras no me ayudaban para nada a calmar mis energías.

- Pero... ¿no se supone que vamos a arreglar el barco? – dije confundido – Entonces... ¿para qué iríamos a investigar?

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora