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- Oh entiendo – terminó resumiendo Jude.

- Supongo que esta vez ellas jugaron contra mí – agregó - Así es, ahora entiendo su plan...

- ¿De qué estás hablando? – la interrogué.

Jude me miró con desagrado, como si mi aspecto fuera mucho peor que el suyo.

- ¡Esas estúpidas elfas! Y tú mi querido príncipe no has sido otra cosa que una marioneta para ellas. Sabían que eso no sería suficiente, pero yo adiviné su plan, ya sé que es lo que tramaban. Unirlos a los dos... contra mí ¡Ja! ¡Ni siquiera son capaces de superar mi astucia!

Realmente no me importaba si lo que decía era cierto o no, solo quería acabar con esto de una vez, rescatar a mi amiga y volver a Matheldan lo más pronto posible. Pero aún no sabía cómo hacer para atacar a Jude sin que Meg saliera lastimada, especialmente ahora que Ella sabía que era una debilidad para mí.

- Lo se Nicholas, esto se me está haciendo aburrido hasta a mí – dijo como si leyera mi mente – No tenía planeada tanta conversación para este momento. Así que por qué no me dejas proceder con...

- ¡Ni siquiera lo intentes! – Meg se levantó nuevamente, algo ya inútil.

Jude la empujó al primer intento, y Meg cayó obligada. De repente Ella alzó su mano y, mientras su mirada se tornaba más sombría, su extraño anillo fue tomando forma de una larga lanza de pálido cristal, de unos dos metros, afilada de ambas puntas, y brillante como el hielo a nuestro alrededor. Luego de mirarla un poco pude convencerme de que no se trataba de un cristal, no... aquel material era diferente, más opaco y puro, y daba la impresión de ser mucho más resistente que una simple roca. "Una lanza"... recordé como en mis sueños Mags le proponía esta idea a Jude años atrás. Seguramente se debía a esto, lo que me dio a pensar que Ella tenía todo planeado desde entonces.

- Tranquilízate mi príncipe, me encargaré de que tu muerte sea toda una ceremonia digna de la realeza. Después de todo es lo único que al menos mereces ¿no crees?

Un nudo en la garganta no me permitió emitir comentario. Mis tiempos se agotaban, y aún no lograba sacar a Meg del medio. Jude dirigió su mirada a mi amiga, seguramente porque yo estaba concentrado en ella, y nuevamente sonrió como si estuviera inspirada con las mejores ideas. Una vez más levantó su lanza y esta emitió un tenue brillo. Entonces extrañas sombras aparecieron alrededor de Meg, y comenzaron a rodearla dando círculos y cubriendo todo su cuerpo. No tenía idea de que estaba pasando, pero mi amiga no parecía estar sufriendo ningún dolor en eso, sino

que miraba sorprendida como las sombras la envolvían lentamente. Luego de unos segundos de esto, las sombras fueron como pegándose a las ropas de Meg, todas a la vez, transformándose estas en un largo vestido negro que me dejó completamente impresionado.

- ¿Pero qué demonios...

- Relájate querida no tienes porqué agradecérmelo – respondió Jude orgullosa – Ahora sí luces como para estar frente a un rey, después de todo quiero que también estés presente en esta ceremonia.

Estaba loca. La idea del vestido era la cosa más ridícula que pudiera haber ocurrido, pero que a la vez no podía negar que ella lucía muy atractiva en él. Tal vez Jude había considerado que así me sentiría dolido por mi apariencia frente a la de ellas, algo que debía reconocer que había logrado.

- Bien... ¿qué más? – repasó Jude, y finalmente dijo con su mirada en mí – ¡A sí! ¡Cómo olvidarlo!

La lanza hizo aquel brillo una vez más y junto a mí aparecieron tres grandes sombras, aquellas que eran como soldados de Jude. Una clase de oscuridad infinita las formaba, y absorbían cada gota de aire puro que había a su alrededor. No hizo falta la orden de su dueña para que se me arrojaran encima. Pero yo estaba listo para la lucha y con Lúnima en mano me encargué de atravesar cada sombra en pequeños pedacitos. Tal vez hubiera sido algo muy fácil, pero yo sabía por mis sueños que los soldados se regeneraban fácilmente, y no tardaron segundos en reaparecer. De todas formas yo no me detuve, sino que me encargué de extinguirlas más rápidamente, y así conseguir algo de tiempo para acercarme a Jude mientras esperaba que se regeneraran. Con un último corte dividí a la mitad al último de mis enemigos, y no vacilé en apuntar a hacia Ella.

TRAVESÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora