I: Rebelión

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— Les ruego que me ayuden—Dijo mi padre mientras se inclinaba ante César

— Si te ayudamos ¿Qué recibirá Roma de parte de tu país?

— Les daré lo que ustedes quieran, sólo permítanme seguir gobernando en mi país, se los ruego, Egipto proporcionara más alimento y les pagaré todas las deudas.

Después de tanto negociar fue así como mi padre consiguió el apoyo militar de Roma que envió tres legiones de soldados para detener la rebelión que había en nuestro hermoso país. Yo era bastante joven como para entender, pero posteriormente mi padre me enseñó a que un faraón debe estar dispuesto a todo por salvar su corona.

— Cleopatra, mi preciosa hija, tu naciste para ser la mujer más grande de todas, tú serás una gran reina y–Dijo mi padre mientras yo estudiaba matemáticas.

El poder siempre me pareció atractivo y lo más importante, desde muy joven sabía que era lo que quería, quería ser la reina faraón.

De igual manera el adquirir conocimientos siempre fue primordial, mi familia desciende de los griegos, somos ptolemaicos. Como buena griega he disfrutado de estudiar.

La biblioteca de Alejandría, mi lugar favorito. En ella iban grandes pensadores ya que estaba repleta de libros de todos los grandes filósofos, era el centro del conocimiento... sólo recuerdos quedan de ese maravilloso lugar.

El futuro es incierto cuando se es parte de la familia real de Egipto, es por eso que siempre se han de tomar medidas.

Cuando mi padre y yo regresamos de Roma nos dimos cuenta que las cosas habían cambiado, fue una sorpresa pero no agradable, mi hermana mayor, Berenice, había ocupado el trono.

— ¿Cómo qué Berenice es reina ahora?— Preguntó mi padre enfurecido.

— Así es mi querido Auletes, tu hija mayor ha subido al trono en tu ausencia. Ella aprovecho la rebelión y tu huida ¡no puedes dejar las cosas así!—Dijo el servidor mi padre.

— ¡Ordena de inmediato que maten a Berenice!—Exclamó.

Ese momento marco mi vida para siempre, yo estaba junto a mi padre en el trono cuando trajeron a Berenice frente a nosotros. Mi padre hizo una señal y ejercitaron a mi hermana frente a nosotros.

¿Ser la hija del faraón te protege? No, claro que no. Desde ese día me quedo más que claro que incluso tu familia puede matarte para conservar o conseguir en reino. Esa no fue una mala lección, de hecho aprendí mucho de ese suceso.

Cuando mataron a mi hermana mayor no me permití sentir dolor, más bien fue causa de alegría para mí, al morir ella, ahora yo sería la siguiente en tener el poder absoluto. Posteriormente pude gobernar junto a mi padre.

La última reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora