XIV: Cesarion

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Año 46a.C.
El tiempo pasó, mi pequeño hijo crecía cada vez más. César no había podido conocer a su hijo así que me pidió que fuera a su encuentro en Roma.
- Ven conmigo a Roma- Pedí a mi pequeño hermano Ptolomeo (XIV) quien tenía doce años.
- ¿Roma? Nunca he ido allí.
- Bien, será tu primera vez en Roma-Dije.

Intentaba ser amigable con él para que me tuviera confianza, después me encargaría de eliminarlo.

Durante el viaje, mis siervas cuidaban de Cesarion. Por la noche me recostaba junto con él y le contaba historias, era un pequeño muy adorable.
- Cesarion, vas a conocer a tu padre. Él está trabajando muy duro para tu futuro, tú serás rey, como yo. Tú eres mi heredero y tendrás el mundo bajo tus pies. Te quiero tanto mi pequeño- Lo besé- Mamá te cuidará siempre, me asegúrare de que nada te haga daño y seas feliz siempre.

Cuando llegamos a Roma, los soldados de César nos recibieron y nos llevaron a su villa. Era un lugar agradable y acogedor.
- ¿Donde está César?- Pregunté.
- Él viene en camino, pronto estará aquí, me mandó para recibirte y para que te mostrará la villa- Contesto uno de los generales.
- ¿Y tú qué eres?- Lo miré de pies a cabeza.
- Soy general, la mano derecha de César. Él confía en mí y por eso me envió a tu encuentro, alteza.
- ¿Como te llamas?
- Me llamo Marco Antonio, siéntete a gusto, puedo darte un recorrido.
- Puedo hacerlo sola- Le sonreí.

Salí a contemplar el paisaje, las hermosas flores y las aves que se posaban en las fuentes, todo era tranquilo y esto hacia que reinará en mi una paz interior.

- Pequeño, mira esa bonita ave, qué colores más hermosos- Dije sonriendo mientras cargaba a mi hijo- Mira que bonita flor- La puse en sus manos.

- Mi hermosa Cleopatra- Dijo César al verme, yo le sonreí- ¿Él es Cesarion?- Pregunte.
- Sí, él es tu hijo, tu legítimo heredero.
- Déjame cargarlo, se parece tanto a ti- Dijo.
- Tiene tus ojos- Le sonreí.
- Es verdad, tiene mis ojos. Que feliz me siento de que por fin están aquí, tengo algo que mostrarte ¡vamos!

César nos llevo a un templo que él había edificado, un templo a la diosa romana Venus. Este templo estaba cerca del gran Foro de César.
- Es muy bonito- Dije.
- Aún no está terminado, pero lo haré pronto. También edificaré un templo a la diosa Isis.
- ¿En serio?
- Isis es una magnífica diosa, merece ser venerada aquí, yo lo hago y quiero que los demás lo hagan también ¿te agrada la idea?
- Claro que me agrada.
- He mandado a hacer una estatua de ti para ponerla aquí, en el templo de Venus.
- Eso es magnífico, estoy ansiosa por verla.
- Pronto mi querída Cleopatra- Me beso en la frente.

Poco a poco estaba logrando mi objetivo.

Al regresar a la villa, César ordenó a sus sirvientes que trajeran platillos exóticos para mi. Comimos junto con sus generales y mi hermano.

- No puedo creer que este pequeño sea rey junto contigo reina Cleopatra- Dijo Marco Antonio quien ya estaba un poco ebrio- Además de que es tu hermano, eso aquí en Roma es detestable.
- Marco Antonio, lamento decirte que Roma carece de una mente abierta, en Egipto somos muy liberales- Respondí.
- Eso es cierto, si fueras romana no serías más que una esposa y ama de casa.
- Roma es tan anticuada, las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres en Egipto- Dije.
- Bien, supongo que ya has conocido a mi amigo Marco Antonio- Dijo Cesar- Él tiene toda mi confianza, espero que puedas llevarte bien con él.
- Quizás no estando ebrio, sea una persona agradable.
- Él te cuidará durante tu estancia aquí.

Marco Antonio...

La última reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora