IX: Victoria

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El consejero de mi hermano, Potino intento envenenar a César, sin embargo y para nuestra fortuna, lo descubrieron así que lo ejecutaron. No sentí lastima por él, incluso me alegró saber de su muerte, no tendría que lidiar con esa persona molesta.

Los refuerzos romanos tardaban en llegar así que varios días pasaron sin tener algún informe alentador hasta ese día que César entro desesperado a mis aposentos.

— Perdimos esta batalla— Dijo mientras aventaba su casco.
- ¿Como qué han perdido? ¿Donde están los refuerzos? ¿Por que tardan tanto?
- Realmente no sé por qué se han retrasado.
- Espero que estén aquí para la próxima batalla, no podemos perder César, no debes dejar que eso pase- Dije mientras lo abrazaba.
- Me han dicho que aún tardarán, intentare hacer lo que pueda para ganar.

Esas no eran buenas noticias, y César estaba muy estresado por esta derrota, pero pronto se presentó otra gran oportunidad para nosotros, la oportunidad decisiva.

— Quieren que liberemos a Ptolomeo— Informaron los guardias.
— ¿ Y para qué quieren a ese inútil?— Preguntó César con sarcasmo.
— Esta es nuestra oportunidad— Le aseguré.
— ¿ De que hablas?
— Si lo liberamos, seguramente lo pondrán al frente del ejército, se fiaran de él ya que es el rey, sin embargo quedarán muy decepcionados ya que no sirve para la guerra, nunca ha luchado.
— Tienes razón, aún es un inexperto, no sabe nada acerca estrategias militares.
— No podemos desaprovechar está oportunidad.
— ¡Liberenlo!— Ordenó César.
- A sus órdenes.
- Realmente eres tan inteligente mi bella reina- Dijo César besando mis labios.
- Debes ganar sí o sí, mi cielo.

Pronto supimos que los soldados destituyeron a Ganímedes y el puesto lo ocupo mi joven hermano Ptolomeo. Los refuerzos romanos llegaron, eso nos dio aún más ventaja sobre ellos.

Todo estaba a nuestro favor, los soldados romanos lucharon hasta que los soldados de mi hermano decidieron huir, fue ahí cuando se selló nuestra victoria. Cientos murieron ahogados, incluso Ptolomeo.

— ¡Hemos ganado!— Dijo César, me alegré mucho por aquella victoria que costó varios meses.
— ¡Por fin volveré a ser reina!— Célebre.
— Sí, serás reina, mi bella Cleopatra.
— ¿Y Arsinoe? ¿Qué ha pasado con ella?— Le pregunte.
— Ella fue capturada, la enviaré a Roma como prisionera.
— Ejecutala.
— Eso lo haremos después, te lo prometo, no tienes de que preocuparte, ella no tiene nada de poder ahora.
- Estoy tan feliz, prepararé mi coronación.

Para ser proclamada reina necesitaba casarme así que tuve que contraer matrimonio con mi segundo hermano Ptolomeo XIV quien solo tenía 10 años, el cual no era un riesgo para mí y mi corona.

— César, de nuevo soy una mujer poderosa, soy la reina y es algo que debemos celebrar— Le dije sonriéndole.
— ¿Como quieres celebrarlo?— Me preguntó.
— Te llevaré por todo Egipto, quiero que lo veas todo.

Mi objetivo era enamorarlo de Egipto.

La última reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora