XLI: Arsinoe

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Por la mañana salí a contemplar la naturaleza, amaba los jardines bien arreglados. La tranquilidad que la naturaleza hace sentir, es impresionante, algo necesario para el alma.

Me di un baño para embellecer mi cuerpo, con lo más exótico que había. Cómo reina siempre me preocupe por mi imagen. Mientras reposaba, meditaba en muchas cosas.

Recordé cuando estaba refugiada en Siria junto a mi hermana, Arsinoe.

Ella era una joven bella, más bella que yo. Disfrutaba de arreglarse y cuidarse el cuerpo, siempre vestía con lo más selecto y hermoso que había. Fue una lástima que no se mantuviera callada. Mientras estábamos en Siria, ella hablo mal de mi a los soldados, intentaba ganarselos para conseguir poder y ser la reina de Egipto... Ella no aceptaba que los dioses me habían escogido a mi para cumplir con esa comisión.

Ella y yo peleábamos siempre, nunca nos entendíamos y por eso decidimos estar lo más alejadas posible la una de la otra.

Cuando supo de mi relación con César, se enfureció e intento ganarse su favor aunque no lo logro ya que él solo tenía ojos para mí.

Recordé lo que me dijo después de un banquete con César...

- Muy bien hermana mía, me has superado- Dijo Arsinoe mientras se recargaba de la pared y jugaba con su cabello.
- Así es, Arsinoe, te he superado- Contesté.
- Sabes que César solo te utilizará y después te desechara, él es un conquistador, no puede amar a la misma mujer por mucho tiempo.
- Estás equivocada y te demostrare que puedo enamorarlo y hacer que se arrodille ante mí- Dije enojada.
- Créeme que eso será muy difícil, Cleopatra. En cuanto le aburras se irá con otra mujer a revolcarse, no sé, quizás conmigo.
- No me importa con quién pase la noche mientras me haga favores y me de su protección.
- Es increíble lo que puedes hacer por el poder, incluso acostarte con alguien que te dobla la edad- Dijo mientras se acercaba a mi.
- Solo lo estoy utilizando- Me defendí.
- Aunque solo lo utilices es repugnante lo que haces... Eres una ramera...

Al escuchar su insulto le di una cachetada con todas mis fuerzas. No podía permitir que me hablara de esa forma.

- No te atrevas a hablar mal de mi, recuerda que tengo el poder y puedo hacer lo que me plazca contigo- reí- Si estás viva es por que yo lo estoy permitiendo, ahora no seas estúpida y quédate callada.

Me retiré del lugar donde estaba ella.

Días después se levantó en una guerra contra César y yo en la cual mi hermano perdió la vida y ella fue enviada como prisionera a Roma.

En el desfile triunfal de César ella camino con cadenas sobre ella, era una prisionera, era el tesoro de Egipto.

Y nunca olvidaré cuando hice que Antonio la matará como prueba de su amor, ahí fue cuando mis dudas desaparecieron y también el miedo a que ella intentará derrocarme y matar a mis hijos.

- Arsinoe, fuiste tan tonta y te metiste con la persona equivocada...

La última reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora