IV: Siria

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No me fue difícil vivir en Siria, tenia sirvientes y yo sabía hablar bien el idioma, sin embargo, no hubo día que no añorará volver.
Mi hermano, totalmente manipulable y su consejero sediento de poder, Potino sólo lo usaba y el me odiaba.

Después que pude reunir un ejercito y manejarlos desde Siria, inicio una guerra civil en Egipto, por supuesto que no me iba a quedar mirando de brazos cruzados como me arrebataban lo que me pertenece, no, yo debía luchar por ello.

- Mi reina-Llamo un general.
- ¿Si? ¿Qué pasa? ¿Hay nuevas noticias?- Pregunté.
- La guerra continúa en Egipto, sin embargo tu hermana Arsínoe esta reclamando el trono para ella...
-¡Esa maldita!-Dije mientras golpeaba la mesa con mi mano- ¿Ella sigue aquí?
- Si, mi reina.
- Mantenla con la boca cerrada, no voy a dejar que convenza a mi ejercito. No voy a renunciar al trono, ¡No habrá nada para esa estúpida!

Cerré los ojos para despejar mi mente, pero sólo me preguntaba ¿Algún día volveré a ocupar mi lugar?

- ¡Reina!- Exclamó un mensajero, acercándose a mi velozmente.
- ¿Qué ha pasado?- Pregunté preocupada.
- Hay una guerra civil en Roma en la cual se enfrenta Julio César y Pompeyo, parece que el Senado estuvo tras esto.
- ¿Qué más sabes?
- César ha sido más hábil, sus tropas han sido mas fuertes pese a que son menos, incluso Pompeyo huyó.
- ¿A donde?
- A Egipto, mi reina. Planea pedir ayuda a tu hermano, ya que tu padre Auletes dejo una deuda muy grande con él y también con César.
- Tenemos que esperar a ver cómo se desenvuelven las cosas, tal parece que se acerca el tiempo de volver. Estén preparados- Ordené.

Las decisiones del país las tomaba Potino, lo que llegara a pasar sería el efecto de sus decisiones, quizás solo decidiría apoyar a Pompeyo y enfrentarse contra Julio César, su más grande general, el hombre más importante de Roma.

Pasaron algunos días y decidí salir junto a mis siervas a recorrer un poco la ciudad, después de una breve caminata, me senté junto a una pequeña fuente. Observaba mi reflejo en el agua, la pintura de mis ojos y de mis labios, hacían resaltar mi belleza. Para mi pueblo yo era la reencarnación de la diosa Isis, así que siempre me ocupé de verme radiante y espectacular ¿vanidad? Quizás, aunque prefiero decir que es una necesidad para mi. Baños exóticos, tratamientos para la piel y el maquillaje eran parte de mi día a día, nada disfrutaba más que embellecer mi cuerpo.

Seguía contemplandome cuando escuché que alguien corría hacia mi.

- ¡Su alteza!- Un mensajero venía corriendo a mi encuentro.
- ¿Qué pasa?- Pregunté.
- Tengo nuevos informes sobre la situación en Egipto.
- ¿Ha pasado algo?
- Es tu oportunidad de volver, tu hermano... tu hermano asesino a Pompeyo y César está en camino.

Volví a mirar mi reflejo en el agua ¿seria que pronto la corona regresaría a mi?

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Hola ¿Qué tal? ¿Que les ha parecido la historia?
Quería avisarles que los capítulos serán publicados los lunes y jueves y quizás uno que otro extra el fin de semana así que estén al pendiente.
Espero que les esté gustando y si es así, comentenme para saberlo, también se aceptan críticas constructivas.
Eso es todo, nos leemos en el siguiente capítulo.

La última reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora