X: Egipto

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A César le encantó Egipto, ninguna nación se comparaba a la nuestra. Mi país lo sedujo y yo me aproveche de la situación.

- Bienvenido a Menfis, la primera capital de mi país- Dije a César y el miro asombrado las construcciones.

Menfis había sido alguna vez la capital de Egipto, eso fue mucho antes de que mis antepasados, los ptolemaicos gobernaran. Lo más sobresaliente sin duda, eran las pirámides, tumbas de antiguos faraones, esto fasino a César quien no paraba de preguntar sobre la historia de estas.

- Aún no puedo creer lo maravilloso que es Egipto, aquí hay milenios de historia. Cada rincón tiene algo que contar, es fascinante, nunca había  visto algo igual- Dijo César.
- Creelo, cariño. Mi país es rico en cultura, es maravilloso y puede ser tuyo.
- ¿Mio?- Preguntó.
- Puedo compartirlo contigo cuando tú compartas Roma conmigo.

El banquete fue algo exquisito, había de todo para el deleite de mi amante. Me dediqué a servirle vino y a ofrecerle comida en la boca, hacia todo por ganarlo, ya que al tenerlo feliz aseguraba mi relación con Roma.

- Tengo un regalo para ti, mi querido- Le dije y le di un ambuleto de Horus - Pronto tú serás mi rey, protegeras Egipto tal como lo hace Horus, el protector de los faraones.
- En Roma los reyes no son bien vistos, odian la tiranía, por eso somos una república.
- Tu y yo sabemos que ambos queremos gobernar el mundo- Lo mire a los ojos- Imagínate a ambos gobernando los territorios de Roma y mi gran país, seríamos felices ambos.
- Sí... Sería fascinante.
- Tu mereces ser rey.

Para César la idea de ser un rey cada vez era más atractiva, en su corazón ya estaba el deseo de serlo, estaba logrando mi objetivo.

- En Roma están esperando por mi, antes de vinieramos a Menfis me habían mandado un comunicado en el cual me decían que fuera de inmediato para atender mis deberes.
- ¿No pueden darte un tiempo de tranquilidad? Por ti es que tienen más territorios bajo su control- Le respondí.
- Si, pero tengo que atender varios asuntos.
- No me dejes, aún tengo mucho que mostrarte, tenemos muchos lugares a los cuales debemos ir, solo tomará unas semanas más.
- Cleopatra, tengo que regresar a Roma...
- Regresaras después del viaje, piensa que Egipto tiene más que ofrecerte, hay más por ver- Lo besé- No me dejes sola, acompáñame unas semanas más.
- Está bien, me quedaré, solo por que esto es fascinante- Me beso el cuello.

Después de unos días dejamos Menfis para ir a nuestro siguiente destino. Durante el viaje él me hacía caricias mientras yo le sonreía, cualquiera que nos viera juraría que él estaba enamorado de mi y así era. Para el pueblo él y yo estabamos casados ya que vivíamos juntos, sin embargo en Roma no era más que su amante, a un miembro del Senado no le era permitido casarse con una extranjera, además él tenia una esposa, una romana respetada, pero al no darle nunca herederos, no servía para nada.

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Hola ¿Como están? ¿Que les ha parecido la historia? ¿Tienen alguna sugerencia?  Espero que les esté gustando.
Nos saludamos en el siguiente capítulo, adiós!

La última reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora