XXIV

7.4K 594 2
                                    


Sus dedos trazaron el contorno de mi rostro con suavidad.

Retuve el aliento, mirándolo fijamente sin ser capaz de decir nada ; estaba demasiado ocupada analizando mis propios sentimientos.

Su pulgar acarició mi labio inferior con lentitud, como deleitándose, al mismo tiempo que sus ojos lo recorrían.

El corazón me latía rítmicamente con fuerza, amenazando con salírseme del pecho. Estaba segura de que, si yo podía oírlo, él también.

Mi mirada se deslizó de un lado a otro sin cesar. ¿ Que se sentiría al enredar mis manos en su pelo ? ¿ Qué se sentiría al ser estrechada entre sus brazos ? Y sobre todo... ¿ Que se sentiría al tener sus labios sobre los míos ?

Ese pensamiento, dulce y traiccionero, fue colándose poco a poco en mi cabeza.

Un ansia inexplicable subió por mi cuerpo mientras él se acercaba. Un ansia que jamás en mi vida había sentido... y que jamás debía sentir.

Desperté en aquel mismo instante, volviendo a la realidad, y retrocedí un paso atrás.

Su mano, que aún acariciaba mi mejilla, se quedó inerte en el aire.

Pude ver en su mirada que algo había cambiado también para él. Que se había dado cuenta de quienes éramos, de qué estabamos haciendo. De lo que venía después.

Dejó caer la mano. Pareció sorprendido de haberse dejado llevar.

- Y-yo... - mi voz temblorosa interrumpió el incómodo silencio que se había creado entre nosotros.

Él hizo ademán de decir algo, pero no llegué a escuchar lo que era.

Me di media vuelta y me fui. Lo dejé clavado en su sitio y, afortunadamente, no hizo ademán de seguirme.

Sabía que aquello tenía un nombre ; huir. Pero en aquel momento no me importaba.

Mi corazón aún latía con fuerza por el camino, aún nervioso.

Había estado a punto de cometer el mayor error de mi vida. Por los dioses, ¿ como es que siquiera me había permitido pensar en ello ?

Caminé con paso enfadado de vuelta al patio.

Era una idiota. Había estado a punto de arruinarlo todo.

Me tiré sobre el suelo, y me coloqué la manta encima con gesto malhumorado. No estaba cabreada con él, sino cabreada conmigo misma por dejar que mis sentimientos dominaran mi mente de aquella manera.

Aquella noche no dormí bien. ¿ Y cómo hacerlo, cuando había estado a punto de pasar algo como aquello ?

No dejaba de darle vueltas al asunto. ¿ Qué hubiera pasado si no me hubiera ido ?
¿ Qué sentía yo ? ¿ Sentía algo él ?

- Cómo sigas moviéndote así voy a atarte - advirtió una voz a mi lado.

Me quedé quieta por unos momentos y cerré los ojos. Los volví a abrir, sin éxito.

- Atia - susurré, agitando su cuerpo, tumbado al lado del mío.

Ella se revolvió y volví a llamarla.

- No puedo dormir.

- Vale - farfulló molesta, sin molestarse en abrir los ojos.

La chica, que normalmente lo daría todo para conocer las razones de inquietud, se acomodó la manta.

- Atia... - repetí.

- Solo cierra los ojos y no pienses en nada, Unus - contestó casi a punto de dormirse de nuevo - tarde o temprano te vencerá el sueño.

Suspiré y seguí su consejo, aún sabiedo que no tendría éxito.
Y es que su imagen no desaparecía de mi cabeza.

ServaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora